Alvaro Aragón Ayala
“Las organizaciones revolucionarias que suscriben, ante usted elevan respetuosamente su enérgica protesta por el nefando crimen de que fue víctima el señor Coronel Rodolfo T. Loaiza, Gobernador Constitucional del Estado de Sinaloa, en el Puerto de Mazatlán en la madrugada de hoy. La trágica muerte de nuestro gobernante señala el desbordamiento del crimen organizado en la región Sur del Estado…”. Culiacán, Sin., 21 de febrero de 1944. Presidente del H. Congreso de la Unión. México. D.F. Telegrama firmado, entre otros, por Leopoldo Sánchez Celis, secretario general de la Federación de Organizaciones Populares; José Ildefonso Valenzuela, por la Federación de Trabajadores de Sinaloa; y Juan Macedo López, por la Sección XV del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Enseñanza.
Proeza escapar al estigma
La Sucesión 2024 adelantó el cronómetro de la lucha por los espacios mediáticos y elevó el desespero por el control de las agendas periodísticas. La narrativa de los comicios del 2021, recreadas con relatorías ciertas y narco-escenarios novelescos, subsisten en lo vago, en el justo paralelo de la imprecisión, entre mentiras y verdades.
Las elecciones que se celebrarán el próximo 5 de junio en 6 estados del país violentaron la disputa por el dominio de vocablos ríspidos para usarlos, de nuevo, con falacias y axiomas, con mentiras completas o veracidades a medias, como alegorías para el desprestigio de personajes políticos y sus derivados. El civismo político ha sido sepultado.
El dicterio es la peripecia del narco, la narcoelección, el narcocandidato o el narcogobierno. Es la praxis de la Política a la Mexicana, el arcaico modus electoral que dejó como herencia el PRI y el PAN y que emerge cual Frankenstein de ultratumba para su uso inmediato. La consigna es colocar a los candidatos de Morena, sus gobernadores y sus familias (sus hijos) en el escaparate del descrédito.
PRI y PAN y el estado violento
El narco estado es parto de los gobiernos de la posrevolución y la actividad narca constituyó el alimento de los gobiernos emanados del PRI y del PAN. En Sinaloa el cultivo del opio data de los años 20 y 30 del siglo pasado. Los Chinos trajeron la adormidera de donde se extrae el alcaloide. En la Segunda Guerra Mundial México-Estados Unidos suscribieron un convenio para sembrar mariguana y amapola en la convergencia serrana de Los estados de Chihuahua, Sinaloa y Durango.
Carlos Salinas de Gortari (PRI), Ernesto Zedillo Ponce de León (PRI), Vicente Fox Quesada (PAN), Felipe Calderón Hinojosa (PAN) y Enrique Peña Nieto (PRI), usaron la etiqueta de las manos limpias para ocultar su convivencia y dependencia del narco. El priista Salinas puso a caballo los crímenes de estado. El panista Calderón, sin tareas previas de inteligencia para una verdadera estrategia antinarco, usó su condición de Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas para lanzarlas a un loco combate al crimen organizado. El priista Enrique Peña Nieto le dio continuidad a la aberración.
En los tres sexenios el país se tiñó de sangre. Durante el régimen salinista fueron liquidados cientos de perredistas y luchadores sociales, y asesinados el candidato del PRI a la presidencia de la República, Luis Donaldo Colosio Murrieta, el Cardenal Juan Jesús Posada Ocampo y el cuñado de Salinas, José Francisco Ruiz Massieu. Calderón y Peña Nieto “inauguraron” los “levantones”, las desapariciones, los cementerios clandestinos, las narcofosas, los colgados, los mutilados y los degollados.
Una actividad muy arraigada
La vorágine electoral en seis estados impacta en Sinaloa. El senador del PRI, Mario Zamora Gastélum, desató una cacería contra el gobernador Rubén Rocha Moya, intentando vincularlo con el narco, a él, y a unos de sus hijos. La “calentura” es típica del nuevo orden político estatal y nacional. La estrategia política-electoral-mediática de la alianza opositora es curarse en salud y calificar de narco-presidente a Andrés Manuel López Obrador y los gobiernos estatales emanados de Morena.
En la estratagema propagandística-publicitaria el PRI y el PAN pretenden hacer creer a la sociedad que el narco y la complicidad con los políticos nació con Morena y ocultan datos que trasladan a la realidad del pasado y que permiten hacer un ejercicio memorioso sobre los orígenes del narco y cómo se ha enraizado en Sinaloa. La criminalización política-electoral no es nueva. Sí. El derrotado Zamora ejerce sobre Rocha una especie de vendetta política mediática.
En marzo del 2020, para “conquistar” votos, el desbozalado panista Vicente Fox acusó a Antonio Toledo Corro de estar ligado con los carteles de la droga y de jugar ajedrez con el capo Miguel Félix Gallardo. Nunca aportó pruebas. También, en el 2000, al candidato presidencial del PRI, Francisco Labastida Ochoa, el PAN le inventó que la CIA había revelado lazos del ex gobernador de Sinaloa con narcotraficantes. La oficina de información del entonces candidato priista señaló que el artículo publicado por Insight constaba de simples refritos, “y que repite calumnias y falsedades publicadas por The Washington Times el 5 de febrero de 1998, oportunamente desmentidas por Labastida”
Las revelaciones de Manuel Lazcano Ochoa
Manuel Lazcano Ochoa, quien fue procurador de Sinaloa en los gobiernos de Pablo Macías Valenzuela, Sánchez Celis y Labastida Ochoa, escribió su libro Una Vida en la Vida Sinaloense en el que reveló: “el asunto del tráfico de drogas en Sinaloa ya impactaba desde Los años treinta: políticos, comerciantes, empresarios, policías, campesinos, todo el mundo sabía que se sembraba amapola; se sabía quiénes eran Los productores y el Jefe de la Policía era el que iba y controlaba el por ciento que les tocaba, a cambio del disimulo, el apoyo o lo que se quiera. De tal suerte que el Jefe de la Judicial era un personaje con poder, porque tenía importantes ingresos de dinero. Además, el cargo entrañaba y significaba mucha relación con el Gobernador… Algunos agricultores y familias, algunas conocidas, bien relacionadas y con posibilidades económicas de Badiraguato, Culiacán, Guamúchil y Mocorito decidieron explotar esa veta. Cuando el fenómeno se ramificaba y crecía, el propio Presidente (Miguel) Alemán pronunció una frase que no he olvidado: ‘pues es que (la droga) produce divisas…’”.