Alerta global por pérdida de biodiversidad; hay menos especies

En menos de 50 años, disminuyó dos tercios la fauna silvestre del planeta, reveló el Índice Planeta Vivo 2022, de la organización WWF, que se publica hoy.

En menos de 50 años, 69 por cien­to de las poblaciones de anima­les silvestres han disminuido en el mundo, de acuerdo con el Informe Planeta Vivo 2022 del Fondo Mun­dial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés).

Es decir, de 1970 a 2018 hubo un descenso promedio de dos tercios en la abundancia poblacional relativa de ma­míferos, reptiles, aves y anfibios, según lo observado en la decimocuarta edición del Índice Planeta Vivo, el más exhausti­vo elaborado en los últimos años por la Sociedad Zoológica de Londres.

En 2022, el índice incluyó casi 32 mil poblaciones de especies, 11 mil más respecto al de 2020, lo cual significa el mayor incremento realizado entre dos ediciones de este informe.

Un millón de especies animales y plantas están en peligro de extinción, pero entre 1% y 2.5% de las especies ya se han extinguido. Asimismo, se están perdiendo los hábitats debido al cambio climático, resalta el documento.

La agricultura, dice, es la principal amenaza para los anfibios; en contraste, la sobreexplotación representa más pe­ligros para aves y mamíferos. El sureste asiático es la región en la que las espe­cies tienen mayor probabilidad de en­frentarse a amenazas sustanciales; en tanto, las regiones polares, la costa este de Australia y Sudáfrica tienen más pro­babilidad de sufrir impactos del cambio climático.

América Latina tiene el mayor decli­ve de las poblaciones de vida silvestre (94%) en ese lapso de estudio. En cuanto a especies, las poblaciones de agua dulce muestran mayor descenso a nivel mun­dial (83%).

PUNTO SIN RETORNO

El informe, al cual Excélsior tuvo acce­so previo a su lanzamiento, aumentó la cantidad de datos disponibles de la re­gión, en particular sobre la Amazonia, que cuenta con mayor diversidad bioló­gica y cultural del mundo.

Indica que 17% de la cuenca ya ha sido deforestada, mientras que otro 17% del bioma está degradado, lo cual signi­fica una grave amenaza para la Amazo­nia y para la Tierra, pues se trata de un componente crucial en el sistema climá­tico global ya que este bosque tropical, el más grande del mundo, almacena entre 150 y 200 mil millones de toneladas de carbono.

El punto de no retorno para la Ama­zonia se encuentra en el límite de entre 20% y 25% de deforestación y degrada­ción forestal combinadas, pero 26% del bosque ya está en un estado de pertur­bación avanzada, lo cual supone de­gradación, incendios recurrentes y deforestación.

Sumado a ello, la importancia de la Amazonia también recae en la biodiver­sidad, pues alberga 18% de las especies de plantas vasculares, 14% de las aves, 9% de los mamíferos, 8% de los anfi­bios y 18% de los peces que viven en los trópicos.

Para comprender qué degrada los ecosistemas, Informe Planeta Vivo 2022 explica que el cambio de uso del suelo, la sobreexplotación de plantas y animales, el cambio climático, la contaminación y las especies exóticas invasoras son los princi­pales factores.

En los últimos 50 años, la demanda de energía, así como de alimentos y otros ma­teriales debido al acelerado crecimiento económico, el incremento de la población, el comercio internacional y la elección de tecnología han ocasionado la pérdi­da de biodiversidad y degradación de los ecosistemas.

BIODIVERSIDAD Y CAMBIO CLIMÁTICO

El informe detalla las repercusiones de las crisis interrelacionadas del clima y la natu­raleza, el papel que juega la biodiversidad para sostener la salud, la productividad y la estabilidad de todos los sistemas naturales de los cuales depende la humanidad y la vida en el planeta.

Si bien el cambio de uso del suelo se clasifica como la mayor amenaza para la naturaleza —destruye o fragmenta los há­bitats de muchas especies de flora y fau­na terrestres, de agua dulce y marinas—, si no se limita el calentamiento a 1.5 grados centígrados, será más probable que la cri­sis climática se convierta en la principal causa de pérdida de biodiversidad en las próximas décadas, indica el informe.

Temperaturas más altas impulsan fe­nómenos mortíferos, como calor y se­quías, para árboles, aves, murciélagos y peces, pues han empujado a las prime­ras extinciones de más de mil especies. Como ejemplo, en Australia, en un día ca­luroso de 2014, murieron más de 45 mil zorros voladores.

Resalta la urgencia de intensificar me­didas de mitigación para evitar el aumen­to de la temperatura global en más de 1.5 grados centígrados y ayudar a las perso­nas a adaptarse al cambio climático. Una de las tareas es la restauración de la natu­raleza y los servicios ambientales.

Los bosques, indica, son fundamen­tales para regular el clima del planeta ya que intercambian más carbono, agua y energía con la atmósfera que ningún otro ecosistema terrestre. “Almacenan más carbono que todas las reservas explota­bles de petróleo, gas y carbón del planeta y entre 2001 y 2019 absorbieron 7.6 giga­toneladas de dióxido de carbono de la at­mósfera al año”, o 18% de las emisiones de carbono generadas por la humanidad.

Pero cada año se pierden alrededor de diez millones de hectáreas de bosques, una superficie del tamaño de Portugal.

La deforestación es otra amenaza para la biodiversidad y mitigación del cam­bio climático. En este sentido, el informe apunta que la deforestación en los trópi­cos genera emisiones de carbono y produ­ce climas más cálidos y secos a nivel local, lo cual incrementa la sequía e incendios; así como los patrones globales de precipi­taciones. La tala de bosques en África cen­tral o América del Sur “podría aumentar la temperatura media durante el día en unos ocho grados centígrados y disminuir las lluvias en esas regiones en 15%”.

Planeta Vivo 2022 lanza un llamado a la acción urgente para restaurar la sa­lud del mundo natural, porque no existe señal alguna “de que se esté deteniendo la pérdida de naturaleza ni que se esté revirtiendo”.

Las medidas tomadas no son suficien­tes para limitar el calentamiento global a 1.5 grados centígrados y revertir la pérdida de biodiversidad para 2030.

LORENA RIVERA

Fuente: Excelsior