Para intentar entender mejor este problema interseccional platicamos con la experta Claudia Bustos.
Las mujeres se enfrentan a diario con diferentes barreras que imposibilitan su desarrollo pleno, las cuales se multiplican cuando existe una incapacidad. En el marco del 8M, el Heraldo de México conversó con Claudia Bustos, quien es mánager regional en Inclúyeme, explicó cómo esta discriminación interseccional, donde el género y la discapacidad se entrelazan, crea brechas significativas en la participación social, laboral y educativa de estas mujeres.
Estas brechas no son meramente abstractas; son obstáculos reales, reforzados por prejuicios y desigualdades arraigadas, que limitan de manera significativa las oportunidades y el bienestar de este sector. La magnitud de este desafío se refleja en el impacto de la salud mental, el desarrollo social y las perspectivas laborales de las afectadas; desafortunadamente, tampoco existe la suficiente información para visibilizar este problema.
¿Cómo afecta la doble discriminación a las mujeres con discapacidad?
Claudia Bustos resaltó la importancia de abordar no solo las barreras físicas sino también las culturales. La creación de entornos inclusivos, donde la equidad y la eliminación de prejuicios sean prioritarios, emerge como un camino hacia la inclusión. Este enfoque requiere un esfuerzo colectivo, que abarque desde reformas gubernamentales hasta cambios en el ámbito empresarial y la sociedad en general.
“Y es que estas mujeres tienen que lidiar con dificultades como el acceso a la educación o al empleo… Por ejemplo, la participación en áreas laborales como tecnología es mucho menor, pero también cuando se incorpora una condición de discapacidad hablamos de accesibilidad en herramientas, en los espacios públicos, en las comunicaciones”, expuso la experta.
Sin embargo, los avances tecnológicos, especialmente en el ámbito de la inteligencia artificial, se presentan como potenciales aliados para superar algunas de estas barreras. Aunque la accesibilidad aún es un desafío crucial.
“Creo que debe de haber participación de todos los sectores y de todas las personas… Desde el gobierno, con iniciativas, y desde el sector privado, el cual debe fomentar el empleo inclusivo… Podemos sumar desde el cómo vemos a las mujeres con discapacidades y dejar de cuestionar si una mujer con discapacidad puede o no puedas realizar alguna tarea o puede o no asumir algún cargo”, opinó Claudia.
La falta de información incrementa la discriminación hacia mujeres con discapacidad
Una de las mayores dificultades en la lucha contra la doble discriminación es la falta de datos confiables y detallados sobre las experiencias y necesidades de las mujeres con discapacidad. Bustos consideró que la realización de encuestas y estudios específicos, como la encuesta Latinoamericana sobre Discapacidad realizada por Inclúyeme, es fundamental para comprender la magnitud del problema y desarrollar estrategias efectivas para abordarlo.
“Existe información sobre personas con discapacidad a nivel general, sin embargo, la metodología de cada uno de los países es distinta… Es un reto mejorar la metodología y adquirir más información y también información con esta perspectiva de género”, acotó.
Por ejemplo, en un análisis de Inclúyeme se menciona que los datos relacionados con la educación y la discapacidad presentados en la encuesta ENIGH 2018 del INEGI poseen un sesgo imposible de terminar, ya que “no precisa el momento en que las personas con discapacidad adquirieron esa condición”. Pero aún así, la información ahí establecida es valiosa.
“El segmento de mujeres con discapacidad presenta un mayor porcentaje de personas sin estudios, 22.09%, en comparación con el porcentaje de hombres con discapacidad sin estudio alguno, 17.08%, generándose una diferencia relativa entre ambos géneros.
La diferencia de género es más pronunciada en el caso de la educación profesional, donde el género masculino con discapacidad tiene una participación proporcional que es más del doble que en el caso femenino con discapacidad: 6.08% contra 3.89% respectivamente”, se indica en dicho documento.
La falta de datos también hace que los prejuicios sigan presentes, Claudia mencionó que “hay muchos estereotipos, sobre si pueden ser independientes o estudiar una carrera entonces en las escuelas muchas veces no se considera que una persona con discapacidad puede incorporarse entonces no es accesible no solamente en las instalaciones, sino en los contenidos… ¿Cuándo has visto un libro en braille?”, reflexionó Claudia.
Estos esfuerzos se encuentran con el desafío de metodologías no homologadas y la escasez de información desglosada por género y discapacidad. Tal como se señala en el texto “Nivel de estudios de la población con discapacidad” de 2022:
“Dado que es mayoritaria la población que no nace con discapacidad, sino que la adquiere en el transcurso de su vida, especialmente en la llamada tercera edad, las cifras reportadas se encuentran sobrevaloradas en virtud de que es probable que el levantamiento de la encuesta analizada se pudo haber efectuado cuando algún individuo de la muestra aún no tenía discapacidad. A pesar de esta probable sobrevaloración, no deja de ser notable el rezago educativo del sector con discapacidad”.
El futuro para las mujeres con discapacidad puede mejorar
Bustos reflexionó que la doble discriminación que enfrentan las mujeres con discapacidad exige una respuesta multidimensional, que incluya la recopilación de datos precisos, la promoción de la accesibilidad tecnológica y física, y un cambio cultural hacia la inclusión.
“Nosotros en Inclúyeme decimos que trabajamos con datos y no con percepciones, porque cuando tenemos la información podemos tener claridad sobre el tema a tratar… Considera aquellos aspectos en los que han tenido barreras, cuáles son las dificultades…. Con los datos podemos crear programas y estrategias enfocados en lo que las personas nos comentan y atender esas realidades”, sostuvo.
“Es importante considerar las condiciones de las personas y de las mujeres con discapacidad… Entender que enfrentan distintas barreras y trabajar en una cultura inclusiva que sume a todas las personas… Cada una de las personas tenemos que generar estos ambientes”, concluyó.
La situación de exclusión educativa del sector población con discapacidad se hace en general más pronunciada al tratarse del género femenino, destacándose en especial el hecho de que entre las personas que no cuentan con algún grado de estudios, la situación de las mujeres es mayor en un 20%.
Moisés Sánchez
Fuente: El Heraldo de México