Jaziel Trasviña Osorio
Con la llegada a la presidencia municipal de Culiacán de Juan de Dios Gámez Mendívil -el ahijado sumiso-, la capital del estado vive una grave crisis de falta de liderazgo y autoridad; la población no sabe si el que manda es el ahijado o tienen que ir corriendo a buscar a su padrino para que le resuelva sus problemas.
El inexperto alcalde sustituto no fue electo por los culichis, no recorrió las calles en campaña y no palpó las necesidades de la gente y no participó en la elaboración del Plan Municipal de Desarrollo y tomó las riendas del ayuntamiento más grande y complicado de Sinaloa de rebote como aquel que se saca la lotería sin comprar cachito.
PRESIDENTE SIN IDEAS
Inmediatamente después de tomar posesión del cargo se implementó un plan desde gobierno del estado para hacer brillar al nuevo alcalde y demostrar que la decisión de imponerlo a ultranza era la correcta; por “arte de magia” se asignaron 20 millones de pesos para el pago de las pensiones homologadas a las viudas de policías.
Ese mismo día el joven alcalde se reunió con los locatarios del mercado Garmendia y abrió la circulación del callejón Miguel Hidalgo para complacer a los comerciantes; posteriormente destrabó el descuento al impuesto predial y al agua potable para jubilados y discapacitados. Párenle de contar ahí se le acabaron las ideas, hasta ahí llega el resumen de su administración.
EL CASO “BOXER”
La inexperiencia en el quehacer político del recién desempacado alcalde sustituto se nota y se percibe en sus decisiones sin rumbo ni forma, pues evidentemente desconoce el entramado de los poderes fácticos que gobiernan la capital; por algún momento sintió que con la misma facilidad que corrió funcionarios de la anterior administración y nombró incondicionales podría meterse a decidir en los cuerpos policiacos.
Ni el secretario de seguridad pública, ni el secretario general de gobierno y mucho menos su padrino el gobernador le explicaron al alcalde que son los grupos criminales los que ordenan y deciden en su cuerpo de policía y que debería de “tener cuidado” al momento de tomar decisiones que pudieran alterar la “Pax Narca”.
El resultado: a pocas horas de haber sido nombrado el subdirector de la Secretaría de Seguridad Pública de Culiacán, Miguel Ángel Silva Alvarado alias “El Boxer” fue asesinado en una concurrida avenida de Culiacán.
Su nombramiento no fue consensado ni autorizado por los grupos criminales y alguien lo “puso” para que lo asesinaran; la acción criminal en su contra y la inacción de los grupos policiacos para reaccionar en su ayuda hablan de una acción concertada.
En la época del sospechosísimo donde en el Tercer Piso se la pasan sospechando y lanzando hipótesis en su semanera, nadie sospecha y mucho menos indaga en las líneas de investigación de este crimen que podría escalar hasta las más altas esferas del entramado policíaco y político del ayuntamiento de Culiacán.
La sociedad comenta que el único miembro del gabinete que realmente incorporó por decisión propia a su gabinete el nuevo alcalde fue la gata Cruella; como si el horno estuviera para bollos y la “raza” festejara payasadas el tierno edil presentó a través de sus redes sociales a «Cruella», una gatita que formará parte de su gabinete en el Ayuntamiento de Culiacán. Se trata de una gatita que fue adoptada en la Delegación de Programas para el Desarrollo de Sinaloa y quién ahora fue bienvenida en el palacio municipal.
EL “TAPABACHES” DE CULIACÁN
La capital del estado por su complejidad, infraestructura y dimensión representa un gran reto para cualquier gobernante, la ciudadanía se ha quedado esperando obras estructurales de gran calado que vengan a mejorar la vida diaria de los Culiacanenses; por el contrario, han encontrado a un alcalde “tapabaches” que realiza acciones mínimas simulando labor gubernamental pero que está perdido en su gobierno y no encuentra el rumbo.
La ciudadanía de Culiacán comenta que salió peor el remedio que la enfermedad, así las cosas. Y gritan: “¡estábamos mejor cuando estábamos peor!”