Ataúdes y cruces

El 25 de septiembre de 1968 una manifestación fue brutalmente reprimida frente al Hemiciclo a Juárez, en el marco del movimiento estudiantil y de la violencia oficial que cimbraron al país ese año. Los manifestantes llevaban en hombros un ataúd de cartón en el que se leía: “¡Vacío! El Ejército ha incinerado los cadáveres”, en referencia a que ya por entonces el régimen de Díaz Ordaz había desaparecido a personas y ocultado sus cuerpos (https://is.gd/5ZexrN0).

Noviembre de 2015: en Cuenca, Ecuador, una movilización de la derecha contra las enmiendas constitucionales promovidas por el entonces presidente Rafael Correa, deriva en violencia cuando los manifestantes prendieron fuego a una caja de cartón que representa el ataúd del gobierno (https://is.gd/NKTDf2). Abril de 2017, Brasilia, Brasil: unos 3 mil indígenas marchan para exigir un alto al genocidio de los pueblos originarios emprendido por el gobierno, entonces encabezado por Michel Temer. Son dispersados a garrotazos y con gases lacrimógenos cuando pretenden colocar frente a la sede del Congreso unos ataúdes ficticios que simbolizan la persecución y el hostigamiento en su contra (https://is.gd/gfvoth).

Septiembre de 2022, Dublín: en ocasión de los funerales de la reina Isabel II, activistas lanzan al río Liffey un ataúd con la leyenda “RIP imperio británico” (https://is.gd/xUxuJ3). Al mes siguiente, manifestantes del Edomex depositan un ataúd frente a Palacio Nacional en protesta por el encarcelamiento de un hombre que denunció corrupción en Toluca. Según dicen, el mueble va ocupado por el cuerpo de un individuo identificado sólo como “Poncho”, quien habría fallecido de muerte natural y cuyo último deseo fue participar en una manifestación (https://is.gd/hqyOLc).

Febrero 28 de 2023, CDMX: integrantes de la agrupación Boxeadores AC pasean un ataúd con la consigna “Fuera la Comisión de Box” por las puertas del Congreso local y culminan su marcha en el Zócalo (https://is.gd/SraelO). 21 de abril: vecinos de Denia, en Valencia, organizan una marcha encabezada por un ataúd blanco que representa el pésimo estado de los servicios de salud locales (https://is.gd/RctWU9). 23 de mayo: empleados de los juzgados de Valladolid, en Castilla y León, recrean un cortejo fúnebre para protestar por sus malas condiciones laborales. Llevan un ataúd simulado con una caricatura de la ministra de Justicia de España, Pilar Llop (https://is.gd/fxOTlI).

Cientos de historias como éstas pueden hallarse en Google al buscar los términos “ataúd” y “manifestación”. El cajón de muerto es un símbolo socorrido en el mundo por las protestas de cualquier signo, sin contar con las situaciones mucho más impresionantes en las que se enarbolan ataúdes reales con cuerpos reales, como ha ocurrido en Perú con las víctimas de la represión boluartista o como sucede en la Palestina martirizada cada vez que los ocupantes israelíes perpetran un asesinato.

La alharaca de la derecha reaccionaria por el uso de ese símbolo en la manifestación pacífica del sábado 20 de mayo frente a la Suprema Corte en protesta por la corrupción y el golpismo que controlan el Poder Judicial y que están tristemente representados en su máxima autoridad por la ministra Norma Piña, es mera hipocresía. Ni quienes se mantenían en plantón en la puerta principal de la SCJN ni quienes nos manifestamos ese día cometimos delito alguno; hicimos uso legítimo del derecho a la protesta pacífica.

Diez días después, unos ciudadanos descontentos con López Obrador, con Claudia Sheinbaum y con la CNDH depositaron un ataúd con un monigote en la puerta del Ayuntamiento capitalino, sin que los medios se hicieran eco y sin que los comentócratas de la reacción oligárquica se refocilaran en el hecho ni denunciaran “amenazas de muerte” o “apología de la violencia”, como lo habían hecho días antes (https://is.gd/uTDMPZ).

El domingo 28, una manifestación de apoyo a Piña, Laynez y demás ministros saboteadores, recorrió una parte de Reforma y culminó en el Zócalo, también en ejercicio de derechos ciudadanos. Pero un grupo de enardecidos, azuzados por los comentócratas de la derecha, avanzaron a la esquina del Zócalo y Pino Suárez, arrancaron las cruces colocadas frente a la SCJN en memoria de los niños que murieron en el incendio de la Guardería ABC y las usaron para destruir el pequeño campamento que se mantenía a la entrada del edificio y para agredir a quienes se hallaban en él.

Los ataúdes y las cruces son objetos simbólicos que pueden representar muchas cosas y emplearse para expresar diversas ideas y sentimientos. Los ataúdes de cartón llevados a la protesta del 20 de mayo, representación de la irritación popular contra un Poder Judicial envilecido, fueron usados para eso, para expresar una postura, no para agredir a nadie. Las cruces de los niños que murieron por la corrupción calderonista, y cuyas muertes siguen impunes, simbolizan el dolor de esas pérdidas, fueron usadas para golpear a personas que se manifestaban en paz y para destruirles su campamento. A la acción execrable de arrancarlas de su sitio sumaron la comisión de un delito. Se requiere una completa ceguera moral para no ver la diferencia entre una cosa y otra.

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Pedro Miguel

Fuente: La Jornada