Álvaro Aragón Ayala
La estructura de comunicación que armó Quirino Ordaz con dinero ajeno, público, falleció prematuramente. El engranaje que le costó al erario estatal la escandalosa cantidad de más de mil 905 millones de pesos del 2017 al 2019 -falta contabilizar los gastos en imagen del 2020 y 2021-, no le sirvió para asegurar el triunfo del candidato del PRI-PAN-PRD, Mario Zamora Gastélum ni para cubrir su retirada: en menos de dos meses de su retiro salieron a flote las corruptelas en que incurrió el gobierno qurinista.
La desmantelada red periodística quedó estática, estupefacta, ante el descubrimiento de las raterías del gobierno de Quirino Ordaz Coppel y afloramiento de los “moches” en la Secretaría de Obras Públicas, dependencia en la cual ya se detectaron pagos anticipados de 13 obras inconclusas y obras que registran un deterioro precoz.
El cortejo de adulación de Quirino Ordaz giró 180 grados con la derrota de Mario Zamora y el triunfo del 6 de junio de Rubén Rocha Moya de la alianza Morena-PAS y concentró el ejercicio opinativo en proteger su credibilidad, sin cuidar los intereses del otrora gobernador, quien quedó con pocos aliados y sin recursos para defenderse ante el derrumbe de su imagen que estaba colgada de los delgados hilos del reparto de dádivas, igualas, “chayotes” o de contratos de publicidad bien cimentados que hoy no puede sostener porque carece de presupuesto público.
La defensa que viene del gobierno corrupto de Quirino Ordaz Coppel no se dará en las columnas políticas de su preferencia, sino desde las catacumbas de la Auditoría Superior del Estado y del departamento de los “archivos secretos” de la Secretaría de Transparencia y Rendición de Cuentas, en donde no ha llegado todavía la “operación limpieza” de la Cuarta Transformación. Salvo Sergio Mario Arredondo Salas, de la Comisión de Fiscalización del Congreso Local, los diputados locales del PRI, no parecen dispuestos a mancharse las manos ni a poner en riesgo su trayectoria ni planes políticos por proteger al ex gobernador.
Morena documentó entre 2017 y 2018 un gasto de 862 millones de pesos, egresos que pasaron por encima del presupuesto de solo 48 millones de pesos autorizado para el área de publicidad y propaganda operada por Jesús Alberto Camacho García y Jair Flores Téllez. A principios del 2020, con información de Iniciativa Sinaloa, de la CEAIPES y de las investigaciones de diputados de Morena, salió a la luz que Quirino Ordaz invirtió mil 905 millones de pesos del 2017 al 2019 en publicidad u propaganda y la compra de encuestas y estadísticas falsas. Lo aprobado para ese rubro apenas sobrepasó los 70 millones de pesos.
En plena campaña electoral, Rubén Rocha Moya acusó que la estructura del gobierno del estado estaba al servicio de Mario Zamora Gastélum, a cuyo equipo se trasladó a Jair Flores, de comunicación estatal, para que comprara o alineara periodistas contra el proyecto Morena-PAS.
El gobernador Rubén Rocha acaba de revelar que ya para cerrar el 2020, el Gobierno del Estado pidió recursos al Gobierno Federal argumentando un falso déficit y le llegaron mil 500 millones de pesos, recursos que Quirino gastó el siguiente año y “luego te queda la duda qué era el año siguiente, el 21, qué era el 21 un año electoral, te quedan cosas en el tintero, pero ahí está”, dijo.
La estructura de comunicación que armó Quirino Ordaz Coppel le sirvió como ariete para desprestigiar a figuras políticas con las que no congeniaba o que se oponían a su Proyecto Sucesorio 2021 y para alimentar su ego con adulaciones y la falsa percepción de un buen gobierno. Se invirtió y se trabajó bajo consigna para ocultar las corruptelas de ex gobernador y de su hermano, Juan Carlos Ordaz Coppel, súper enriquecido con la asignación de las obras públicas a cambio del “moche” del 20 por ciento.
El andamiaje de comunicación sepultó la denuncia y la crítica contra el gobierno quirinista; los integrantes de la corte de adulación del ex mandatario actuaban como “asesores” sin hacer el más mínimo esfuerzo por evaluar o analizar el enfoque o la tarea gubernamental. El periodismo se mutó en propaganda y la difusión de supuestos análisis y editoriales se hacían al gusto de Quirino Ordaz Coppel.
Los medios de comunicación y los periodistas comprados por Quirino formaron parte de esos “hilos invisibles” del sistema-gobierno-PRI. Quirino, manipuló la publicidad gubernamental en el entendido de que algunos periodistas y medios carecen de autosuficiencia de recursos y se sostienen de la venta de publicidad al gobierno estatal o a los ayuntamientos. Desde la oficina de Comunicación Social repartió dinero a granel para mantener bajo control a los periodistas críticos y prohijar los ataques contra sus opositores o personajes incómodos.
Al cierre de su gobierno, con la derrota del PRI-PAN-PRD y sin recursos para pagar “protección”, Quirino Ordaz queda al desnudo como un gobernador corrupto, refractario a la transparencia, proclive al dispendió y al robo descarado de los recursos públicos. Los críticos que el anuló con pago de favores, “chayotes” o contratos de publicidad, no están dispuestos a seguir poniendo en riesgo su credibilidad ocultando las corruptelas del gobierno saliente. La verdadera historia de los latrocinios y de la impunidad de la que ha gozado el ex gobernador apenas se comienza a escribir.