Richard Lizárraga Peiro
El binomio Rubén Rocha Moya-Héctor Melesio Cuén Ojeda en la ruta del ejercicio de gobierno y los pactos del Partido Sinaloense y Morena en el quehacer legislativo fortalece a ambos personajes y partidos y consolida el proyecto de la Cuarta Transformación, con señales de desprendimientos a los postulados lopezobradoristas de los alcaldes morenistas Jesús Estrada Ferreiro, de Culiacán, y de Guillermo -El Químico- Benítez de Mazatlán.
En Palacio Nacional la figura de Cuén Ojeda se fortalece por sus muestras de institucionalidad y ecuanimidad política y sobre todo por sus excelentes resultados como titular de la Secretaría de Salud, en donde llegó para hacer equipo y dinamizar la campaña de vacunación contra el Covid-19, rescatar o activar programas de salud colapsados y trabajar en la rehabilitación de los hospitales y clínicas del estado.
El enlace digital que realizó el gobernador Rubén Rocha Moya con el presidente Andrés Manuel López Obrador, en el que incluyó a Héctor Melesio Cuén Ojeda para que informara sobre el avance de la campaña contra la pandemia, ofreció en Palacio Nacional la lectura de la continuidad del pacto Morena-PAS direccionado en la víspera de la cruzada electoral por la gubernatura sinaloense.
El presidente Andrés Manuel López Obrador considera a Cuén Ojeda un aliado de la Cuarta Transformación y un personaje que honra la palabra, al que se ha intentado crucificar porque desde que fundó el Partido Sinaloense, hoy a cargo de Víctor Antonio Corrales Burgueño, se enfrentó a los gobiernos corruptos emanados de ese PRI, al que ha arrebatado posiciones importantes en las contiendas electorales.
En Palacio Nacional identifican a Luis Guillermo Benítez Torres como un personaje traicionero que cedió franjas del poder municipal al equipo de René Bejarano -El Señor de las Ligas-, y al corrupto ex gobernador priista Quirino Ordaz Coppel, a quien el presidente usa como ficha del tablero del ajedrez político para “reventar” la alianza PRI-PAN-PRD.
Las primeras evaluaciones en Morena Nacional y en Palacio Nacional reflejan el fortalecimiento del Rubén Rocha Moya, quien supo compaginar el presupuesto de Egresos 2021 de Sinaloa con el proyecto de nación del López Obrador destinando más recursos a los sectores más vulnerables, y el afianzamiento Cuén Ojeda que ha dado sobradas lecturas de que sabe trabajar en equipo y de que es el especialista que Rocha necesita para rescatar la secretaría de Salud.
Como en política prevalece el refrán de que “cada quien cosecha lo que siembra”, pero que no es raro que “paguen justos por pecadores”, el seguimiento sobre las acciones políticas y el quehacer de gobierno de los alcaldes de Mazatlán y de Culiacán arrojan como resultado el desgaste prematuro de los dos munícipes porque mantienen abiertos frentes de batalla innecesarios, facturas que tarde que temprano tendrán que pagar.
Estrada Ferreiro se enfrenta a los diputados locales por el tema de los impuestos tendiendo una “cortina de humo” sobre el graves problema de inseguridad y el pésimo desempeño en la prestación de los servicios públicos y el contubernio de la policía preventiva con grupos delictivos. En la estrategia, el presidente municipal intenta “jalar” al gobernador Rubén Rocha Moya sin contar con la fuerza de la razón y el derecho, ni la estatura política para armar pleitos de alto calado.
El “Químico” Benítez se bate en su propio estercolero. El alcalde mazatleco orienta el presupuesto para quedar bien con el corrupto ex gobernador Quirino Ordaz y con un grupo selecto de millonarios hoteleros y restauranteros, mientras la población del puerto sufre daños en su salud por el pésimo servicio de drenaje y el suministro de agua “potable” contaminada.
Amplios segmentos de la sociedad califican a “El Químico” como “el presidente de los ricos”.
Rocha Moya se anotó otro triunfo al lograr la aprobación del presupuesto de egresos 2022 con amplio sentido social y humano y Cuén Ojeda sigue cumpliendo la encomienda de rescatar, hasta dónde alcance el presupuesto, el sector Salud que sufrió un grave deterioro en los últimos tres gobiernos estatales del PRI, en los que fueron comunes la simulación de programas y el saqueo de los recursos del sector salud.