Alvaro Aragón Ayala
El gobernador electo Rubén Rocha Moya ofrece a los comunicadores, casi todos los días, material para que sean pasados por el cedazo del análisis o la crítica, pero los datos que provee generan especulaciones, no diagnósticos certeros, sino especulaciones a secas.
Ahí les va para que especulen, habría de decir el gobernador Rubén Rocha Moya. Eso da lugar a la especulación, repetiría, obligando a un reducido número de comunicadores a preguntarse qué tipo o nivel de periodismo se está practicando en Sinaloa.
Lo que realmente entrega el futuro mandatario estatal es material para el análisis, sin embargo, los periodistas, en la comodidad, prefieren especular, elucubrar, desviar la atención o jugar a la clarividencia política.
Para quienes ejercen el oficio de informar, opinar o criticar se hace necesario recordar que periodismo y especulación son términos tan antagónicos como verdad y mentira.
En Sinaloa, al afán por ganar la primicia y la “inmediatez informativa” que provocó la revolución digital, ya se sumó el de las conjeturas e hipótesis galácticas, en vez de informar y analizar con objetividad y con hechos fríamente contrastados.
El periodismo especulativo prevalece en los últimos tiempos con preguntas en el aire dejando de lado si una noticia es verídica o falsa o si esta noticia requiere de un diagnóstico profundo. O bien camufla una opinión para hacerla pasar como si se tratara de un real análisis político.
La hipótesis sin contrastar, el morbo, el sensacionalismo y a veces la intencionalidad personal y política se imponen al periodismo, en el cual ya se “reventó” uno de sus fundamentos básicos: la certeza. Se sobrepone, pues, la suposición a la noticia y al análisis certero.
El periodismo especulativo fue ejercido sobre Rubén Rocha Moya en calidad de candidato de Morena-PAS al gobierno de Sinaloa y no influyó en el cambio del escenario político electoral ni en la toma de decisiones de quien cosechó el 6 de junio la victoria en las urnas.
Al ejercicio de la especulación contra Rocha Moya se agregó el “efecto ventrílocuo”, que consistió en usar múltiples plataformas para unirlas en una sola voz pretendiendo provocar un aumento estructural de la desinformación en perjuicio del abanderado de Morena-PAS. La estrategia falló porque tenía como sustento la especulación y la mentira.
Ahora el periodismo especulativo priva en los comentarios que se tejen alrededor de quienes serán los integrantes del gabinete. Nombres y nombres escritos con lápiz se deslizan por las plataformas de la comunicación, sin que nadie se atreva a señalar las debilidades, más que las fortalezas, de cada uno de los personajes. El “cucara macara, títere fue, yo no fui, fue Teté”, es la lógica de muchas columnas “políticas”.
Como se trata de meras especulaciones, el gobernador electo Rubén Rocha Moya, quien le entiende muy bien al ejercicio periodístico – ya escribió varios libros, incluso-, se mueve como “pez en su tinta”. La especulación no impacta, no obliga a cambiar la toma de decisiones, y únicamente aporta al rumor o a la chismografía palaciega.
El mapa de la crisis del periodismo sinaloense nos indica que se está informando y analizando deficientemente, sin contexto, sin verificación de datos, sin proveer criterios de comprensión, con una alarmante inclinación a la especulación para no lastimar o no quedar mal con nadie.
Así, el periodismo no sirve para la deliberación pública porque perdió su capacidad narrativa, su actitud crítica y su potencial democrático.