Alvaro Aragón Ayala.
Con una estructura resquebrajada y desarticulada en donde impera la traición, la designación-elección-imposición del futuro dirigente estatal del Partido Revolucionario Institucional esconde los intereses de los grupos políticos municipales, localistas, divididos todos, que solamente tienen la vista fija en las candidaturas plurinominales a puestos de elección popular rumbo al 2024 y no en rescatar y convertir al PRI en un auténtico partido de oposición.
Los aspirantes a dirigir o controlar el PRI-Sinaloa ven a la principal posición de ese partido solamente como la puerta de acceso a una diputación local o federal plurinominal o al senado de la República, no más; otras posiciones de menor estatus en el Comité Directivo Estatal servirían también para asegurar candidaturas pluris; quienes desean la presidencia del tricolor saben del deplorable estado en que se encuentra el partido tricolor y lo difícil o imposible que resulta su recomposición.
Antes y después del triunfo electoral del 2021, Morena-la Cuarta Transformación-Rubén Rocha Moya realizaron una labor quirúrgica en el PRI para cooptar su participación política en las elecciones y en la jornada sexenal de gobierno, la cual fue apoyada por el entonces gobernador priista Quirino Ordaz Coppel y el ex mandatario recién fallecido Jesús Aguilar Padilla.
La faena desplazó de posiciones electorales de primer nivel a la militancia y a personajes bien definidos con el PRI. El resultado: la instalación de siete diputados pluris no identificados con las bases tricolores, pero si con las corrientes afines a Morena-Rubén Rocha. En el nuevo escenario, son los diputados locales del tricolor los más interesados en que al PRI-Sinaloa llegue un aliado de Morena.
El escenario priista es incierto porque los 14 aspirantes a dirigir el tricolor, no solo se enfrentan a las ambiciones duales de los diputados locales del PRI, sino a una realidad insoslayable: la estructura resquebrajada y desarticulada y a la pervivencia de priistas mutados en morenistas por contrato que trabajan en el gabinete estatal y en ayuntamientos bajo el control directriz de los alcaldes morenistas
Los sectores que daban vida y calor al PRI-Estatal están debilitados y penetrados por la Cuarta Transformación. La mayoría de los comisariados ejidales de la Liga de Comunidades Agrarias, por ejemplo, fueron domados por los alcaldes de Morena y la propia dirigencia cenecista ha transado posiciones con autoridades de la 4T para garantizar empleos para sus familiares.
La CNOP mantiene la guardia baja ante la filtración morenista en sus organizaciones. La cesión de prebendas políticas para los cenopistas se ve, se siente, y quizá su máxima expresión en Sinaloa lo sea la designación de Miguel Loaiza Pérez, quien fungía como eterno presidente de la Federación del Autotransporte del Estado de Sinaloa, filial a la CNOP, como director de Vialidad y Transporte del gobierno de Rubén Rocha Moya.
En la CTM se acabó el férreo control sobre los sindicatos. La fuerza de la central obrera se fundía en su actividad sindical y su relación con el gobierno. Hoy ya no es la interlocutora de las demandas de los trabajadores y los obreros sindicalizados han creado lazos de fraternidad con la Cuarta Transformación.
La presidencia de ese PRI resquebrajado, desarticulado, en cuyo seno abundan las traiciones y las esperanzas de algunos de sus líderes grupales de ser llamados a firmar contratos laborales con la 4T sinaloense, es lo que reclaman 14 priistas, 14 aspirantes a dirigir el tricolor, sólo porque esa posición y las otras del Comité Directivos Estatal, les asegura el paso a las candidaturas pluris a puestos de elección popular.