El virus continuó expandiéndose por todo el mundo y la OMS declaró a la COVID-19 como pandemia el 11 de marzo de 2020 con registros, a ese momento, de más de 118,000 casos en 114 países.
Un documento de Public Corporate Solutions pone el dedo en la llaga sobre la pandemia de coronavirus que azotó a México y pone en evidencia lo que podría esperar para la nación frente al contexto en el cual diversos gobiernos locales han comenzado a declarar terminado este proceso de combate contra la enfermedad. Las conclusiones de la corporación son las siguientes:
El 11 de marzo de 2023 se cumplieron tres años del inicio de la implementación de las políticas de emergencia para el combate de la COVID-19 en México y, a pesar de haber transitado por seis olas, nuestro país aún no tiene claridad ni certeza de las secuelas sociales, económicas y de salud que la enfermedad dejó.
En el contexto global, aún con esquemas de vacunación completos y refuerzos aplicados, se tienen rebrotes breves y nuevas variantes en algunas partes de los continentes asiático y europeo, lo que ha provocado que no pueda declararse el término de la emergencia sanitaria mundial, y aunque pareciera que el aumento de casos confirmados no alcanza los grandes números de las primeras olas, es la capacidad de mutación y adaptación del virus lo que preocupa tanto a los científicos como a los responsables de los sistemas de salud de las naciones.
Desde 2020, las conferencias y reuniones de la OMS plantearon diversos escenarios sobre la evolución del virus del SARS- CoV-2 en todos los países, y aunque se previó la propagación acelerada de la enfermedad, eran inciertas las proyecciones sobre los protocolos de actuación de los diversos sistemas de salud, sobre todo en países en desarrollo.
La crisis de los sistemas de salud en Latinoamérica se volvió, en el mediano plazo, un problema de dimensión mundial, lo que provocó que organismos internacionales volcaran sus esfuerzos en sacar avante a la población enferma de estos territorios con donaciones, mecanismos de crédito para la compra de vacunas y tratamientos, y rotación de personal médico.
Es así como durante estos años, los esfuerzos y cooperación mundiales han ido disminuyendo la incidencia de contagio y mortalidad por COVID-19, y se han relajado las medidas sanitarias de prevención, como el uso de cubrebocas, pruebas diagnósticas y uso de gel antibacterial, en diversos países. No obstante, lugares de encuentro como aeropuertos, plazas comerciales o medios de transporte, siguen siendo puntos de contagio para esta y otras enfermedades.
El día 10 de abril de 2023, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden firmó la resolución 7, poniendo fin de inmediato a la emergencia nacional y la emergencia de salud pública relacionada con la pandemia del coronavirus.
Término de la pandemia en México y otros países
El Comité de Emergencia de la OMS desde 2022, se ha reunido y evaluado terminar la contingencia sanitaria mundial sin éxito, debido a que indicadores como el número de casos confirmados por cada 100 mil habitantes, velocidad de contagio, número de decesos y capacidad hospitalaria, en algunas regiones, aún no disminuyen. En enero de 2023, el organismo declaró que este año podría ser el último de la pandemia, debido a que estos indicadores han dejado atrás la fase más peligrosa.
Estados Unidos terminó con la emergencia sanitaria el día 10 de abril, tras la firma de una iniciativa presentada por legisladores del partido Republicano , mientras que Dinamarca ha informado que en este 2023 se levantarán las medidas de contención del COVID-19, debido a que el virus ya no representa una amenaza de salud para su población. Pero en México, ¿estamos listos para dar los siguientes pasos y decretar el término de la emergencia sanitaria?
Hasta el 27 de marzo de 2023, la Secretaría de Salud reportaba 7,527,885 casos confirmados totales y 333,449 defunciones totales por COVID-19. La tasa de incidencia de casos acumulados es de 5,736.4 por cada 100,000 habitantes. En la última Conferencia Matutina “El Pulso de la Salud” del Gobierno de México, se informó que se llevaban nueve semanas continuas de una disminución desacelerada de casos positivos de COVID-19.
