Alvaro Aragón Ayala
Colgado de los hilos de su aparato de comunicación que le ha costado al erario público más de mil millones de pesos, Quirino Ordaz Coppel manda la lectura de que no se quiere ir, rayando a la vez en la ridiculez al pretender convertirse en el alter ego del gobernador electo Rubén Rocha Moya, quien da sobradas muestras de que “no necesita bules para nadar”.
El gobernador en funciones simula no darse cuenta de que el 6 de junio perdió la elección, de que sus últimos tres proyectos políticos fracasaron y de que ya le llegó la hora de despejar los espacios del Tercer Piso, pues asume el rol de protagonista y de constructor del “nuevo” Sinaloa al adjudicarse obras de la Cuarta Transformación y tratar de dejar un legado de proyectos técnico-ejecutivos más viejos que Matusalén, pero que él se los adjudica como propios para “heredarlos” al futuro gobernador de Sinaloa.
La primera derrota de Quirino la descarnó su proyecto “Puro Sinaloa”, con el que pretendió imponer candidato al gobierno de Sinaloa; la segunda fue la imposición del Grupo Atlacomulco/Hidalgo del abanderado del PRI-PAN-PRD al gobierno de Sinaloa, Mario Zamora Gastélum, quien dejó en el camino a tres alfiles del mandatario estatal.
La tercera derrota quirinista lo fue el fracaso del candidato del PRI-PAN-PRD, Mario Zamora Gastélum, cuyo proyecto tomó como suyo, convirtiéndose en su principal operador político, sumándole a su campaña su corte de adulación y sus estrategas de comunicación, quienes fracasaron ante la dinámica electoral y la ruta propagandística-publicitaria y de contra información que trazó el candidato de Morena-PAS, Rubén Rocha Moya.
La señal de que el gobernador no se quiere ir y de que del 2022 al 2024 quiere “trascender” para operar su “retorno”, la ofreció al periodista Luis Enrique Ramírez en su columna ANCLA del 10 de julio, que tituló “El Quinto de Quirino y un hilo que se rompe por lo más delgado”:
¿Qué viene después para Quirino? Su proyecto político se derrumbó con el fracaso estrepitoso de su partido en las dos elecciones que le tocaron como “primer priista del estado”.
La lógica apunta a que retome su vocación como empresario hotelero, pero en materia de poder aplica el dicho “cuando esta víbora pica, no hay remedio en la botica”.
Se rumora que, junto con otro relevante personaje que sabe cómo nadie que “información es poder”, emprende un nuevo medio de comunicación que, anuncian, arreciará en noviembre con un despliegue que, así tan rápido, solo se puede conseguir con mucho, muchísimo dinero.
En los 80, Quirino fue director de El Demócrata, periódico de Mazatlán que compró su padre.
Apoyado por su aparato de comunicación, Quirino Ordaz Coppel se mueve como si anduviera en campaña política, ocultado el desastroso estado en la que entregará su administración e “inaugura” obras proyectadas desde el gobierno de Mario López Valdez o bien ejecutadas por el gobierno de la Cuarta Transformación. La realidad es que no se quiere ir. Quiere seguir marcando agenda con cargo al erario público, no a su bolsillo.
Quirino Ordaz ha intentado “robarse” la paternidad de las obras federales –carreteras y presas- y la distribución de los apoyos que viene otorgando el gobierno federal a los sectores más marginados, obligando a Andrés Manuel López Obrador a realizar tres giras para recalcar los proyectos que ejecuta la Cuarta Transformación y los programas que desarrolla para respaldar a las clases más desprotegidas de Sinaloa.
El presidente Obrador no se ha dejado comer al mandado pues identifica al gobernador como un político ladino que se dice “amigo”, pero que “por abajo bolas”, golpea al hígado y al mentón con la derecha y la ultraderecha. Quirino Ordaz aprovecha las visitas estratégicas del mandatario de la nación para mostrarse como un gobernador fiel a la causa de la Cuarta Transformación, a la cual le declaró la guerra desde el 2018, a raíz de la derrota presidencial de su amigo el priista José Antonio Meade Kuribreña.
Obra planeada por Mario López Valdez en funciones del gobernador, pero ejecutada por Conagua, la desviación de las aguas del dren Juárez hacia el Dren Buenaventura, cuya primera y segunda etapa se realizaron durante las administraciones municipales de Arturo Duarte y Álvaro Ruelas Echave, Quirino Ordaz se la adjudica ya como propia con la falsedad de que vendrá a acabar con los problemas de inundaciones en Los Mochis.
La realidad es que la obra es federal ya que la mayor aportación económica para su ejecución la aporta el gobierno de la Cuarta Transformación. Pero, además, el enlace del dren Juárez con el Dren Buenaventura no acabarán con las inundaciones en Los Mochis, ciudad a la que le hace falta introducir más tubería para el drenaje pluvial y desviar, hacia fuera del área urbana, las aguas de la zona agrícola que en las temporadas de riego y de lluvias son desfogadas por el dren Juárez, rebosándolo.
Plagiador de las obras del gobierno federal, Quirino Ordaz quiere dejar también impreso de que si se llega a construir el “puente Huites” -proyecto viejísimo-, allá en las estribaciones de la sierra de Choix y la presa “Luis Donaldo Colosio Murrieta”, será por sus insistencias en el gobierno federal.
Para pasar como el gestor de la obra se le pega como lapa en la ciudad de México al gobernador electo, Rubén Rocha Moya, quien ya obtuvo, para desgracia de Quirino, la promesa del presidente Andrés Manuel López Obrador que destrabará ese proyecto y es probable que la inversión se incluya en el Presupuesto de Egresos Sinaloa 2022.
La realidad es que Quirino Ordaz no se quiere ir y su jugada inmediata es blindarse y no desaparecer para figurar, de nuevo, en el escenario político en el 2024 por el PRI, su partido. Bien le aplicó el refrán el periodista Luis Enrique Ramírez: en asuntos de poder “cuando esta víbora pica, no hay remedio en la botica.
Quirino pregona que él y Rubén Rocha andan juntos “por el bien de Sinaloa”. Sí, juntos, pero no revueltos….