Alvaro Aragón Ayala
Ciudad de México. – El cese fulminante, con posterior vestimenta de renuncia voluntaria, de Ruth Díaz Gurría de la secretaría de Bienestar y Desarrollo Sustentable de Sinaloa, no es un caso cerrado, sino el vórtice de una serie de conflictos internos que provocan una aguda crisis en el gabinete de Rubén Rocha Moya. El despido impactó en Palacio Nacional. Ruth es muy querida por la familia presidencial.
Díaz Gurría es considerada la “sangre nueva” y profesional de Morena. La joven sinaloense, ligada a Gonzalo López Beltrán, hijo del presidente de la República, es distinguida como de la familia por Andrés Manuel López Obrador, con quien convivía casi a diario en funciones de Secretaria Técnica del Gabinete, cargo al que renunció para incorporarse al equipo de trabajo de Rubén Rocha.
La salida de Ruth Díaz de la Secretaria Técnica del Gabinete Presidencial fue consensada con Gonzalo López y el propio presidente de la República y con dirigentes de Morena, que calificaron saludable que regresara a su tierra, Sinaloa, para consolidar un proyecto en pos de la Senaduría de la República, con el aval, obviamente, de López Obrador.
En los días de crisis, previos al destape del candidato de Morena al gobierno de Sinaloa, la sinaloense operó desde la Secretaría Técnica del Gabinete en apoyo de Rubén Rocha Moya. El candidato natural era Guillermo -El Químico- Benítez-. En una jugada cocinada en Palacio Nacional y en Morena la decisión favoreció a Rocha, pues fue el único que garantizó el apoyo del PAS, factor clave y punta de lanza o avanzada en la campaña.
En Palacio Nacional se documentó que, en funciones de titular de la secretaría de Bienestar y Desarrollo Social de Sinaloa, Ruth Díaz chocó con tres personajes: el secretario general del Gobierno estatal, Enrique Inzunza Cázarez; Feliciano Castro Meléndrez, diputado presidente de la JuCoPo y la titular de la Secretaría de la Mujer, Teresa Guerra Ochoa. El trio pugna por conquistar más espacios en el gabinete sinaloense. Resultado: la disputa interna por el poder crispa las relaciones y provoca estrés en todas las secretarias rochistas.
El diagnóstico elaborado en Palacio Nacional y en Morena a raíz del cese Ruth Díaz es contundente: el pleito “doméstico” en el gobierno de Sinaloa alcanza proporciones de alarma. Las decisiones se toman con la cabeza caliente sustentadas en chismes y en suposiciones de lo que vendrá en el 2024. Todos los miembros del gabinete, hasta los barrenderos, se creen generales y en consecuencia no le hacen caso a nadie, generando caos y un ambiente laboral tenso.
La subsecretarios, directores y jefes de área no acatan las instrucciones de los secretarios porque quien los puso ahí, no fueron sus jefes inmediatos, sino directamente Rubén Rocha. Todos presumen la amistad y el apoyo del gobernador y alegan obedecer únicamente a un solo amo. Los espacios de “trabajo” son propicios para la grilla y caldo de cultivo para las conspiraciones. En ese escenario se mueven como pulpos en su tinta los hombres más cercanos al mandatario estatal, acostumbrados a tejer trampas o jugadas perversas.
En Palacio Nacional el diagnóstico es que Rubén Rocha Moya sobrevaloró a Enrique Inzunza, Feliciano Castro y a “La Tere” Guerra y los dotó de “poderes extremos”. Los tres blasonan ser los alter ego o los factótums del mandatario; poseen, además, la facilidad para hablarle al oído y descreditar la imagen personal o la función pública de cualquier secretario del gabinete. En una de esas grillas palaciegas de alta intensidad quedó atrapada Ruth Díaz Gurría, quien mereció incluso un “regaño” pública del gobernador por “no atender” a su subsecretaria.
En la valoración que se levantó en Palacio Nacional destaca que Enrique Inzunza, especie de vicegobernador en Sinaloa, no le aportó ni un solo voto electoral a Rubén Rocha Moya, e incluso su sola cercanía en campaña, podría haberle restado sufragios. Feliciano aportó pocos votos, solo en un distrito electoral; Tere Guerra es considerara, en función de opinóloga, crítica de la Cuarta Transformación y del presidente Obrador. Las grabaciones de sus intervenciones en un programa radiofónico la ubican como antiamloista.
Ruth Díaz Gurría, la víctima del complot de “los poderosos” del gobierno estatal, ya recibió varios ofrecimientos de trabajo del presidente Andrés Manuel López Obrador. Rocha la invitó, diplomáticamente, a que se incorpore como su asesora, pero obviamente, la cercanía de Ruth Díaz estorba al gobernador, a Inzunza, a Feliciano y a Tere Guerra, porque su sola presencia en Sinaloa obligaría a que tenga acceso a los secretos del poder que no conviene que sean conocidos en Palacio Nacional.