Panorama nacional actual
Con el fin del Plan Nacional de Vacunación contra COVID-19 a principios de 2022, y posterior a la vacunación de la población infantil, la Secretaría de Salud ha concentrado sus acciones en la aplicación de refuerzos de inmunización a toda la población. Hasta marzo de 2023, la cobertura de vacunación para todas las edades era del 84%, lo que ha hecho que indicadores como la mortalidad se mantenga en siete defunciones diarias por semana, o la ocupación hospitalaria en un 5% de camas generales, que representan una quinta parte de los números de las primeras olas.
Hasta el momento, se ha observado que el punto ma´s alto de las olas de COVID-19 en Me´xico se encuentra entre las semanas epidemiolo´gicas 24-36 de 2022 y 52 de 2022-5 de 2023, lo que ha llevado a fortalecer las campan~as de vacunacio´n contra COVID-19 e Influenza durante estas temporadas. A pesar de lo que se presenta en este panorama epidemiolo´gico, au´n no se tienen suficientes elementos para determinar que la enfermedad provocada por el SARS-CoV-2 es un padecimiento estacional.
Mientras estos índices continúan a la baja, y la enfermedad se comporta de manera estacional, la población comienza a relajar las medidas sanitarias de prevención, y el comercio y la economía comienzan a recuperar un flujo normal.
La OMS ha emitido recomendaciones para el uso de las vacunas COVID-19 producidas por los siguientes fabricantes:
- Pfizer/BioNTech.
- AstraZeneca/Oxford.
- Janssen.
- Moderna.
- Sinopharm.
- Sinovac.
- Bharat.
- Novavax.
- Cansino.
- Valneva.
En México se aplicaron dos vacunas sin esta recomendación: el biológico ruso Sputnik y, recientemente como política de refuerzo,
la cubana Abdala. Los esfuerzos del Gobierno de México para el combate de la COVID-19, han llevado al fortalecimiento de las relaciones internacionales y a la firma de acuerdos para subsanar algunas de las deficiencias del Sistema Nacional de Salud.
Asimismo, nuestro sistema de salud ha tenido que innovar y dar pie a la creación de nuevos organismos que garanticen el derecho a la salud y al acceso a los servicios médicos de toda la población en un nuevo caso de pandemia. Tan es así que, derivado de los planes de emergencia y la reconversión hospitalaria, se reestructuró el Programa del IMSS Bienestar, y a su vez, se creó el Organismo Descentralizado con el mismo nombre, que se planea sea el que lleve la batuta del Sistema Nacional de Salud, y esté presente en todas las entidades en el último trimestre del 2023.
El IMSS Bienestar brinda servicios de salud de forma gratuita a la población que no cuenta con seguridad social, con base en el Modelo de Atención Integral a la Salud para el Bienestar, que se basa en la prioridad de la Atención Primaria a la Salud. Este hecho toma relevancia al recordar que el IMSS fue el Instituto con mayor participación para la atención de la COVID-19 en México. Estos cambios han provocado un nuevo enfoque en las medidas de emergencia de los sistemas de salud, y un cambio operativo en los servicios públicos y privados.
Todo esto ha resultado en la imperante la necesidad de prospectar políticas públicas para futuras emergencias sanitarias, donde uno de los primeros pasos es brindar certeza jurídica de los protocolos y acciones de emergencia en las instituciones del Sistema Nacional de Salud.
En el Congreso de la Unión se han presentado, desde la LXIV Legislatura (2018-2021), más de 1,000 iniciativas relacionadas con la COVID-19 que se encuentran en estudio. De estas, solo cerca de 50 buscan modificar la Ley General de Salud y la Constitución Política para fortalecer al Consejo de Salubridad General, la política de vacunación, y la integración de términos
y condiciones de las pandemias.
Cambios en las políticas de salud en México
Aunque en la Ley General de Salud las declaraciones por epidemias se consideran facultad del Consejo de Salubridad General, la pandemia por COVID-19 nos enseñó que es importante la claridad en los conceptos, procesos claros dentro de reglamentos, definición clara de facultades de los organismos, y sobre todo manuales de crisis y emergencias generales para todos los sistemas de salud.
