Álvaro Aragón Ayala.
Emma Guadalupe Félix Rivera entregará las riendas de la Auditoría Superior Estado en abril del 2024 al cumplir su periodo de 7 años en el cargo y en su retirada será sometida a una profunda auditoría forense que es probable y posible que la ponga a las puertas de la Fiscalía Anticorrupción y de la cárcel.
Al cerrar su ciclo en la ASE, Emma Guadalupe Félix habrá devorado poco más de 900 millones de pesos de presupuesto, estimando que el Congreso del Estado le autoriza poco más de 130 millones de pesos anuales para el funcionamiento del organismo.
Si se calcula el nulo descubrimiento de latrocinios, el nulo regreso del dinero robado por funcionarios públicos de todos los niveles y el nulo encarcelamiento de ladrones de “cuello blanco”, el resultado de la ASE es cero. Es una dependencia no rentable en el combate a la corrupción. Es un “elefante blanco”.
La explicación a la ineficiencia de la Auditoría Superior del Estado se localiza en las entrañas de las complicidades del poder, en la maraña de intereses que hacen imposible acabar con el saqueo de los dineros públicos; en ese sentido, es infantil pensar que la ASE encubra las raterías de manera gratuita.
El funcionamiento de la ASE -en modo Quirino Ordaz Coppel – trunca la lucha contra la corrupción de la Cuarta Transformación en Sinaloa e instala a los diputados locales de todos los partidos bajo la óptica de que los legisladores son los solapadores o cómplices de la corrupción institucional o gubernamental.
En las rendiciones de cuentas y las comparecencias, la titular de la ASE, Emma Guadalupe Félix Rivera ofrece datos mochos y argumentos infantiles para aparentar que la Auditoría sí está trabajando, cuando en realidad opera para tapar los latrocinios y disfrazar de “observaciones” los escandalosos saqueos del erario público.
Félix Rivera se ríe de los diputados y se blinda de las críticas blandiendo la trama de la violencia de género, revolcándose seguramente de la risa ante tan fullero silogismo. La verdad es que el sostenimiento de la Auditoría Superior del Estado no tiene razón de ser si no rinde resultados.
Como no hay mal que dure cien años ni diputado que lo aguante, para librarse de la afrenta y las socarronerías de la Auditora, los legisladores dejan correr el tiempo: Emma Guadalupe dejará la ASE en abril del 2024 y la obligarán a rendir cuentas. La sentarán en el banquillo de los acusados.
Los diputados pulen y orientan a la Unidad Técnica de Evaluación para que vaya preparando el camino para auditar a la Auditora. La UTE del Congreso Local es la encargada de vigilar y medir el desempeño de la Auditoría Superior del Estado.
La Unidad Técnica de Evaluación será la responsable de practicar, por sí o a través de auditores externos, auditorías para verificar el desempeño y el cumplimiento de los objetivos, metas e indicadores de la Auditoría Superior del Estado, así como la debida aplicación de los recursos a cargo de ésta con base a los programas anuales de trabajo.
Por obligación, la UTE debe conocer, desahogar y resolver en su caso, a instancia de la Comisión de Fiscalización del Congreso Local, los procedimientos de responsabilidad administrativa a que haya lugar en los que incurra el Titular de la Auditoría Superior del Estado.
Félix Rivera se va en abril del 2024 si no es que antes. Tendrá que rendir cuentas en que gastó más de 900 millones de pesos de presupuesto que a lo largo de 7 años le han otorgados para el funcionamiento de la ASE (le queda 15 meses en el cargo). No hay argumento válido: no hay ningún ladrón de “cuello blanco” en la cárcel.
Dice Emma Guadalupe Félix Rivera que “en lo general” ha logrado un avance del cumplimiento del 99.7 por ciento de las metas establecidas en el plan estratégico 2017–2024 de la ASE. Y sí, si se trata de encubrir la corrupción si. Sí, si se trata de poner a salvo de la Fiscalía Anticorrupción y de la cárcel a los pillos del erario público.