¿Se escribirá en el Estado de México el epitafio del nonagenario Partido Revolucionario Institucional?
Aunque las encuestas favorecen a la morenista Delfina Gómez, sobre la priista Alejandra del Moral, a tres meses de las elecciones estatales aún no hay nada seguro, excepto una cosa: una mujer gobernará la entidad mexiquense los próximos seis años.
Y eso, en un país donde a pesar de las muchas acciones afirmativas sigue predominando el malsano machismo, es una muy buena noticia. Más aún por tratarse del Edomex, primus inter pares entre las entidades federativas, porque es la más poblada y, con sus 12.5 millones de electores, posee el mayor padrón electoral del país.
Lejos de sus años de dominio total de la política mexicana, el PRI parece estar ya camino a una etapa de ostracismo, después de un breve período de recuperado esplendor con Enrique Peña Nieto, un político que lo devolvió a la Presidencia de la República y desde ahí, convertido en cabeza de una corrupción rampante, lo sumergió en un desprestigio peor al de 2000, cuando el partido perdió por primera vez el Poder Ejecutivo.
Con una conducción errática de su líder Alejandro Moreno, exhibido por la gobernadora campechana Layda Sansores y poseedor de patrimonios difíciles de explicar, el PRI tiene en el Estado de México su último bastión de peso completo. Si lo pierde, aunque gane Coahuila, el ocaso estará en su horizonte no como futuro ineludible, pero sí como probabilidad. Por eso es extraña la hipótesis de Movimiento Ciudadano sobre un supuesto pacto de Morena y PRI para que el primero gane Edomex y el segundo, Coahuila.
El resultado mexiquense tiene, pues, importancia vital para el PRI, que se ha aliado con su más antiguo adversario, el PAN, que afronta también problemas de liderazgo y ha recibido un fuerte golpe desde EU, con la declaración de culpabilidad de Genaro García Luna, ex secretario de Seguridad Pública, golpe cuya repercusión alcanza políticamente al expresidente Felipe Calderón. (Si bien la lógica lo involucra con su ex colaborador, el ex mandatario está cobijado por la presunción de inocencia y hasta ahora no enfrenta acusación en su contra, salvo las presentadas en la fiscalía internacional de La Haya).
Aunque mal vista por priistas y no priistas, la alianza del PRI con el PAN y el PRD debiera se comprendida como reacción natural de minorías que se unen contra un poderoso partido dominante como lo es Morena. Pese a su fortaleza, éste aún no termina de hallar las vías para ejercer con mayor eficacia su fuerza y, asimismo, para convertirse en un partido genuinamente democrático donde sean los militantes y no las élites quienes determinen rumbos, candidaturas y dirigencias.
Así las cosas, hoy por hoy el PRI aún no está derrotado en el Edomex. Hay ahí un gran aparato electoral que está trabajando por su candidata incluso por medios legalmente discutibles. Sin embargo, aun ganando los comicios mexiquenses, el PRI seguirá su trayectoria declinante si continúa con liderazgos endebles y cuestionados.
PLUS ONLINE: La forzada mudez de candidatos
Me he referido anteriormente a las rigideces que existen en la legislación electoral y que persistirán aun en el improbable caso de que la Suprema Corte validara todo el contenido del llamado Plan B que defiende la 4T.
Una de esas rigideces que en el contexto actual parecen absurdas es la del llamado período intercampañas, en la que no se puede pedir el voto, a pesar de que ya se ha iniciado el proceso comicial y de que ya existen candidatos.
Es decir, cuando los aspirantes ya están definidos por su respectiva fuerza política, ¡se les prohíbe llamar a votar por ellos y sus partidos! ¿Dónde está la lógica de esta mudez obligada, cuando los candidatos están ansiosos de salir a hacer proselitismo? ¿Por qué propiciar la propaganda disimulada que los aspirantes se ven obligados a hacer?
En otros tiempos pudo tener justificación tal absurdo, pero en la actualidad, con nuestra democracia inconclusa pero en desarrollo, cuando ya ha habido una triple alternancia en el Ejecutivo, ¿tienen sentido disposiciones como la mudez a fuerza?
EDUARDO R. HUCHIM
Fuente: El Heraldo de México