En el marco del Mes del Testamento, que se promueve en México año con año en septiembre, la investigadora de la Facultad de Historia de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), Venecia Citlali Lara Caldera, explicó la evolución que ha tenido este importante documento a lo largo de la historia y subrayó su notable evolución al paso de los siglos.
Con base en una investigación que realizó sobre el discurso testamentario en los años de 1800 a 1899 en Sinaloa, a lo que hoy conocemos como testamento, señaló que se pudo recaudar información de más de 100 títulos testamentarios, que se encuentran en perfectas condiciones de conservación, donde en un inicio estos documentos eran redactados por los sacerdotes de la iglesia, por ser una autoridad con mucha influencia sobre las personas en esa época.
“Antes los testamentos eran redactados y servía de testigo el sacerdote de la comunidad y el testamento era una obligación religiosa, ya no existía la civilidad en la época colonial, por lo cual era la iglesia la institución que daba certeza y seguridad de lo que se iba a hacer, así como la concepción de Dios”, expuso.
Subrayó que en la actualidad muchas personas tienen la creencia de que el testamento es solo para las personas con mucho dinero y bienes materiales, pero en la investigación de los testamentos del siglo XIX, las personas redactaban su testamento donde heredaban a sus familiares cosas sencillas como un vestido, una vajilla, una pistola e incluso las habitaciones de la casa.
Con el paso de los años y con el desarrollo de las Leyes de Reforma, este documento se fue desacralizando al momento de dictar los testamentos, apareciendo la figura jurídica del Estado, donde surgieron los notarios, que son quienes tienen el pleno conocimiento de las fórmulas legales, para poder dejar en orden los bienes y que los beneficiarios puedan hacer uso de ellos.
En ese sentido, Lara Caldera invitó a todas las personas a asesorarse con un notario para hacer un testamento, pues este documento será de mucha ayuda al momento de faltar en la vida terrenal, y así se evitarán conflictos entre los mismos familiares o problemas legales que puedan derivar en la pérdida de bienes y patrimonio.