Alvaro Aragón Ayala
A menos de un mes de su elección como presidenta de Morena-Sinaloa, Merary Villegas Sánchez enfrenta el rechazo de militantes de a pie y de diferentes agrupaciones lopezobradoristas y el recelo y la oposición silenciosa de alcaldes, diputados locales y federales y funcionarios estatales con aspiraciones mayores rumbo a la elección del 2024. La responsable del partido guinda quedó en el centro de una fiera disputa por el poder.
La propia dirigente estatal de Morena encarna un proyecto político que choca con los planes de crecimiento de los grupos de poder de los municipios y representa “una piedra en el zapato” para el andamiaje estatal que proyecta a corto y mediano plazo no ceder ningún espacio. Todos buscan abrir coyunturas para un mayor empoderamiento y Merary Villegas se instaló en la lista de prospectas al Senado de la República generando recelos.
A la presidenta de Morena se le liga con el grupo político del diputado Ignacio Mier, con Tatiana Clouthier Carrillo, titular de la secretaría de Economía, y con René Bejarano “el señor de las ligas”. Forjó sus relaciones políticas en la ciudad de México. Es Culiacán su centro de origen distrital y mantiene solamente ramificaciones políticas en Mazatlán, con el desacreditado alcalde Guillermo -El Químico- Benítez.
DESCONOCIDA EN EL PLANO ESTATAL
Pese a que se le baraja como viable al Senado, Merary Villegas es desconocida por los morenistas de a pie de cuando menos 16 de los 18 municipios de Sinaloa y es una ignota en 6 de los 7 distritos electorales federales. De ser este su proyecto, que si lo es a juicio de analistas políticos, deberá trabajar en el fortalecimiento personal que contrastaría con sus llamados a la unidad partidista.
El arribo de Merary a los primeros planos del escenario político-electoral de Sinaloa implica el desplazamiento de otras figuras importantes. El diagnóstico político más oportuno la ubica en la competencia 2024 por encima de Graciela Domínguez, Teresa Guerra Ochoa, Feliciano Castro Meléndrez, Juan de Dios Gámez Mendívil y Enrique Inzunza Cázarez.
Antes de arrancar cualquier proyecto, personal o de unidad partidista, Merary Villegas deberá convencer a los militantes relegados del proceso interno de elección de que es una presidenta legítima y de que goza de las cartas credenciales de honorabilidad política. Los relegados morenistas no la reconocen como su dirigente estatal.
«ES ALGO QUE NACIO MAL»
Lucio Antonio Tarín Espinoza, fundador de Morena en Ahome, denunció que Merary fue electa por un Consejo Político que nació de un proceso antidemocrático en el que “la gente fue acarreada, a la gente le compraron el voto. Yo afirmo que el 85 por ciento que voto en todo Sinaloa (en la elección interna), fue gente acarreada a la que le compraron el voto”.
“Si se revisa el 70 por ciento de los consejeros reconocidos por el Comité Nacional de Elecciones, nos vamos a encontrar que más de la mitad son del 2018 para acá, y son priistas, alcaldes, diputados, funcionarios, presidentes municipales. No representan realmente a la militancia. No fue una elección libre”, puntualizó.
Idelfonso Torres Blanchet y Julio César Sierra líderes de Germinación Morena precisaron que las asambleas de Morena realizadas en Sinaloa el 30 de julio, son ilegítimas porque se violaron los estatutos del movimiento. “Da pena y vergüenza decir que ese acto, ese circo que se montó el día de las elecciones distrital, ni en los mejores tiempos del PRI, de corrupción que hubo, se había visto tanta cochinada, llena de estiércol”, dijeron.
El presidente de Morena Agropecuaria, Ignacio Leal García, dijo que «es algo que nació mal porque se violó el reglamento interno de Morena, el artículo 8, el 10, el 14. El artículo octavo dice que ningún funcionario puede ocupar una delegación mientras no renuncie al cargo. Hay que esperar a ver qué es lo que pasa, pero de antemano nosotros lo decimos, es algo que nació mal”.
EL PROYECTO PERSONAL
Definitivamente, salvo prueba en contrario, Merary Villegas es la avanzada de un grupo político femenil, apoyado desde la Ciudad de México, que tiene planes de tomar el control de las candidaturas de Morena en el 2024 para de ahí en el 2027 ir por la candidatura al gobierno de Sinaloa.
Sin embargo, para aterrizar y darle cuerpo a ese proyecto se tendrán que tejer acuerdos de alto nivel y relegar a personajes que trazan planes electorales-territoriales y estatales bajo acuerdos no escritos con el gobernador Rubén Rocha Moya.
Se antoja casi imposible que alcaldes, diputados locales y federales trabajen en el fortalecimiento del proyecto político de Merary Villegas ya que sería tanto como practicarse el harakiri y salirse de la línea trazada por el mandatario estatal.
Los márgenes de operación de la presidenta de Morena son estrechos, muy acotados, si se toma en consideración la devaluación del Consejo Político Estatal que aparte de que no está bajo su control carece del poder para el reparto de las candidaturas del 2024 que se harán por el método tradicional: las encuestas.
La ruta de Merary Villegas es de alto riesgo porque tarde que temprano chocará con los planes de consolidación de proyectos de grupos municipales a los que ella no pertenece y que le impedirán que maniobre en sus dominados territorios por el fundado temor de que les pueda comer el mandado.
Los alcaldes morenistas de Sinaloa no le abrirán las puertas de par en par para que le de juego, perfile o empodere personajes ajenos a los proyectos locales. Los presidentes municipales tienen ya sus propios candidatos rumbo al 2024 y los promueven mostrándolos en eventos públicos.
Diputados del Congreso Local y funcionarios estatales no se dejarán arrebatar sus espacios por las “directrices” de Morena-Sinaloa por lo que acercamientos, pactos y toda clase de movimientos que realice Merary Villegas estarán bajo seguimiento para paralizarla en caso de que se quiera comer la torta política antes del recreo.