Hoy, en nuestro país, hay más de 100 mil desaparecidos según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas.
En México la gente desaparece. Es como si se los tragara la tierra: niñas que salen tarde de la escuela, madres que van a buscar trabajo, jóvenes que suben memes a Facebook, padres que van a comprar comida, muchachas que esperan a su novio con ansias o adolescentes que salen juntos al cine.
Hoy, en nuestro país, hay más de 100 mil desaparecidos según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas. Aquí desaparecen nuestros amigos, nuestros vecinos y nuestras familias, pero parece que a nadie le importa. En México, evitamos hablar de los desaparecidos. No es un tema que se discuta en las casas, en las escuelas o en los mítines políticos. Todo es silencio.
En medio del silencio, hay personas que buscan a quienes desaparecen. A lo largo de todo el país grupos de familiares —principalmente madres— de personas desaparecidas, buscan a sus seres queridos con sus propios recursos. La policía, el gobierno y las instituciones de justicia no les ayudan y en ocasiones incluso dificultan su tarea. Los grupos de buscadores realizan su labor en una situación de desamparo total. Ante esta situación, un grupo de madres y familiares de desaparecidos protestó frente a la Secretaría de Gobernación, pues exigían una reunión con las autoridades.
El martes 2 de agosto, después de varios días de protesta, Adán Augusto López, secretarío de Gobernación y uno de los aspirantes a la candidatura presidencial de MORENA en 2024, decidió salir a la calle y dialogar con el grupo de familiares y madres. Una de las madres le externó “Como mujeres mexicanas le solicitamos de verdad que nos reciba”. “Si ya estoy platicando con ustedes”, le contestó el secretario entre reclamos. “Pero es informal”, le gritó otra madre. “Pero queremos un documento firmado y sellado, no nada más palabras”, le comentó otra mujer. “Yo le voy… a ver señora, ¿usted confía en mí?, le pregunto Adán Augusto López. “La verdad yo no confió en nadie”, le respondio la mujer. “Bueno, pues yo tampoco confío en usted”, concluyó el secretario de Gobernación.
El comentario de Adán Augusto ante la desconfianza legítima de esta madre es un tropiezo político importante. En México las madres buscadoras son respetadas y admiradas por la sociedad civil, pues todos saben todo lo que hacen para poder encontrar a sus hijos, la mayoría de veces muertos, y poder enterrarlos para que descansen como es debido. Estas mujeres realizan el trabajo de la policía y de las instancias de justicia. Las madres han aprendido derecho, medicina forénse, técnicas de identificación de huesos y la lógica detrás de los cárteles del narcotráfico. Por ello, el comentario del secretario de Gobernación resulta ofensivo para todas las personas que conocen de cerca la problemática de las personas desaparecidas, o que ha vivido de cerca lo que ocurre cuando una persona desaparece.
Como si no fuese suficiente, el comentario de López Hernández nos recuerda la poca atención que este gobierno y los que precedieron le han puesto a esta problemática. Si comparamos las 100 mil personas desaparecidas que hay en nuestro país con las cifras de otros conflictos armados, resulta inverosímil e incluso ridículo que el gobierno no esté invirtiendo más recursos para resolver la situación. En nuestro país hay miles de fosas clandestinas y cientos de SEMEFOS desbordadas de cuerpos sin identificar, pero no hay políticas públicas ni recursos destinados a solucionarlo. Todo el desinterés, el desamparo y el olvido que enfrentan los familiares de las personas desaparecidas y las propias víctimas de desaparición quedó cristalizado en un “yo no confío en usted”.
Valentina Tobón Vázquez
Fuente: El Heraldo de México