ÁLVARO ARAGÓN AYALA
El gobierno que construye Rubén Rocha Moya, el cual ya destruyó parte de los andamiajes podridos del modelo de administración pública priista que privilegió los dispendios, las obras faraónicas y las frivolidades, aunque con los bemoles naturales de todo relevo-transición, demuestra las indiscutibles fortalezas de un nuevo esquema institucional de gobierno de y para la gente.
La herencia maldita de los últimos gobiernos estatales neoliberales, escollos que se propone desenraizar, no obstaculiza la colocación de los modernos cimientos del gobierno de la Cuarta Transformación que en sus primeros días ofrece la lectura del poder de la transformación y el vigor de una nueva hornada de funcionarios públicos.
Los modelos de corrupción
Jesús Aguilar Padilla gobernó los primeros días con el estigma de ser un títere de su antecesor, Juan S. Millán Lizárraga, y con una oleada de violencia y la presencia de los poderes fácticos que terminaron por cooptar los aparatos de seguridad del estado; Mario López Valdez arrancó su administración, herrado por las negociaciones a traspatio con empresarios de Los Mochis y con una escalada de crímenes que empañaron su ejercicio de gobierno.
En tanto, Quirino Ordaz Coppel se alejó de la gente, de la sociedad, y “gobernó” para anchar su fortuna personal, dirigiendo el presupuesto público hacia Mazatlán, invirtiendo, allá, en obras que fortalecieron únicamente al sector hotelero y restaurantero, mandando al diablo a los habitantes de los otros 17 municipios. Quirino desquicio el sector Salud y dejó a Sinaloa en la quiebra, con deudas sin sustento de pago, con fraudes al IPS y el ISSSTESIN y con un déficit de 2 mil 618 millones de pesos.
Romper con prácticas dañinas
Con el proyecto de acabar con las dañinas prácticas del pasado y el compromiso de emprender una reingeniería a fondo y total de la estructura de gobierno, Rocha Moya tomó el timón el 1 de noviembre. El andamiaje humano, los perfiles del gabinete entrante, refleja el rompimiento con el viejo modelo priista y la llegada de una hornada de funcionarios públicos con compromisos muy bien definidos con la sociedad.
El primer diagnóstico sobre las “entrañas” de las secretarías de gobierno arroja que los líderes sindicales o grupos que se han enquistado en las áreas claves de las dependencias pretenden mantener sus “influencias” sobre los nuevos mandos o superiores inmediatos; hay casos en que intentan seguir operando áreas o departamentos enteros como antes, como si fueran de su propiedad.
El modelo de gobierno de Rubén Rocha tiene en Enrique Inzunza Cázarez un fuerte aliado y un magnífico operador político. Sobre Enrique se descargan críticas de quienes la apuestan al desempleo o al fracaso de cualquier proyecto de miembros de su familia, censurando el ascenso de su hermano Santiago a la dirección general del Cobaes y de su esposa Claudia Yuridia Meza, como magistrada del Supremo Tribunal de Justicia, y de Sara Bruna Quiñonez Estrada en la Fiscalía General de Justicia, cuando sus promociones se ajustan a las reglas básicas de la meritocracia, ese sistema en que el que la asignación de cargos la determinan el talento, la inteligencia y la trayectoria.
La comunicación rochista
En sus primeros días de gobierno, Rubén Rocha Moya, inauguró dos modelos de comunicación con los medios, uno meramente personal y el otro ajustado a una nueva interrelación con los periodistas. Los dos se amalgaman y proyectan la imagen del gobernador y constituyen una praxis cotidiana para lograr la democratización de la información pública.
El modelo de comunicación personal, directo, de Rocha Moya, el del ejercicio colectivo de las conferencias “semaneras” y las declaraciones que concede en solitario a los medios de comunicación, es muy distinto a la de su antecesor, Quirino Ordaz Coppel, quien construyó una barrera entre él y algunos medios de comunicación y la sociedad, privilegiando con la información a su “corte de adulación”. Quirino se construyó una apócrifa imagen invirtiendo mil 905 millones de pesos del erario público en la compra de entrevistas, encuestas y el diseño de escenarios imaginarios en torno al falso desarrollo de Sinaloa.
El mandatario estatal y su equipo de comunicación entienden la importancia de los medios en la vida democrática de Sinaloa y de que es necesario alimentar con información de primera mano a los periodistas, considerados las “correas” de trasmisión hacia la sociedad.
Si la información fluye de manera transparente, sin carátulas publicitarias, sin el maquillaje de opiniones compradas o encuestas falsas, alcanzará mayor estatura profesional la crítica y se irán acabando paulatinamente los tradicionales chismes y “filtraciones” perversas que empañan el ejercicio gubernamental y generan desconcierto social.
En 19 días de gobierno ya se notan los cambios y la acelerada demolición de los andamiajes podridos de lo que fue administración pública priista, el derrumbe de los gobiernos que le apostaron a la corrupción, al enriquecimiento personal y grupal, a la edificación de obras inútiles o a la construcción de edificios y estadios para beneficiar a la “mafia del poder”.
En 19 días la sociedad palpa las bondades del nuevo gobierno rochista que se enfrenta con la herencia maldita de los últimos gobiernos estatales neoliberales…