Es por esto que, derivado de las recomendaciones de la OMS y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), México debe fortalecer la detección y atención primaria de padecimientos, además de llevar a cabo una reestructuración integral de su legislación para futuros casos de pandemias, y mecanismos claros para transitar y culminar sobre ellas.
Pese a que el Consejo de Salubridad General es quién determina la política de emergencia nacional, una de las principales críticas internacionales ha sido el bajo perfil que este organismo ha mantenido durante la pandemia, cuando debería estar al frente de las decisiones; en cambio, al encontrarse fragmentado el Sistema Nacional de Salud, ha sido la Subsecretaría de Prevención y Promoción de la Salud, la que hasta el momento ha llevado las riendas de la política sanitaria en México.
Por otra parte, y más allá de las implicaciones políticas y sociales de la pandemia, las secuelas más importantes se encuentran en los pacientes recuperados de la enfermedad y toda la población, quienes en este momento han padecido hasta tres veces COVID-19.
De acuerdo con un estudio realizado por la Universidad Anáhuac, hasta mayo de 2022, se encontraron cerca de 201 síntomas posteriores a la enfermedad por COVID-19 que afectan principalmente al sistema digestivo, locomotor, respiratorio y neurológico, además de las afecciones psicológicas y emocionales que dejó en más del 80% de los pacientes. Hasta el momento, no se cuenta con un plan integral Post-COVID para estas personas, lo que ha aumentado el riesgo de muerte de los pacientes que padecieron la enfermedad hasta por seis meses después del diagnóstico.
Las políticas en materia de salud en México están enfocadas en la atención a la demanda del servicio y, a su vez, los programas de recuperación de la COVID-19 en el IMSS, UNAM, DIF, entre otras instituciones, se centran en la atención a las secuelas pulmonares. En el largo plazo, esto podría provocar nuevos problemas de salud pública, o la disminución de la esperanza de vida de la población entre 40 y 60 años.
Para poder abarcar la atención médica de la mayor parte de las secuelas que ha dejado la COVID-19 en la población, será necesario fortalecer los sistemas de salud, la ampliación de la plantilla de médicos especialistas y personal de enfermería, y la implementación de recursos electrónicos como la teleconsulta, el expediente y receta electrónicos.
¿Hacia dónde va la pandemia en México?
Para que pueda hacerse una declaración formal del fin de la emergencia sanitaria nacional será necesaria la abrogación de los decretos publicados en el DOF, además de un comunicado oficial de la Secretaría de Salud en el que se establezcan las bases e indicadores a considerar para el levantamiento de la contingencia. Adicionalmente, será necesario apegarse a los lineamientos establecidos por la OMS y esclarecer la tendencia a la baja de los indicadores de propagación de la enfermedad.
Este momento será una buena oportunidad para la unificación de los sistemas de salud en nuestro país, en el que actualmente se están gestando reformas integrales y de estructura a la Ley General de Salud, dotando de nuevas facultades a la Secretaría y resolviendo problemas preexistentes antes de la contingencia. Es posible que antes de que termine el sexenio estas reformas puedan sentar las bases de un Sistema Único de Salud.
Por último, aunque la población espere con ansias el anuncio del término de la pandemia, la realidad es que, conforme avanzan las mutaciones y se realizan nuevas investigaciones en el mundo, la COVID-19 es una enfermedad que se quedará durante mucho tiempo antes de poder erradicarla, y aunque hoy se apuesta por su rebrote estacional, las secuelas que deja son mayores a los días que dura en nuestro sistema.
En México, los verdaderos problemas a resolver son la estructuración del sistema de salud, las facultades de las instituciones nacionales de salud, y, sobre todo, la atención primaria de los pacientes que han padecido COVID-19, y que tienen síntomas aún terminada la enfermedad. Debemos estar preparados para nuevas emergencias, y contar con planes de acción que permitan la óptima atención del paciente. Ante nuevas variantes, México tiene nuevos retos.
Bruno Díaz
Fuente: El Heraldo de México