El encargado de relaciones internacionales de la plataforma política Francia Insumisa, Christian Rodríguez, advirtió en entrevista con La Jornada que la decisión del presidente francés, Emmanuel Macron, de imponer su reforma al sistema público de pensiones sin el voto de la asamblea y sin respetar su programa de gobierno puede ser un ejemplo muy peligroso y tentador para el resto del mundo.
El representante de la izquierda de dicha nación, que estuvo de visita en México como parte de su campaña a la candidatura a diputado de la Asamblea Nacional por América Latina y el Caribe, manifestó que la democracia semipresidencial “está de luto, pues el neoliberalismo” a ultranza ha pasado por encima de ella.
Subrayó que la decisión del conservador Macron de imponer su reforma, que entre otros puntos incrementa la edad de jubilación de 62 a 64 años, recurriendo al artículo 49.3 de la Constitución, que permite aprobar sin voto parlamentario un proyecto de ley, “amordazó a la Asamblea Legislativa”.
“Este ejemplo es tentador para todas partes del mundo, y resulta peligroso. Con lo que están jugando es contra el concepto de democracia como ejercicio soberano de manifestar su opinión y que sea respetada por el gobierno.
“Es un riesgo peligroso porque van amordazando la opinión del pueblo, y piensan que la clase política es la que decide y el pueblo no tiene nada que ver, porque bajan con la ciudadanía cada cinco años a pedir el voto y luego se olvidan”, aseguró. Rodríguez consideró que “la gente está cansada de sentir que hay una clase política incapaz de responder a las necesidades mínimas y básicas para ser felices cada uno de nosotros”.
El político chileno-francés destacó que las verdaderas razones de la crisis que atraviesa el mundo “están en un sistema depredador, cada día más cruel, en la acumulación, en la repartición de la riqueza. En Francia, 63 por ciento del uno por ciento de la población más rica ha aumentado su riqueza, y 39 por ciento del otro 99 de la población ha tenido un poquito de migajas”.
Arturo Sánchez Jiménez
Fuente: La Jornada