Modificar o actualizar no es sinónimo de destruir. Pero esto último es lo que se dibuja luego de la publicación en el Diario Oficial de la Federación de la propuesta de cancelación de diferentes Normas Oficiales del sector salud. El temor existe de que con esta POSIBLE cancelación no se garantice la atención a enfermedades como cáncer de mama, cáncer cérvico uterino, sobrepeso, obesidad, diabetes mellitus, hipertensión arterial sistémica, cáncer de próstata y osteoporosis, entre otras.
La defensa de la posible desaparición de dichas normas fue llevada a cabo por Hugo López-Gatell, negando que haya algún riesgo: “no se requieren para regular la prescripción, terapéutica y diagnóstico, ya que en México hay garantía de atención médica a las 35 mil enfermedades definidas”. También dijo: “las normas no han sido canceladas, sino que se trata de una propuesta como parte del suplemento del Programa Nacional de Infraestructura de la Calidad 2023”.
Cierto, aún no son canceladas, lo que no quita que esa sea la tirada (también presenta algunas para modificarlas e integrar dos nuevas).
El problema de desaparecer las normas que él sugiere es que incrementa la incertidumbre de la población en general. Las NOMs en salud son guías de lo mínimo que se debe brindar en el caso de tener esos padecimientos. Contribuyen a garantizar calidad, seguridad y eficacia de los servicios y productos en las enfermedades. Sean provistos por el Estado o por particulares.
También conllevan la obligación del Estado en dar o en vigilar las mejores prácticas para la Salud. Cancelar las NOMs en comento, sin dar explicación o alternativas, sólo porque un subsecretario opina que no se necesitan, lo convierte en un acto terrible y con visos de criminalidad.
Además, la realidad muestra que en nuestro país no hay garantía de atención médica, existe un desabasto de medicinas y seguimos estando muy lejos de la atención que se brinda en otros países más desarrollados.
Quizá el desaparecer dichas normas oficiales de salud responde simplemente a que muchos derechohabientes se están amparando para que les otorguen su medicamento y/o tratamiento que no ha habido. De prosperar la cancelación, miles de pacientes que hoy tramitan amparos deberán sustentar sus argumentos legales de otra forma. Esto es, la existencia de las NOMs era una forma relativamente sencilla para que los jueces pudieran otorgar el amparo para defender al paciente de la violación de su garantía constitucional a la salud.
En el mismo sentido, en la práctica privada, se podrá dar el tratamiento que el médico decida (o no darlo) y hacer lo que él disponga sin tener que cumplir los requisitos básicos de cualquier atención porque ya no hay una norma oficial que lo determine.
Seguramente se dirá que cancelar las normas es porque había mucha corrupción, más es la existencia de lineamientos lo que precisamente evitaba esta. Ahora cada médico o centro de salud tiene la posibilidad de hacer y proponer a su antojo para tratar las enfermedades mencionadas, sin tener que estar apegados a métodos y tratamientos científicamente probados. De acuerdo a diversos expertos existen NOMs obsoletas, sin embargo, cancelaras en lugar de modificarlas no ayuda a los pacientes; los deja, en cambio, en la indefensión.
Detrás de la cancelación de las 34 normas oficiales en salud se prevé habrán muchos afectados. También se halla un responsable que en el fondo no parece estar buscando optimizar resultados.
VERÓNICA MALO GUZMÁN
Fuente: El Heraldo de México