Informantes contaron a la OIM que además del pago en efectivo a veces deben entregar migrantes a los narcos.
Hasta cinco mil dólares por migrante —unos 83 mil pesos al tipo de cambió del viernes— pagan los traficantes cuando cruzan por territorios controlados por los cárteles de la droga en estados del norte y sur del país, revela un informe de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).
De acuerdo con el documento titulado Perfiles y modos de operación de personas facilitadoras del tráfico ilícito de migrantes en América Central, México y República Dominicana, como parte de este derecho de cruce, los polleros también deben entregar como pago a algunos de los migrantes a quienes los grupos criminales extorsionan o los usan en la trata de personas.
“Aunque en la mayoría de los casos las redes de traficantes de migrantes parecen no estar involucradas con la delincuencia transnacional, como el narcotráfico, en algunos lugares mantienen vínculos con organizaciones criminales violentas. Esto sucede especialmente en zonas donde se debe pagar un derecho de piso por cada persona migrante que pasa por el territorio controlado por estas organizaciones, por ejemplo, en los estados fronterizos del norte y sur de México”, precisa el reporte de los organismos de la ONU.
El pago por la protección varía entre 500 y cinco mil dólares, dependiendo del número de migrantes que lleven o la procedencia, aseguró a este diario la OIM en República Dominicana, la cual participó en el estudio.
La organización InSight Crime ha detectado al menos siete cárteles: el del Golfo, Caborca, el de Juárez, Sinaloa, Jalisco Nueva Generación, del Noroeste y los Zetas, que tienen presencia en las principales rutas por las que los polleros trasladan a los migrantes hacia Estados Unidos desde la frontera sur de México.
El Cártel de Caborca opera principalmente en Sonora, el Cártel del Golfo en Tamaulipas, el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) en Baja California, el Cártel de Juárez en Chihuahua y Los Zetas en Matamoros, Tamaulipas, mientras que el de Sinaloa tiene presencia en casi todos esos estados y en Chiapas, al sur del país.
El tráfico de personas hacia Estados Unidos ha evolucionado hasta ofrecer paquetes VIP, que para los migrantes de Asia pueden costar hasta 60 mil dólares —poco más de un millón de pesos— por persona, según el informe de las agencias internacionales, elaborado con base en declaraciones de informantes clave.
Estos paquetes incluyen pasajes aéreos, transporte terrestre (generalmente en automóviles), hospedaje en hoteles y alimentación durante todo el trayecto hacia la frontera sur de la Unión Americana. En algunos casos también incluye la falsificación de documentos.
El costo por este paquete depende del lugar de procedencia, desde África o Asia, de donde las personas suelen ser trasladadas a Sudamérica y luego suben por el continente hasta Estados Unidos. Los costos van desde los 40 mil hasta los 60 mil dólares; mientras que desde Venezuela o República Dominicana el promedio por persona es de 20 mil dólares, desde Cuba 16 mil, desde el sur de México 15 mil y desde Guatemala o Belice 18 mil dólares.
Los polleros también ofrecen paquetes económicos que incluyen trayectos más cortos, como el paso por la selva del Darién por 140 a 350 dólares, el paso fronterizo Corinto de Honduras a Guatemala por 20 a 30 dólares y el paso fronterizo de Guatemala a México por 25 a 40 dólares, según documenta el estudio de la OIM.
“Los servicios de facilitación de los traficantes pueden ser proporcionados de manera esporádica por un solo individuo de la comunidad que ofrece un servicio puntual o pueden formar parte de un complejo engranaje coordinado por una red más amplia. En este último caso, se ha identificado la creación de paquetes, incluyendo una serie de servicios incorporados que suelen ser manejados por redes grandes y medianas vinculadas al crimen organizado”, explica el documento.
Para Eduardo Bueno, especialista en migración y crimen organizado de la Universidad de las Américas, el tráfico ilícito de migrantes puede adoptar diversas modalidades, desde acciones realizadas por personas de forma independiente hasta organizaciones complejas conformadas por grupos criminales, que abarcan varios países.
Según Bueno, los roles y el número de participantes varían considerablemente e incluso, las personas involucradas no necesariamente se conocen entre sí.
“Cada vez son más grandes y más sofisticadas las redes de traficantes, son redes transnacionales que por su naturaleza ilícita hacen casi imposible obtener datos precisos sobre la cantidad de personas involucradas tanto en la facilitación como en la contratación de servicios para llegar a su objetivo”, dijo en entrevista con El Sol de México.
De acuerdo con el informe de la OIM, la estructura base de las redes de tráfico ilícito de migrantes en la región está compuesta por el líder, quien se encuentra a la cabeza, seguido del guía, coyote, pollero o primo, quien se encarga de las tareas relacionadas con el cruce irregular.
Pero también existen los enganchadores o reclutadores, quienes se encargan de atraer a personas migrantes ofreciendo los servicios relacionados con el tráfico. Éstos generalmente operan en las afueras de las terminales de autobuses cerca de albergues.
Están además los monitores, también conocidos como banderines, halcones o campanas, quienes se encargan de monitorear y brindar alertas sobre el movimiento de los cuerpos policiales y militares, así como alertar sobre la presencia de cualquier persona ajena a la comunidad o red.
Y existen los encargados de servicios básicos, quienes se encargan de que los migrantes cuenten con alojamiento, alimentación, cambio de divisas, Internet, entre otros servicios que se brindan según el pago que haya realizado el migrante.
Generalmente, según la OIM, se trata de operaciones transnacionales que logran organizar viajes sofisticados que incluyen el movimiento de personas por varios países o regiones, combinando múltiples medios de transporte, como avión, barco y automóvil, y en algunas ocasiones usando documentos falsificados o fraudulentos.
Roxana González
Fuente: El Sol de México