No funcionó la agenda canina  contra el Rector de la UAS 

Alvaro Aragón Ayala. 

La estrategia de difamación conocida como la agenda canina de los diputados de Morena, Feliciano Castro Meléndrez y José Manuel Luque Rojas, entronizada contra el Rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa, no progresó porque se basó en la invención de una mentira repetida una y mil veces para enganchar a los ingenuos o cómplices en un proceso de criminalización de Jesús Madueña Molina. 

La estratagema es muy usada en los procesos electorales en donde se pone en funcionamiento una red de comunicación para que uniforme y coree un slogan, denuncia o acusación, para sembrarla en el cerebro del electorado con el objetivo de linchar a equis contendiente o bien para exaltar las cualidades no natas de algún político o candidato. Es una estrategia goebeliana-propagandística.  

Se trata de fabricar una mentira; buscar quien la publique. Una vez publicada, repetirla como si fuera un proverbio a tratar por analistas y columnistas, otorgándole grados o dosis de veracidad. Luego, una vez lograda la máxima difusión, llevar al Tribunal de la Inquisición a la víctima de la injuria. Lo anti-periodístico estriba en la falta de pruebas que sustenten una publicación de esta naturaleza

Iracundo, pues, porque el Rector de la UAS le negó el saludo, el diputado Luque Rojas, con todo el apoyo de Feliciano Castro, presidente de la Jucopo del Congreso Local, construyó el sofisma de que Madueña Molina le había dicho “perros”, a él, el sensible Jesús Manuel Luque, y quienes elaboraron la inconstitucional y anticonstitucional Ley de Educación Superior del Estado de Sinaloa, pero no aportó ninguna prueba, ni grabación ni video que respaldaran su falacia.  

Por carecer de elementos contundentes que respaldaran la mentira y conociendo los antecedentes de grillo de la vieja guardia uaseña, del llamado cartel de los jubilados, el embuste de Luque Rojas replicado por Feliciano Castro y sus amanuenses, alcanzó únicamente la categoría de mitote perverso que efectivamente una minoría pretendió darle la categoría de verdad; el mezquino chisme fue aplaudido por los diputados del PRI de corte morenista. 

Lo positivo fue que la mayoría de los periodistas no cayó en el juego-perversidad de la agenda canina porque saben y entienden el desespero que abraza a Feliciano y a José Manuel Luque por tomar por asalto y secuestrar la Casa Rosalina aprovechándose de instrumentos legaloides que ellos mismos construyen por la falta de una oposición real y de la carencia de diputados que analicen a profundidad las iniciativas de ley que se someten a votación en el Congreso Local. 

Como Luque Rojas no procesa aún que la estrategia no les funcionó, insiste e insiste, rayando en lo demencial, de que el Rector los llamó “perros”, olvidándose de que él, el diputado de Morena, la inventó el calificativo, generando a estas alturas la burla de la sociedad que guste o disguste, pese a quien le pese, ya comienza a referirse a “la perrera” cuando se trata de hablar o discutir o analizar asuntos que se abordan en el recinto del Poder Legislativo. 

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