Refinería Dos Bocas “descompuso” a Paraíso: ya es primer lugar en delitos

El municipio donde se construye la refinería prometida por López Obrador pasó de una tasa de 55.3 delitos por 100 mil habitantes en 2019 a una de 66.3 en 2021

PARAÍSO. Con la construcción de la Refinería Olmeca, la población del municipio de Paraíso, en Tabasco, comenzó a vivir un clima de mayor inseguridad.

Según datos de la Fiscalía General del Estado (FGE), los delitos de impacto social crecieron dramáticamente en la zona, de suerte que Paraíso pasó del sexto lugar en el ranking delictivo del estado en 2019 —cuando inició la construcción de la planta— al primer sitio en este 2022, a días de su inauguración por el presidente Andrés Manuel López Obrador.

La incidencia delictiva primero bajó de una tasa de 55.3 delitos por cada 100 mil habitantes durante el primer año de gobierno de la Cuatroté a 48.4 en 2020, lo que corresponde con un desplome nacional de los ilícitos debido al confinamiento por la pandemia de Covid-19.

Pero conforme las personas retomaron sus actividades, el crimen volvió a las andadas. Para 2021, la incidencia delictiva en el municipio costero se disparó a 66.3 eventos por cada 100 mil personas. Y con apenas el registro de los primeros cinco meses de este año la tasa de incidencia delictiva ya es de 27.3, la más alta en todo Tabasco.

PARAÍSO ROJO

Para el presidente del Observatorio Ciudadano Tabasco (OCT), Miguel Ángel Jorge Narváez, “Paraíso es un foco rojo”.

“Después de que ya hay una activación en la movilidad de casi un 100 por ciento y no nada más en Paraíso, sino en todo el estado de Tabasco, todos los delitos se han activado”.

Narváez añade que el incremento en la incidencia delictiva se debe especialmente al robo de vehículos. También hay focos de alerta en el robo a casa habitación y las lesiones dolosas.

“Otro (delito) que va al alza es la violencia familiar, que también ha crecido en el estado de Tabasco, pero Paraíso tiene ciertos puntos de incrementos”.

Los pobladores del municipio aseguran que los robos, asaltos y lesiones aumentan hacia el fin de semana.

“Muchos obreros regresan a sus casas, pero la gran mayoría son foráneos y se quedan en Paraíso, son quienes llenan los bares y restaurantes y en muchos de los casos, los que protagonizan peleas, accidentes y lesiones”, narra el obrero Oscar Ovando.

La percepción que impera en los lugareños es que desde que el ejército de 35 mil trabajadores —no todos mexicanos, y mucho menos tabasqueños, como prometió la Cuatroté— hizo su arribo a este apartado rincón a orillas del Golfo de México para construir la refinería, proliferaron las cantinas, los bares de mala muerte, los puntos de tiradero de drogas y las casas de prostitución.

Se buscó la postura de las autoridades del Ayuntamiento respecto al aumento de la inseguridad y de estos giros, pero al cierre de la edición no hubo respuesta.

De acuerdo con el presidente del OCT, tienen entendido que las autoridades locales han hecho un esfuerzo por capacitar y equipar a la policía municipal como una forma de reducir la incidencia delictiva, “ojalá que así sea y veamos más adelante una baja”.

Y aunque el Gobierno federal prometió bonanza, ésta nunca llegó. O si llegó, no fue para todos. “Están haciendo su agosto los de siempre”, dice Pedro Domínguez, zapatero remendón, quien ofrece sus servicios apostado en las inmediaciones del primer cuadro.

“Para mí es igual, lo mismo… (la) mejora (fue) para las compañías. Para nosotros está peor, porque todo subió… La cosa cambió para la gente de fuera, pero la inseguridad está peor cada vez, afirma.

Aumentó la delincuencia, aumentaron los precios, aumentaron los embotellamientos. Ahorita ya están tapadas todas las salidas, pero cuando la refinería esté trabajando, van a aumentar las enfermedades y la contaminación, considera Ana Gómez, empleada de una tortillería.

MÁS BARES QUE ESCUELAS

Un perpetuo caos vial. Un constante ir y venir de centenares de obreros, enfundados en overoles anaranjados. Una fila de al menos seis kilómetros de largo, integrada por inmóviles vehículos pesados con el motor encendido, pertenecientes a las compañías contratistas. Un reloj descompuesto, detenido a las 6:50 horas, en pleno parque central.

Esto es lo primero que encontrará quien pretenda visitar el municipio de Paraíso, a tan sólo unos días de la inauguración de la primera etapa de la Refinería Olmeca, obra insignia de la actual administración federal.

Otra cosa salta a la vista al internarse en este otrora pueblecillo adormilado del sureste mexicano: la proliferación de tiendas OXXO con venta de bebidas alcohólicas, de expendios de cerveza SIX y Modelorama que salen al paso sobre la carretera que conduce al centro. Hay más comercios de estos giros, da la impresión, que escuelas por kilómetro cuadrado.

Son las 11 de la mañana, y en las inmediaciones de la plaza de armas, un grupo de al menos nueve alumnos de la Escuela Secundaria Técnica Número 31, hombres y mujeres, pasan el rato a la sombra de un árbol.

El otro día me asaltaron por la comisaría; me quitaron mi mochila y por eso me tuve que comprar ésta —dice Gibrham, entre risas y burlas de sus compañeros.

Los chicos están en pleno horario escolar, pero como es quincena, los maestros se han “ido a cobrar” y el alumnado sale temprano. Los días 15 y los 30 los pasan en algún parque público. Este día en particular no pueden irse a sus casas ni aunque quieran, porque hay un bloqueo de pobladores en una de las arterias principales del municipio, lo que paralizó el transporte público.

—No hay combis, no hay a dónde ir… Ahorita va a venir un helicóptero (por nosotros) y va a bajar —dice uno en son de broma. Los demás no paran de reír, y luego, ante el temor de ser fotografiados, huyen en desbandada.

Ángel Vega y José Guadalupe Pérez | El Heraldo de Tabasco

Fuente: El Sol de México