Se agudizan los conflictos para la presidenta de la Corte, Norma Piña, quien enfrenta una rebelión en el Tribunal Electoral, un conflicto con la 4T por los fideicomisos y la imposición de una ministra afín al gobierno.
Amarga Navidad vivirá el Poder Judicial de la Federación, pero sobre todo su presidenta, Norma Piña, a quien no solamente le impondrán una ministra afín a la 4T, sino que involuntariamente tiene que entrar a resolver un nuevo conflicto en el Tribunal Electoral, en donde algunos magistrados encabezan un motín para quitar de la Presidencia al panista Reyes Rodríguez.
A todo eso, hay que agregar el conflicto que generó la ministra presidenta de la Corte con el gobierno de López Obrador, a quien prometió entregar los fideicomisos del Poder Judicial, para que fueran destinados a la reconstrucción de Acapulco, y no cumplió.
Desde que AMLO llegó a la Presidencia, las mujeres de la toga y el birrete han enfrentado con él una intrincada relación que tal vez vio sus mejores momentos con Arturo Zaldívar (afín a la 4T) como presidente del tribunal.
Pero ni aún así estuvo exento de exabruptos. Esta administración nunca los ha visto como un poder independiente. Por el contrario, los trata como subordinados y hasta se da el lujo de decir abiertamente cuántas ministras o ministros se deben al Presidente.
Los cuestiona, reclamando sus votos contra algunas resoluciones o controversias promovidas por él. No acepta el principal inquilino de Palacio que desobedezcan sus designios.
Aunque se pensó que todo eso cambiaría hace casi un año, con la llegada de Piña.
La ministra estaba identificada como alguien contraria al régimen, por su postura frente a diversos temas. Y muchos albergaron la esperanza de que cambiara el sometimiento de la Corte, a pesar de que otros de sus integrantes tienen tatuado el sello de la 4T en la frente.
Pero durante todo este 2023 la relación fue tensa en todo momento por varios temas, como la renuncia de Zaldívar y la propuesta del Ejecutivo para desaparecer sus fideicomisos.
Lo del ministro Arturo nadie lo esperaba, sin embargo fue una acción que abrió espacio para que AMLO impusiera, otra vez, a una ministra cercana al actual régimen, lo que se volverá realidad esta semana cuando se vote el tema en el Senado.
No hay vuelta atrás. Nadie puede intervenir porque es una atribución del primer mandatario, quien se frota las manos para tener una ministra que ahora sí siempre obedezca.
Otro tema que generó mucha presión sobre Piña fue el de los fideicomisos, por lo que ella, en una medida salomónica, los ofreció al gobierno sólo si eran para ayudar a los damnificados del huracán Otis.
Conversó del tema con la secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde. Pactaron y cuando los demás integrantes de la Corte se enteraron, algunos pusieron el grito en el cielo con un desacuerdo total.
Eso llevó a la ministra a retractarse y romper el acuerdo. Y ahí rompió un canal y enlace que se pensaba, marcaría una relación institucional diferente. No fue así.
Por lo que hace al conflicto en el Tribunal Electoral. La crisis se agudiza porque los magistrados Felipe de la Mata, Felipe Fuentes y Mónica Soto, buscan derrocar a Rodríguez Mondragón, justo en el arranque del proceso electoral 2024.
Atribuyen toda la celada a la magistrada Soto, quien hace creer a sus compañeros que tiene una cercanía con Morena, algo que podría ser determinante para quitar de la Presidencia a un reconocido panista.
Éramos muchos y parió la abuela, pudo haberse escuchado en los pasillos de la Corte, porque frente a la incapacidad y la grilla de los integrantes del organismo electoral, Piña se ve obligada a intervenir para intentar poner orden. Aunque hay quienes dicen que los magistrados se sienten independientes e intocables y terminarán imponiendo su voluntad. Algo que también se verá esta semana.
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Y como dice el filósofo… Nomeacuerdo: “La amargura es como un préstamo sin interés: pagas mucho, pero no recibes nada a cambio.”
Alfredo González
Fuente: El Heraldo de México