Nuestra cultura mexicana rica en tradiciones, que ha logrado trascender las fronteras, gracias a la forma de vivirlas, se refrenda año con año al celebrar el Día de Muertos, una fiesta que honra la memoria de aquellos que partieron.
Esta tradición que privilegia el recuerdo o culto a los muertos, en México se remonta a antes de la llegada de los españoles, convirtiéndose en una mezcla de tradiciones católicas y misticismo.
María Victoria Valenzuela, alumna de la Licenciatura en Antropología social de la Universidad Autónoma de Sinaloa, de raíces mayo yoreme compartió cómo su cultura se prepara para este día especial de la venida de sus muertos, quienes cada año tienen permiso de visitar la tierra.
Orgullosos de sus raíces y con el objetivo de que esta cultura prevalezca, expresó que para la región del norte del estado esta inicia con la elaboración de un tapanco el 24 de octubre, nueve días antes al día 1 de noviembre, tiempo que representa el novenario que se hace a quien partió.
“Un tapanco consta de cuatro horcones, que suelen ser de árbol de mezquite que deben ir pelados, porque el olor es un elemento importante en el tapanco, al igual que una cama de carrizo verde o tapeste, ya que el olor es lo que el espíritu viene siguiendo y es como este llega a la ofrenda”, explicó.
Orgullosa, describe el resto de los elementos que lo componen como son las flores coloridas y banderitas, ya que el espíritu puede percibir el color, la cruz de palma bendita es colocada mirando hacia el este desde la salida al sol, que es de donde vienen los espíritus por su ofrenda, sin faltar un vaso con agua líquido que debe ser renovado día a día, al igual que debe permanecer durante este tiempo la luz de la vela, ya que es la orientación del espíritu.
Llegado el día primero, añadió que es colocada la ofrenda la cual contiene toda aquella comida o bebida que en vida disfrutaba el muerto, desde granos, frutos, caldos como el guacabaqui, y entre más ofrenda tenga es mejor, ya que el camino que recorre desde el valle de los muertos al mundo de los vivos es muy largo, por lo que el espíritu tiene que llevarse lo suficiente para alimentarse todo el año hasta su próxima venida.
María Victoria Valenzuela Buitimea, madre de la joven quien acompañó a su hija para compartir y mostrar sus tradiciones mayo yoreme, dio a conocer que un tapanco debe medir entre 1.80 y 2 metros de altura, quedando la ofrenda en la parte alta ya que los espíritus no tienen permiso de tocar la tierra, según la visión yoreme, puesto que partieron de este mundo.
Otro elemento que lo compone es la santa cruz hecha de mezquite o álamo, árbol que utilizan para sus fiestas, representando al orientador o descanso eterno; el olor que reúne la ofrenda es impregnada también por la energía que dejan quienes lo elaboran, es una guía o aroma para el espíritu que busca encontrar su ofrenda o familia.
Desde su infancia, María Victoria ha vivido con esta tradición a través de generaciones, y cuando alguien muere no solo es ir a dejarlo a un panteón, ya que el espíritu busca trascender, derivándose de ello el responso, novenario o rezos, pero algo que en la cultura yoreme tienen mucho significado son los cuetes, los cuales ayudan al alma a elevarse hacia la gloria eterna o Dios, que es lo máximo que se busca después de partir: la vida eterna.