Alvaro Aragón Ayala
El presidente Andrés Manuel López Obrador mandó al “exilio político” a Quirino Ordaz Coppel para “domesticar” o desarticular el Grupo Atlacomulco, en una jugada que tiene efectos de bumerang porque alteró la “vida orgánica” de Morena y el proceso sucesorio del 2024 ya que el exgobernador de Sinaloa operará desde España y Sinaloa para el candidato presidencial morenista Marcelo Ebrard Casaubón, secretario de Relaciones Exteriores.
Quirino Ordaz Coppel es hijo putativo del Grupo Atlacomulco. Pese a que carga con los estigmas de corrupción y traición al PRI, fue designado por el presidente de la República, con el aval del Senado, Embajador de México en España. Andrés Manuel López lo ingresó al equipo de Marcelo Ebrard. Quirino Ordaz va rumbo al 2024 con el secretario de Relaciones Exteriores y contra los candidateables morenistas Ricardo Monreal Ávila, Adán Augusto López Hernández y Claudia Sheinbaum.
La jugada del presidente López Obrador de “apapachar” y mandar al destierro político al exgobernador tiene sus primeros efectos adversos en Sinaloa para el gobierno de la Cuarta Transformación porque “paralizó” los planes de combate a la corrupción, prácticas que de acuerdo a las denuncias de los diputados de Morena de la 63° y la 64° Legislatura incurrió Quirino Ordaz Coppel del 2017 al 2021. Las evidencias y los “datos duros” revelan que el ex mandatario saqueó la administración pública.
El tiempo de “exilio”, la protección o periodo de gracia presidencial para que en calidad de Embajador en España Quirino Ordaz esquive la ley es de 3 años, sin embargo, si llega Marcelo Ebrard a la presidencia de la República el plazo se alargaría otros 6 años, por lo que sería imposible fincarle responsabilidades por los delitos que cometió en Sinaloa. Obrador se va dentro de 3 años. 3 más 6 años de Marcelo Ebrard sumarían 9 años de impunidad.
De acuerdo a la Ley, prescriben a los 7 años los delitos graves como el cohecho, el peculado, el desvío de recursos públicos, la utilización indebida de información, el abuso de funciones, la actuación bajo conflicto de intereses, la contratación indebida, el enriquecimiento oculto o ilícito, el tráfico de influencias y el encubrimiento. Quirino Ordaz cometió cuando menos tres delitos graves. Dejó la administración pública saqueada y huellas de sus latrocinios en casi todas las dependencias de gobierno.
Aunque el Embajador en España carece aún de «fuerza» como para desatar una conspiración contra el gobierno de la Cuarta Transformación, de ser considerado un “carcaje” político, con un Congreso Local amansado, ascendió a contrincante de los planes políticos del gobernador Rubén Rocha Moya porque, de llegar a ser candidato presidencial Marcelo Ebrard, Quirino Ordaz metería las manos en el proceso 2024 en la designación de candidatos de Morena en las alcaldías, en las diputaciones locales y federales y en las Senadurías.
En Sinaloa, Ordaz Coppel posee como aliado al exgobernador Jesús Aguilar Padilla, quien, por el ala del PRI, opera en el Congreso la protección de Quirino. El yerno de Aguilar Padilla es el presidente de la Comisión de Fiscalización de la 64° Legislatura y el «cuidador» de la quirinista Emma Guadalupe Félix Rivera, titular de la Auditoría Superior del Estado. Otro de los asociados al ex gobernador es el alcalde de Mazatlán, Guillermo -El Químico- Benítez, a quien Rocha Moya le arrebató la candidatura al gobierno estatal.
El ingreso del ex gobernador al equipo de Marcelo Ebrard alteró la “vida orgánica” de Morena por la adhesión de figuras relevantes del PRI en las jugadas políticas de ese partido. El gobernador del Estado de México, Alfredo del Mazo Maza, cabeza, junto con Enrique Peña Nieto, del Grupo Atlacomulco, se congratuló del nombramiento extendido por López Obrador a Quirino Ordaz. Del Mazo, quien entregará el poder en el 2023, requiere también del “blindaje” del presidente de la República para no ser procesado por la comisión de delitos graves en la administración de recursos públicos.
La adhesión de Quirino Ordaz al proyecto de Marcelo Ebrard, de ser este candidato presidencial, le permitiría en el 2024 el retorno al poder en Sinaloa, con la estafeta de Morena, de su equipo “Puro Sinaloa” y de un ala empresarial ligada a Enrique y Agustín Coppel Luken. Los ganones del proceso electoral del 2024 serían los quirinistas. Se irían al cesto de la basura los proyectos de los diputados locales y federales, alcaldes y Senadores de Morena y funcionarios estatales que se regodean protegiendo a Quirino Ordaz, quien está a un tris de convertirse en el verdugo político de los morenistas genéticamente puros.
La lucha librada por la muchos años por la izquierda y cristalizada en el triunfo de la alianza Morena-PAS que logró sacar del Tercer Piso al PRI y a sus aliados corre el riesgo de convertirse en una controversia política-electoral estéril, por la amenaza del retorno del quirinismo con la carátula morenista.