Negados a ver más allá de su entorno inmediato en el PRI decidieron mantener a “Alito” Moreno, en Morena a Mario Delgado, en el PAN a “Markito” Cortés, y en el PRD a Jesús Zambrano.
Negados a ver más allá de su entorno inmediato en el PRI decidieron mantener a “Alito” Moreno, en Morena a Mario Delgado, en el PAN a “Markito” Cortés, y en el PRD a Jesús Zambrano. El denominador común de todos ellos es el aislamiento total de la realidad.
Entiendo la naturaleza de la toma de decisiones, lo mismo ocurre en cualquier lugar donde existe organización social y que implica poder, control y decisión. Sin embargo, en el caso de Latinoamérica y particularmente en México llaman poderosamente la atención los privilegios que se construyen y que posteriormente se pretendan ejercer como derechos.
Desde el punto de vista de Max Weber se crea un elemento de dominación a los que corresponde una forma de legitimidad y por lo tanto de autoridad: a) la dominación tradicional, b) la dominación carismática, y c) la dominación legal. La propia definición explica en grandes términos el contenido y resulta importante, porque tanto en el futbol como en la política el concepto de obediencia resulta fundamental como elemento de dominación y que evidentemente tiene efecto sobre la población.
Justamente, una de las conclusiones del propio Weber es que la burocracia en este elemento de dominación se convierte casi en una posición estamental y diferenciada del resto de la población para poder mantener fuerza, poder y sobre todo la apropiación de los cargos. La mayor crítica es el olvido de que son un simple medio al servicio de fines superiores para terminar convirtiéndose un fin en sí mismo.
Por ello no podemos dejar de describir la realidad política en la que dicha confusión es evidente e incluso insultante tanto en el futbol como en la política, lo que ha dado como resultado una verdadera crisis de los partidos políticos y de la representación, que ahora algunos -es ejemplar el caso de la oposición-pretenden no hacerse responsables de lo que crearon e incluso llegar al extremo de comparar que bajo sus liderazgos estábamos mejor.
En pocas palabras, no estábamos mejor o peor -de manera general- con Felipe Calderón, Ernesto Zedillo, o Enrique Peña, como tampoco estamos mejor o peor con Andrés Manuel López Obrador.
Pero sí llama la atención que en un estado de inusitada primitivez la sociedad priísta -incluyendo a los que se autodeniminaban estadistas- haya permitido que Alito Moreno ejerza los tres tipos de dominación sin que nadie oponga ninguna resistencia eficaz. Él en la realidad se comporta como un cacique del siglo pasado, además se cree alto, esbelto, fuerte, atlético, atractivo e inteligente, y finalmente se apropió de los estatutos del PRI para preservar el poder y el acceso al mismo.
En una posición más de sometimiento ex dirigentes del CEN, ex gobernadores y ex presidentes de la República del PRI, no han movido un solo dedo para situar a cada quien en su lugar. De la ley, la representación popular, y la organización. No queda nada de ello, y además lo que pudiera ser peor, evidenciaron que no hay formas de organización al interior. Aquellos sectores que le daban sosten y legitimidad a este partido, llámese campesina, popular, obrero o elitista quedaron reducidas a simples oficinas de logística y aplaudidoras de un solo personaje.
En su “Divina Comedia”, Dante Alighieri destina el rincón más profundo del infierno a los traidores y los ubica en el último círculo del infierno, ya que considera a la traición como el peor de todos los pecados. La razón, es que a diferencia de otro tipo de crímenes, para traicionar primero hay que ganarse la confianza y el afecto de la víctima.
Alito Moreno como el Júdas Iscariote de Dante Alighieri, llevará sobre sus hombros el triste honor de ser el traidor por excelencia en toda la historia del PRI, ya que de una manera burda y grosera no sólo traicionó a todos aquellos personajes que le ayudaron a ocupar todos los cargos públicos que ha obtenido hasta este momento en su vida, sino que sobre todo traicionó la ética, los valores y los principios de la representación popular y de la militancia del partido político con mayor presencia en la historia política de nuestro país, para convertirlo en una simple y mediocre franquicia al servicio de sus intereses personales.
Y no es pregunta.
MARTHA GUTIÉRREZ
Fuente: El Heraldo de México