Al final fueron procesados más de 22 personas y más de una decena fueron condenados a prisión, trabajos forzados e incluso desterrados.
La Casa de Papel, serie española estrenada en mayo de 2017 por Antena 3, y continuada por Netflix hasta diciembre de 2021, nos sorprendió con la historia de una banda de ladrones que utilizaron, en primera instancia, la inteligencia para tratar de imprimir tanto dinero como fuera posible en las instalaciones de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbres.
Comandados por “El profesor“, los ladrones Berlín, Lisboa, Tokio, Nairobi, Helsinki, Río, Denver y Moscú iniciaron el asalto, salieron impunes, y en unas siguientes temporadas hicieron lo propio en el Banco de España, donde se llevaron la reserva nacional de Oro de sus bóvedas.
Aunque pudiera parecer imposible un asalto de esta naturaleza debido a la gran vigilancia que hay en esta clase de edificios, en México se llegó a registrar un caso parecido en el año 1793, cuando en la Real Casa de Moneda de México se percataron de un faltante de plata fundida en la sala de fundición de cizallas.
El gran robo a la Real Casa de Moneda
De acuerdo con el documento “El gran robo a la Real Casa de Moneda de México. La delincuencia y los límites de la justicia en la ciudad de México” publicado por Felipe Castro Gutiérrez, el fundidor Joseph de Revuelta Castañeda reportó este faltante de rieles, e inició las investigaciones correspondientes con Juan Manuel de Villa, y Manuel de León, quienes también trabajaban en la construcción.
Conforme avanzaban las horas pudieron dar cuenta de que una ventana de la bóveda tenía los barrotes limados y torcidos, como informó el fundidor Joseph de Catarroja, mientras que en la cornisa de la pared exterior, notaron marcas de un escape con objetos pesados que fueron cargados, subidos y descendidos por el lugar.
Una vez que los altos ejecutivos pusieron manos a la obra, el primer paso fue pesar las cizallas o recortes de plata dentro de las instalaciones, lo que dio como resultado un faltante de 381 marcos y 4 ochavas en comparación con el día anterior. El valor total de lo robado fue de 3 mil pesos.
El siguiente paso fue averiguar movimientos raros de los trabajadores y vigilantes, lo que los llevó hasta Manuel de Espinosa, operario de los molinos que faltó a su trabajo un día después del robo. Además, los informantes revelaron que una noche antes acudió al lugar para supuestamente ver a un soldado a quien le debía dinero, y le había dejado un par de armas como pago.
Sin embargo, aseguró que no fue al trabajo porque su pago no era por hora, sino por encargo. Además, presentaron a varios testigos, quienes lo retrataron como un hombre honrado, con costumbres y valores ajenos al del robo, el asalto, etcétera. A pesar de ello permaneció en prisión durante las investigaciones.
Otras personas arrestadas por faltar fueron Basilio de Olimares, Joseph Antonio Romero, Francisco Camacho y Gaspar Matheus, pero sus pagos también eran por tarea y no por jornada, así que no tenían la obligación de presentarse todos los días a la sala de fundición de recortes de plata.
Además, uno de los veladores, Roque Hernández, faltó a su trabajo la noche después del robo, y luego acudió a refugiarse a una iglesia. Aunque acudieron al lugar, solo encontraron a su esposa, por lo que se hizo un embargo de bienes. Más adelante se presentó el hombre de manera voluntaria.
En sus declaraciones informó que no hubo ningún movimiento extraño esa noche. Lo que sí sucedió, es que se quedó dormido por varias horas en el cuarto de los guardias, razón suficiente para que lo encerraran en la cárcel por algunos días, sospechoso de haber sido cómplice.
El tercer paso fue proceder a investigar a las personas plateras de oficio, o bien, escobilleros, quienes se dedicaban a fundir la plata o los metales que les eran entregados por las personas, y que muchas veces hacían trabajos que pueden ser considerados como ilegales.
Así llegaron hasta Juan Cristóbal y Juan Eligio del barrio de San Sebastián, así como de otros dos escobilleros y varios parientes de éste último. Luego de las pesquisas, todos fueron puestos en libertad porque no había suficientes pruebas de su culpabilidad. Para entonces había pasado un mes.
Los verdaderos culpables
Semanas más tarde obtuvieron reportes de que en una vecindad del barrio de San Pablo habían dos personas probablemente responsables del robo, conocidos como Simón de Ortega y Juan Villegas Basurto. Al momento del arresto, el primero intentó huir infructuosamente y fueron llevados a prisión.
La investigación los llevó hasta otra de las casas en las que vivían Ortega y su esposa, Paula, a quien se dice, maltrataba con violencia. En la vecindad de jurado no se encontró nada, pero sí se acercó un vecino a informar que la noche del robo vio a varios hombres que llevaban diversos bultos. Se acercó con el pretexto de fumarse un cigarro, y fue entonces cuando vio que fundían metal en hornos improvisados.
Fue Paula Efigenia quien dio los informes finales, esperando que no fuese tratada como una cómplice y que ademas, la dejaran libre sin pagar fianza. En sus palabras, fue el trabajador de la Real Casa de Moneda, Catarroja, quien informó a Basurto, Canales y Acosta el modo de acceder a la bóveda. Éstos partieron con una escalera y cuerdas para realizar su fechoría. Finalmente llegaron a la casa como a las cuatro de la mañana y repartieron el botín.
El comprador de la plata robada fue un español que se dedicaba a vender fierro y prendas usadas llamado Gerónimo Francisco de Molina. Otra parte de la plata fue gastada por el sastre español Nicolás Calderas en una noche de fiesta con pulque y aguardiente, mientras que Canales se fue a Pachuca acompañado de Carlos Padilla, donde vendieron la plata a diversos tenderos identificados como Gregorio de Prendes y Valdés, Joseph de Aldama, Diego de Quintana, Joseph Almonte e Isidro Antonio de Cavofranco.
Finalmente, Basurto recibió 10 años de presidio ultramarino; Joseph de Catarroja un total de 10 años de prisión, Domingo Canales recibió 10 años de obraje; mientras que Francisco Xavier de Acosta obtuvo 10 años de obraje, mientras que Nicolás Calderas fue desterrado por dos años. Aunque fueron los actores principales, se abrieron procesos formales contra 22 personas, y 17 de ellas fueron condenadas. La mayor parte de la plata no fue recuperada.
Gustavo Azem
Fuente: El Heraldo de México