Álvaro Aragón Ayala
A diferencia de la “transición” o los relevos de los gobiernos priistas, en los cuales los ex mandatarios y el gobernador en funciones recomiendan a sus incondicionales para que se les tome en cuenta en la integración del nuevo gabinete, el morenista Rubén Rocha Moya rechaza “encargos” y decide quienes serán sus colaboradores cuando tome posesión de gobernador Constitucional únicamente con el visto bueno del presidente Andrés Manuel López Obrador.
No es gratuita la posición excluyente que se han ganado los ex gobernadores, no solo por ser de claro corte priista-panista, sino porque también, junto con el mandatario estatal en activo Quirino Ordaz Coppel, se jugaron su destino, unos apoyando al candidato del PRI-PAN-PRD, Mario Zamora Gastélum, en tanto otro permaneció quieto, uno más ofreció, en apariencia, que operaba para el proyecto Morena-PAS, pero con medio cuerpo metido en el proyecto zamorista. Uno más incorporó sus esfuerzos al proyecto de un nuevo partido.
La designación de Enrique Inzunza Cázarez para que ocupe a partir del 1 de noviembre la secretaría general de Gobierno mandó la señal de que Rubén Rocha está tomando las decisiones sin hacer caso a la presión directa o mediática o a las recomendaciones de los ex gobernadores ni las de Quirino Ordaz; al contrario, la elección de Inzunza sacudió el Tercer Piso del Gobierno Estatal y los cimientos y las entrañas de la Fiscalía General de Justicia del Estado.
Otro nombramiento que incomodó al gobernador en funciones lo fue el de la diputada Graciela Domínguez Nava, quien en varias ocasiones lo ha señalado de incurrir en actos de corrupción. Domínguez será la encargada de operar la Secretaría de la Transparencia y Rendición de Cuentas.
Otra designación que dejó helados a los quirinistas lo fue lo de Ruth Díaz Gurría, a quien le tocará dirigir la secretaría estatal de Desarrollo Sustentable; ella despacha aún en una dirección de la Secretaría Técnica de la Presidencia de la República y llega por supuesto con todo el apoyo del presidente Andrés Manuel López Obrador.
No les gusta tampoco a los ex gobernadores ni a Quirino Ordaz el hecho de que cada vez que se toca el tema de la comunicación, Rocha Moya señale como doblemente ratificada en esa área estatal a Adriana Ochoa del Toro, quien dejó la dirección de Radio Sinaloa, en la que se le tenía relegada, para ocupar con todo en contra la jefatura de prensa de la campaña de Rocha y/o Morena-PAS.
El diagnóstico en la materia arrojó que el 90 por ciento de los periodistas sinaloenses generadores de opinión y la prensa nacional, se la jugaron con Mario Zamora, 4 por ciento en aras de la “pluralidad” intercalaron buenos comentarios para Mario Zamora y también para Rocha y solo el 6 por ciento de los opinólogos, analistas y columnistas decidieron correr todos los riesgos y respaldar a Rubén Rocha Moya. Adriana armó una estrategia de comunicación que se colocó por encima de la “guerra sucia” desatada contra el candidato del Morena-PAS.
De los ex gobernadores acostumbrado a influir en donde se pare, figura Francisco Labastida Ochoa, quien se definió durante la campaña por el candidato del PRI-PAN-PRD, Mario Zamora Gastélum. Los intereses de Labastida convergen en la operación de TransCanada, que obtuvo durante las administración federal panista-priista una concesión para la introducción de un gasoducto en Sinaloa. FLO también impulsa la construcción de la planta de amoniaco en Topolobampo.
En el escenario estatal, el ex gobernador Mario López Valdez permaneció quieto en el pasado proceso electoral y concentró sus jugadas en Ahome respaldando a su amigo Gerardo Vargas Landeros que buscó y ganó la alcaldía bajo la fórmula Morena-PAS. La animadversión de Malova-Gerardo hacia Mario Zamora es histórica. Cobró estatura en las elecciones del 2010, en las que las huestes de Malova-Gerardo-Juan Millán derrotaron a un Mario Zamora que quería convertirse en presidente municipal de Ahome.
El ex gobernador Jesús Aguilar Padilla operó extrañamente. Refrendó en mayo su militancia y filiación priista, pero, se dice que ofreció “por debajo de cuerda” el apoyo al proyecto de Rubén Rocha Moya, sin embargo, su yerno, Sergio Mario Arredondo Salas, al que apadrina y al que le había conseguido la dirección general del COBAES, renunció a esa posición para irse como “líder” la Fundación Colosio y candidato a diputado plurinominal por el PRI-PAN-PRD.
El ex gobernador Juan Millán Lizárraga tampoco dejó el PRI, pero tomó posesión, a través de su hijo, Juan Ernesto Millán Pietsch, del Partido Fuerza por México, lanzando como su candidata a gobernadora a Rosa Elena Millán Bueno, quien dio cátedras de civilidad política en la contienda electoral
El gobernador aún en activo, Quirino Ordaz Coppel se la jugó abiertamente con el candidato del PRI-PAN-PRD, Mario Zamora Gastélum, poniendo a su disposición estructura humana y material del gobierno del Estado, además de su impresionante aparato de comunicación y sus “contactos” con la prensa nacional para que operaran toda una conspiración informativa contra el candidato de Morena-PAS, Rubén Rocha Moya, y su principal aliado el dirigente del Partido Sinaloense, Héctor Melesio Cuén Ojeda.
Todavía, por “casualidad”, cada vez que Ordaz Coppel visita la Ciudad de México aparecen “golpes” contra Rocha en la prensa nacional, en la que se imprimen narco-historietas para intentar desacreditar al gobernador electo.
Con el perfil electoral, los antecedentes y la radiografía de cuerpo entero de los ex gobernadores y el gobernador en turno, Quirino Ordaz, el gobernador electo Rubén Rocha Moya no acepta recomendaciones ni recomendados…