Nueva York. Ante miles de amenazas de violencia contra políticos, investigaciones criminales por intentos de golpe de Estado y secuestros políticos, con una mayoría de candidatos republicanos declarando que no reconocen el triunfo del demócrata Joe Biden de hace dos años, y algunos afirmando que no aceptarán otro resultado que el que desean ahora, en las elecciones intermedias programadas para el próximo martes el sistema democrático mismo está en juego en Estados Unidos.
Agrupaciones ultraderechistas, incluidas organizaciones paramilitares armadas, intimidan a votantes cerca de casillas y buzones donde se pueden depositar votos adelantados, provocando disputas legales, mientras en varios estados autoridades conservadoras están abiertamente implementando medidas para suprimir el voto de sus contrincantes.
Autoridades electorales en varios estados se preparan para una ola de disputas mientras abundan los abusos en contra de personal en casillas y otras entidades electorales. Varios funcionarios comiciales locales han renunciado ante amenazas de violencia y otros hostigamientos que han continuado desde la elección presidencial de 2020.
Mientras, se han multiplicado las amenazas de violencia política contra legisladores. Según la policía del Capitolio, se registraron más de 9 mil 625 amenazas contra legisladores en 2021, un incremento multiplicado por 10 desde la elección de Donald Trump en 2016.
El viernes pasado, en un incidente que sacudió a la clase política, un fanático ultraderechista trumpista atacó a martillazos al esposo de Nancy Pelosi –la presidenta de la Cámara Baja federal y segunda en la línea de sucesión a la presidencia–, en su hogar en San Francisco, mientras gritaba “¿dónde está Nancy?” (ella se encontraba en Washington). Ese era el mismo grito que corearon derechistas cuando asaltaron el Capitolio el 6 de enero de 2021, como parte de un intento de golpe de Estado impulsado por Donald Trump y sus cómplices. Agencias federales repiten que la mayor amenaza a la seguridad nacional del país proviene de agrupaciones derechistas extremistas, y circulan alertas sobre la posibilidad de actos violentos provocados por ellos durante esta coyuntura electoral.
Este es el contexto en que se llevan a cabo las elecciones intermedias en las cuales están en juego las 435 curules de la Cámara de Representantes, 35 de los 100 esca-ños del Senado y 36 (de un total de 50) gubernaturas estatales y otros puestos locales y estatales. Por ahora, los demócratas controlan la Cámara Baja, con una mayoría de 222 contra 213, y el Senado, donde hay un empate a 50, pero la vicepresidencia tiene el voto para romper empates y en este caso es demócrata. A nivel estatal los demócratas tienen 22 gubernaturas frente a 28 de los republicanos. Pero no sólo está en disputa el equilibrio del poder entre ambos partidos nacionales, sino, según el presidente, ex presidentes y otros líderes políticos, la existencia del sistema democrático.
Esta semana el presidente Joe Biden declaró que “la democracia en sí” está en juego en esta elección. Condenó “la violencia política y la intimidación de los votantes”, y ante las expresiones de candidatos republicanos que rehúsan comprometerse a reconocer los resultados declaró: “no puedes amar a tu país sólo cuando ganas”.
El ex presidente Barack Obama también ha enfatizado que la democracia estadunidense enfrenta un momento crucial en estas elecciones al acudir a tres estados para promover el voto, declarando en Arizona que ahí “la democracia, tal como la conocemos”, podría morir si ganan los que rechazan la legitimidad de resultados electorales durante los últimos dos años.
Aun si se logra superar todos los obstáculos y conflictos en el proceso electoral, varios republicanos han dejado claro que continuarán empleando la táctica de Trump de simplemente rechazar resultados adversos y cuestionar la integridad de la elección.
Cuando a Kari Lake, candidata republicana trumpista a gobernadora del estado de Arizona, le preguntó CNN si aceptará el resultado en caso de perder, respondió: “ganaré la elección y aceptaré ese resultado”. Ella es una prominente promotora de la “gran mentira” de Trump de que el triunfo le fue robado en 2020 por fraude realizado por la “izquierda radical” demócrata.
Lo que cultivó Trump desde entonces ha resultado en que 65 por ciento de los votantes republicanos aún perciben como ilegítima la presidencia de Biden, según una encuesta reciente de NBC News. Un gran número de los candidatos republicanos en esta elección –291– siguen rechazando el resultado de las elecciones de 2020, según The Washington Post.
Robert Reich, analista y ex secretario de Trabajo, dice que esta elección es diferente a todas las que ha atestiguado: “la pregunta más grande sobre las elecciones intermedias de 2022… es análoga a la pregunta que enfrentamos como nación en 1860 al deslizarnos hacia una guerra civil trágica. Es sobre si perdurará nuestra democracia”.
David Brooks, corresponsal
Fuente: La Jornada