Alrededor de un millón de aguas radioactivas, provenientes de la planta nuclear de Fukushima, serán liberadas por Japón en el Pacífico y, por ello, los habitantes de Corea del Sur se preparan.
Una histórica decisión de las autoridades japonesas ha orillado a millones de personas en Corea del Sur a comprar sal de mar en grandes cantidades, ante la posibilidad de que éste y otros productos no estén disponibles en el futuro próximo.
Recientemente, el gobierno de Tokio anunció que verterá en el océano Pacífico más de un millón de toneladas métricas de aguas provenientes de la planta nuclear de Fukushima, la cual fue afectada por un tsunami.
El líquido era empleado para enfriar los reactores dañados de la planta nuclear, que sufrió daños estructurales importantes tras el terremoto y el tsunami que la golpearon en 2011.
Aunque las autoridades japonesas aseguran que el agua ha sido tratada para retirarle la mayor parte de los isótopos radiactivos, salvo el tritio, derivado del hidrógeno y difícil de extraer del agua, los habitantes de la región manifiestan dudas.
“Recientemente compré 5 kilos de sal. Como madre criando a dos niños, no puedo solo sentarme y no hacer nada. Quiero alimentarlos sanamente”, señala Lee Young-min, una mujer de 38 años de edad que vive en la ciudad de Seongnam, al sur de Seúl.
La necesidad de almacenar sal contribuyó a elevar un 27 por ciento su precio en Corea del Sur durante junio en comparación con los precios de abril, aunque las autoridades señalan que las condiciones climatológicas y una menor producción también contribuyeron a ello.
Para paliar la escasez, el gobierno está ofreciendo 50 toneladas métricas de sal cada día, con un 20 por ciento de descuento obligatorio en los mercados, señaló Song Sang-keun, viceministro de Pesca.
Las autoridades pesqueras surcoreanas señalaron que monitorearán sus granjas de sal en busca de trazas de radiactividad. Corea del Sur prohibió los productos marinos que provienen de las aguas cercanas a Fukushima, en la costa este japonesa.
China ha criticado el plan japonés de liberar el agua, acusándolo de falta de transparencia y argumentando que puede ser un riesgo para el medio ambiente marino y la salud de las personas de todo el mundo.
No obstante, las autoridades niponas señalan que han ofrecido numerosas explicaciones, avaladas por la ciencia, a sus vecinos. Hirokazu Matsuno, jefe del gabinete de Japón, incluso argumentó que cada vez se entiende mejor la decisión de su país, aunque eso no parece calar entre la población de Seúl.
“Vine a comprar sal, pero se acabó. No será la última vez que venga.
“La liberación del agua es preocupante. Nosotros somos viejos y hemos vivido bastante, pero siento pena por los niños”, comentó Kim Myung-ok, un habitante de Seúl de 73 años de edad.
Con información de Reuters.
José Arrieta
Fuente: El Heraldo de México