Alvaro Aragón Ayala
La expulsión definitiva, por deslealtad, del Partido Revolucionario Institucional de Quirino Ordaz Coppel, desintoxicó y ofreció luz en el trazo de la renovación de la dirigencia estatal del tricolor, proceso que fue bloqueado y contaminado por el propio ex gobernador y el ex mandatario estatal Jesús Aguilar Padilla, prostrados los dos a los planes de la Cuarta Transformación.
El desahucio tricolor de Quirino Ordaz impactó en el Congreso Local afectando cuando menos a dos diputados locales: Ricardo Madrid Pérez, ahijado del ex gobernador y actual Embajador de México en España, y a Sergio Mario Arredondo Salas, el yerno de Aguilar Padilla, a quien Quirino, en funciones de gobernador, privilegió con posiciones administrativas.
El PRI “monitorea” a ambos diputados porque se salen de la directriz nacional, porque “acoplaron” la agenda legislativa del tricolor al proyecto camaral de Morena; porque obedecen la línea política de Quirino Ordaz-Jesús Aguilar y porque actúan como defensores de oficio de los legisladores de la 4T en el caso del juicio político contra el morenista Jesús Estrada Ferreiro, alcalde de Culiacán.
Así, porque de hecho los dos diputados “ya tienen todo el cuerpo” dentro de Morena, el PRI Nacional determinó no tomarlos en cuenta en el reparto-asignación de posiciones electorales en el 2024. Hay pruebas de que en el pasado proceso comicial trabajaron “por debajo del agua” a favor de la alianza Morena-PAS y en contra del proyecto PRI-PAN-PRD.
Sincronizados en la jugada de “reventar” desde adentro al PRI estatal o bien de adueñarse totalmente del partido, Quirino Ordaz y Jesús Aguilar, quienes aún mantienen el control de un segmento de consejeros políticos, direccionaron una vieja artimaña: la “democratización” del tricolor para intentar imponer a uno de sus incondicionales en la dirigencia.
El propósito del dúo es dominar el PRI para colocarlo en el piso de remates de Morena o bien “tronarlo” para minarlo, para reducirlo casi a la nada, rumbo al Proceso Electoral 2024. En función de gobernadores, Quirino Ordaz y Jesús Aguilar, manejaban al PRI estatal como una “empresa privada”, como un partido ajeno a cualquier proceso democrático.
En la jugada contra los intereses políticos del PRI sobresalen los diputados Ricardo Madrid y Sergio Mario Arredondo, quienes son los responsables de “dar la cara”, de organizar las reuniones “pro-democratización” a pesar de que ellos fueron propuestos como candidatos pluris por la vía del “dedazo” o la imposición.
Los dos diputados desleales operan como “punta de lanza” contra el delegado nacional Luis Enrique Benítez Ojeda y el Senador Mario Zamora Gastélum, a quienes el Comité Ejecutivo Nacional encargó el proceso de relevo de la dirigencia del tricolor. Los legisladores sembraron la consigna de la “democratización” de la elección dando a entender que el PRI Nacional quería imponer al presidente del partido.
La maquinación funcionó por unos días. Hoy, ya nadie se va con la finta. El PRI Nacional sabe cuáles son las reales intenciones de Quirino Ordaz y Jesús Aguilar y construyen un “blindaje” para que ambos ex gobernadores no se entrometan en el proceso. La expulsión de Quirino Ordaz obligará a las definiciones políticas de los consejeros y actores políticos importantes en los 18 municipios de Sinaloa.
Ricardo Madrid y Sergio Mario Arredondo jamás dejarán de obedecer a Quirino y a Aguilar. Por las venas de los dos legisladores corre sangre “Puro Sinaloa”.