Centros de Rehabilitación por Drogas, ¿Infiernos en la Tierra?

Las denuncias por maltrato y abusos son comunes, pero urge desaparecer los centros patitos sin normatividad y supervisión




Primera parte

Los Mochis, Sinaloa. – Son llamados por muchos como infiernos en la tierra. Sitios de maltrato y abusos contra los adictos. Las historias negras prevalecen si se habla de los Centros de Rehabilitación por Drogas.

Lo cierto es que siempre, la historia tienes otras versiones.








Infierno, de ninguna manera

La visita a la Casa de Restauración El Mesón La Rendón en Los Mochis abría la escena para varios testimonios en La Catedral, Recinto Informativo.

Víctor Armenta establece que vale la pena estar ahí. Que de infierno esas instalaciones no tienen nada.




“Le invito a que vengan y comprueben que no. Es algo bien. Nos ayuda bastante. Yo tengo pocos días y me ha ayudado bastante”

Admite que el encantador humo de la Cannabis lo tenía hipnotizado.

“Me da un poco de vergüenza decirlo, confesarlo, pero ya me siento liberado”.





Las Drogas, La Ruta de la Muerte

Por su parte Víctor Ramírez tiene la certeza que la va a librar. Sus respuestas dejan ver que batió las calles a como quiso. Ahora está en la Casa de Restauración. Aprendió a la mala que las drogas son la ruta de la muerte.

“Estoy en recuperación y gracias a este centro estoy saliendo adelante y la voy a hacer”, dicen convencido.

¿Le metías machín a algo?. Cayo fácil la pregunta y su sonrisa no desapareció.

“De todo”.

La respuesta fue contundente.




“De todo” fue su respuesta




“No toqué fondo porque gracias a Dios tengo un poquito de voluntad. Me levanté, soy un soldado caído, pero gracias a Dios estoy saliendo adelante, ya me faltan dos meses”.

Reconoce con un gesto aun irónico que lo llevaron “a huevo” a ese sitio.

“Me tuvieron que traer porque no tenía fuerza de voluntad para venir… y a veces es necesario un jalón de orejas pa´ que entienda uno”, sostiene.








La “putiza” de la Droga

Carlos carga con las consecuencias físicas de haberse metido drogas. Sus amigos, el resistol desde los nueve años y el cristal desde los 14, ya le dejaron un hablar trabado. Es una herencia que no se le desea a nadie. A pesar de todo conserva una mirada que no sabe fingir.

“Estoy aquí por mis acciones, por haberme drogado otra vez y por haberle fallado a mi familia”, acepta.

“Espero servirle a Dios desde hoy hasta el día que salga de este lugar. Aquí me estoy fortaleciendo día a día, recaído, bautizado y yo sé que el día que salga de este lugar la iglesia me espera allá donde me voy a integrar y gracias a Dios voy a seguir adelante”.




Quien critica este tipo de sitios es la gente que no quiere cambiar, asienta.




Ese lugar, la Casa de Restauración, dice, le está dando una esperanza.

“Sí, una esperanza para seguir adelante porque me regresó lo que yo había perdido, mi familia y me había alejado de Dios”.

Quien critica este tipo de sitios es la gente que no quiere cambiar, asienta.

“Es la gente que quiere seguir igual allá afuera”, lamenta Carlos.





Ponen las cruces porque no quieren cambiar

Víctor Quintero cree que a este tipo de lugares de rehabilitación se le oponen porque hay muchos que prefieren seguir en las drogas.

“Le ponen las cruces las personas que la verdad no quiere recuperarse. Las que no quieren rehabilitarse, se oponen a su recuperación”.

Su historia para internarse no fue violenta, asegura.

“Me ha traído mi hermana, pero yo he venido por mi propio pie. A mi no me trajeron a la fuerza, ni tampoco forcejearon, ni mucho menos. Mientras mi hermana hacía el proceso del papeleo yo estuve recargado en el portón por la parte de afuera porque?… porque he decido realmente recuperarme, recuperar mi estado de ánimo, al poco tiempo que tengo aquí, vaya unos 20, 21 días he sentido una evolución en mi sistema, en mi cambio físico, la alimentación es muy adecuada se te da lo que viene siendo el alimento balanceado”.

Este Víctor, está seguro que ahí donde está vive bien y tranquilo.




Este Víctor, está seguro que ahí donde está vive bien y tranquilo

“Es un internado en donde no se te maltrata, no se te levanta la voz y te tratan bien”, confirma.

Su voz empezó a mostrar lo que tiene dentro. Los ojos eran el reflejo de ese dolor.

“Principalmente le estaba haciendo daño a mi familia y físicamente yo… verbalmente, maltrato a la persona que le dio vida a mis hijos que viene siendo mi esposa”.

Y luego reflexiona aguantando las ganas de llorar.

“Tengo mis tres hijos y claro que de pronto te llega el sentimiento de quererlos ver, de querer estar con ellos, pero todo a su debido tiempo. Esperemos que mañana o pasado se dé la oportunidad… de poderlos ver, de poderlos abrazar ya en un estado ya limpio, ya sobrio”.





Tenemos todo

Silvestre Pinto hace sus propias reflexiones. Se ve más sobrio que otros en el sitio.

“Este centro no es como se lo cuentan afuera. Aquí tenemos la mejor atención. Venimos teniendo sicólogos, doctores, buena comida, buen trato. Tenemos una cama en donde dormir limpia, tenemos baños limpios”, su recuento no es exhaustivo, aunque eso pretende.




Silvestre

“Tenemos todo… no como algunas gentes que se lo cuentan que es de maltrato.  El maltrato se lo hace solo uno mismo, porque no queremos sentar cabeza cuando llegamos a este lugar. Ya que estamos aquí adentro comprendemos las cosas”, comenta.