Alvaro Aragón Ayala
Pese a que ya se cuenta con los “retratos piscológicos” de los criminales, el ocultamiento de la información en torno al periodista asesinado Luis Enrique Ramírez mantiene en un hilo a la sociedad sinaloense y a los comunicadores. La reserva de la información viola el principio de máxima publicidad y genera la percepción de que la Fiscalía General de Justicia podría adulterar la indagatoria criminal.
El homicidio de Luis Enrique Ramírez, autor de El Ancla, columna publicada por El Debate, generó la movilización de agrupaciones de periodistas a todo lo largo y ancho de Sinaloa, cuyos dirigentes se quejan de la falta de información, pues pese a que son los que encabezan las protestas exigiendo el esclarecimiento del asesinato no tienen datos concretos sobre el curso de la investigación.
Los periodistas de Sinaloa reclaman una investigación profesional, profunda, transparente, que no dé lugar a las especulaciones y le apuestan a que las autoridades de la Fiscalía General de Justicia informen la verdad en torno al asesinato por más cruda que sea. La sociedad y los comunicadores tienen el derecho a saber qué provocó el atentado homicida de Luis Enrique, cual fue el móvil del crimen y como se está llevando a cabo la indagatoria.
Los profesionales de la comunicación se quejan de que el Vicefiscal General de Justicia, Dámaso Castro Saavedra, sobre quien, dicen, recayó la “responsabilidad” de armar la carpeta de investigación en relación al crimen de Luis Enrique Ramírez, no ofrece detalles sobre las pesquisas o los suelta retorcidos o a “cuentagotas”, lo cual da lugar a la sospecha y a sembrar conjeturas de mal gusto.
“Entre todos trabajamos en un perfil de la víctima (Luis Enrique Ramírez) para que nos ayude a esclarecer los hechos y lo compartimos; el grupo que viene se suma al grupo que tenemos nosotros. Esperamos que haya concordancia. Y como dicen en el rancho: dos cabezas piensan más que una ¿verdad? Y pues aceptamos esa ayuda y estamos trabajando juntos”, dijo la Fiscal General de Justicia, Sara Bruna Quiñónes.
De acuerdo a la versión oficial, la Fiscalía ha realizado cateos de varios domicilios, pero no sé da conocer si encontró o no la escena del crimen -casa, bodega u oficina, etc.- donde Luis Enrique pudiera haber sido encerrado y sometido a tortura, asesinado y emplayado para después, de ahí, salir a tirar su cadáver. Las autoridades ocultan la información, según dicen, para no entorpecer la investigación.
La Fiscal precisó que “hicimos entre todos un estudio victimológico, porque si nos referimos a la víctima, partimos de su vida (que) nos puede llevar a nuestras conclusiones”. Pero ¿Qué arrojó el estudio? ¿Qué datos que no conozca la sociedad y los periodistas? ¿Qué detalles de la vida de Luis Enrique que no conozca la familia y los amigos del periodista? El escamoteo de la información deriva en especulaciones de todos los calibres.
Sí, en efecto, como parte de la investigación científica-criminal, un grupo de especialistas realizó a la autopsia psicológica de quien en vida fue el autor de la columna El Ancla. Dicho estudio aportó los datos psicobiográficos que ayudaron a precisar los motivos que orillaron a Luis Enrique a descuidar su seguridad personal y salir de su casa entre las 2 y 3 de la mañana para encontrar la muerte.
Hasta donde se sabe, la Fiscalía ya descartó 3 de las 5 hipótesis elaboradas en torno al crimen (1.- El ejercicio periodístico. 2.- Una riña suscitada a una cuadra de su domicilio, que culminaría con un “levantón” y el asesinato. 3.- Un atentado para generar desestabilización política en Sinaloa. 4.- Las relaciones interpersonales. 5.- Esta hipótesis apenas va tomando forma con la autopsia psicológica del comunicador).
El trabajo de los investigadores se centra únicamente en dos líneas de investigación. La Fiscalía posee ya, incluso, los “retratos psicológicos” de los asesinos.