América enfrenta una crisis de salud mental, afirmó el director de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Jarbas Barbosa. Con la pandemia de covid-19, esta zona “se ha visto gravemente afectada”, pues aumentaron los padecimientos en este ámbito, como ansiedad y depresión, pero también el suicidio.
El estudio Una nueva agenda para la salud mental en la región de las Américas señala que en el continente cada año mueren casi 100 mil personas por suicidio, mecanismo que no sólo afecta a quienes se quitan la vida y sus familias, sino también a comunidades enteras.
Destaca que de los 10 países con las tasas más altas del mundo de este tipo de decesos, dos (Guyana y Suriname) se encuentran en la región de las Américas.
“Es alarmante que las tasas de suicidio hayan seguido empeorando, pues entre 2000 y 2019 la tasa regional de suicidios ajustada por edad aumentó en 17 por ciento (de 7.3 a 9 por cada 100 mil habitantes), por lo que las Américas fue la única de las siete zonas de la OMS que registró un incremento de la tasa de suicidios durante ese periodo”, enfatiza el informe.
El director de esa organización subrayó que 80 por ciento de quienes enfrentan estos padecimientos no reciben tratamiento, incluidas las personas que sufren sicosis, por lo que consideró “inaceptable” que a nivel regional los gobiernos sólo destinen 3 por ciento del presupuesto del sector salud a atender las afecciones mentales.
En videoconferencia desde Washington, Epsy Campbell Barr, presidenta de la Comisión de Alto Nivel sobre Salud Mental y Covid-19, encargada de elaborar el informe, destacó que ante los desafíos regionales en esa materia, se requiere un esfuerzo urgente de todos los gobiernos.
Aspecto prioritario
Al presentar las 10 recomendaciones de acción, llamó a los estados a definir la salud mental como prioridad para el desarrollo nacional e incluirla en la cobertura sanitaria universal.
Hizo énfasis en que este aspecto se debe elevar a nivel nacional y supranacional, integrarlo en todas las políticas, aumentar la cantidad y calidad de su financiamiento, garantizar los derechos humanos de las personas con problemas de salud mental, así como mejorar y ampliar los servicios y atención a nivel comunitario.
Campbell Barr destacó que una acción prioritaria es fortalecer la prevención del suicidio, pero también adoptar un enfoque transformador frente a la violencia de género, el racismo y la discriminación racial, así como considerarlos como determinantes importantes de la salud mental.
El documento recomienda mejorar los datos y las investigaciones al respecto, por lo que es necesario proponer medidas para “aumentar la disponibilidad y la calidad de los datos por medio de una mayor recopilación, seguimiento y evaluación, así como investigación en esferas prioritarias” en la materia.
Asimismo, subrayó que la falta de acceso a la atención médica de pacientes con padecimientos mentales también obedece a factores previos a la pandemia, como escasa inversión en este aspecto, dependencia de la hospitalización de larga duración, escasez crónica de personal capacitado y acceso reducido a los servicios para quienes viven en situaciones de vulnerabilidad.
El informe también destaca que los trastornos depresivos y de ansiedad son la tercera y cuarta causa de discapacidad en América Latina, región con el segundo mayor consumo de alcohol del mundo, cuya tasa de suicidios va en aumento.
Laura Poy Solano
Fuente: La Jornada