Una tradición milenaria que da vida a la Semana Santa en Sinaloa, es la cultura mayo yoreme que celebra con fervor la pasión de Cristo, su sincretismo entre la religión cristiana con la llegada de los jesuitas, ha prevalecido viva a lo largo de los siglos en los distintos centros ceremoniales del norte del estado, compartió Rafael Santos Cenobio.
El investigador de la Facultad de Historia, de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), con años de investigación en la cultura mayo yoreme, expresó que el sinaloense está desperdiciando un filón cultural interesante, por lo que pidió a los vacacionistas voltear a ver esta cultura que tiene mucho que mostrar.
“Sinaloa tiene una larga duración en cuestión cultural de siglos, eso que sobrevive de la cultura yoreme del pasado todavía lo encontramos en el niño Dios, que venía con los jesuitas, una larga tradición de la cultura yoreme, se ha modificado en gran parte, pero todavía, dicen, ‘tratamos de conservar nuestra tradición tal cual nos la enseñaron nuestros mayores’, eso es lo interesante”, mencionó.
Para aquellos que decidan visitar estos pueblos y quieran conocer de la cultura, agregó que esta celebración pasa por diferentes fases, pero se centra en esta fiesta, relatando que esta se aviva en el miércoles de tinieblas en la cultura yoreme, el cual evoca a la oscuridad tras ser aprendido el Señor, mientras que para el catolicismo es el miércoles de ceniza.
Otros elementos que engloban esta celebración que dan vida, recrean y evocan la pasión de cristo, son sus actores integrados por el chicotero y capitán de judíos, quien dirige a la cuadrilla de judíos que representan el mal; las marías y marianos son representados por sus jóvenes, quienes en agradecimiento por algún pedido a Cristo concedido pagan su manda.
Pero para conocer más de este bagaje cultural e identificar lo propiamente yoreme y los elementos que pertenecen a esta cultura, Santos Cenobio detalló que la cultura yoreme tiene al pascola, al venado de los pueblos yoremes del norte de Sinaloa y la cruz que en los pueblos indígenas se interpreta como los cuatro mundos: el monte, el cielo, la tierra y el agua, pero el judío, el toro y la cruz, llegó del cristianismo y de la Conquista.
“Lo atractivo y lo interesante es que lo podemos ver en esta celebración no solo a través de los judíos, es una mezcla de lo yoreme y lo cristiano”, expuso.