Se exacerbarán sequías en México y Centroamérica con patrones climáticos perturbadores.
Por vez primera en 7 años, las condiciones de la Corriente de El Niño en el Pacífico Tropical son de un probable aumento de las temperaturas globales y patrones climáticos perturbadores, de acuerdo a la Organización Meteorológica Mundial (OMM), por lo que el inicio de este evento requiere de acciones tempranas para salvar vidas y medios de subsistencia.
De acuerdo con el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), se espera que El Niño continúe en el Hemisferio Norte durante el invierno. La probabilidad es mayor al 95% de que se mantenga de diciembre 2023 a febrero de 2024. El pronóstico es que de noviembre a enero se desarrollará un evento de El Niño fuerte.
La sequía que se padece en gran parte de Centroamérica y en el centro y sur de México es debido a este fenómeno. Y para el norte de la República, hay predicciones de habrá lluvias muy fuertes.
La anterior aparición de El Niño fue en 2015 y 2016. Afectó a más de 60 millones de personas en cerca de 23 países, por lo que la FAO urge a los países de América Latina y el Caribe, adaptar sus sistemas de producción agrícola a un escenario en donde se exacerbarán las sequías y el riesgo de inseguridad alimentaria.
El Niño es un fenómeno natural de ciclo irregular, sucede cada tres a siete años. Es resultado de la interacción entre el océano, en este caso el Pacífico Ecuatorial y la atmósfera del planeta.
El fenómeno se manifiesta de formas diferentes en el globo terráqueo debido a las condiciones climáticas propias de cada región y según la época del año en que aparezca.
En México, si aparece en primavera suele provocar más lluvias en la parte oeste y norte del país. Si lo hace en verano, propicia sequía en la Península de Yucatán.
Y sí es en el otoño, genera condiciones húmedas para el noroeste y Yucatán así como condiciones secas en la parte del Golfo.
Sí ocurre hacia diciembre, aumenta la probabilidad de sequía para el norte de la República, el Bajío y algunas zonas del Golfo.
De las predicciones de que más hacia el norte del territorio nacional se tendrán lluvias muy fuertes, ya en Estados Unidos ha habido inundaciones. Lo que muestra la diferencia del efecto del fenómeno que hacia el sur se manifiesta con sequía y en el norte con exceso de agua.
Agricultura de conservación para hacer frente al cambio climático
La predicción además es que estos extremos pueden ser cada vez más comunes en los años que vienen debido al cambio climático, menciona Nele Verhuist, líder de investigación en sistemas de cultivos para América Latina del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).
La doctora Verhuist, frente a un conjunto de parcelas experimentales en El Batán, en Texcoco, Estado de México, señala que dos de ellas contrastan notablemente. Mientras en una, el cultivo de maíz se desarrolla favorablemente, en la otra, las milpas lucen raquíticas.
“Aquí tenemos una comparación muy clara entre la labranza convencional que incluye rastra y remoción del rastrojo ya por más de 30 años en un monocultivo de maíz y la agricultura de conservación , donde vemos cero labranza y se deja todo el rastrojo de dos cultivos, porque corresponde a una rotación de maíz y trigo”, dijo Verhuist.
Con la sequía que hemos vivido en los últimos dos meses, tenemos muy claras estas diferencias que se aprecian entre estos dos tratamientos. En junio solo cayó una tercera parte de la precipitación normal.
Refleja que la práctica convencional de esta zona propició un suelo degradado, que no tiene buena estructura y no permite una buena infiltración del agua, aún cuando llueve. “Y con la poca precipitación que tuvimos, notamos que el desarrollo del cultivo está muy afectado. Se queda en estado vegetativo, con plantas muy pequeñas. Y es poco probable que alcancen a producir alguna mazorca”.
“En cambio, con la agricultura de conservación se infiltra mucho más el agua de lluvia, porque tenemos esta capa de rastrojo que protege el suelo. Además de mejorar la estructura del suelo se favorece la formación de agregados que son importantes para que el agua pueda infiltrarse”, afirmó.
Ante un panorama donde existe un grave riesgo de que estas condiciones climáticas extremas empujen a millones de personas a la pobreza y a la inseguridad alimentaria aguda en las regiones más vulnerables del mundo, en el CIMMYT, sus colaboradores hacen un esfuerzo sistematizado para aprender y difundir experiencias, prácticas y tecnologías que, como la agricultura de conservación ofrecen soluciones probadas para que los agricultores hagan frente a los desafíos impuestos por El Niño en particular y el cambio climático en general.
Bertha Becerra
Fuente: El Sol de México