Se trata, sin duda, de una semana fundamental para vislumbrar el futuro de las instituciones electorales de México, para definir la forma en la que se ejecutan los procesos democráticos de selección de funcionarios.
Esta semana el grupo oficialista y aliados se aprobó en la Cámara de Senadores una serie de reformas en materia electoral de seis leyes secundarias impulsadas por el presidente Andrés Manuel López Obrador. Durante el debate el cuadro opositor argumentó que hubo vicios en el proceso legislativo y que dichas reformas debilitan al INE, mientras que legisladores de Morena dicen que lo que se busca es acabar con los privilegios y acciones arbitrarias del INE y el Tribunal Electoral.
Cabe señalar que, entre las modificaciones aprobadas se incluye permitir la transferencia de votos entre partidos en coalición, lo que facilita a los partidos políticos más pequeños mantengan su registro, aunque no perciban el voto de la ciudadanía en los procesos electorales, así como una modificación en la que la Sala Regional Especializada del Tribunal Electoral del Poder Judicial.
Lo anterior, en una sesión de más de 18 horas después de atender más de 1200 reservas. Las reformas fueron enviadas a la Cámara de Diputados, donde posteriormente continuó su discusión.
Se trata, sin duda, de una semana fundamental para vislumbrar el futuro de las instituciones electorales de México, para definir la forma en la que se ejecutan los procesos democráticos de selección de funcionarios y para definir la concepción y vigencia que tienen los partidos políticos en la coyuntura actual. Esto, al no tocarse la posibilidad de atentar contra un sistema de partidos que se protegen para no dejar de existir aún sin contar con los requisitos de registro, que si bien se retiró la cláusula que permitiría la transferencia de votos entre partidos, fue incluida arteramente queriendo aprovechar la premura y el desprolijo del proceso.
No sólo se trata de esta cláusula “de la vida eterna” como se le nombre en medios, lo que hace cuestionar estas reformas, sino una serie de vicios de inconstitucionalidad que van desde asuntos de gobierno indígena, propuestas legislativas de la autoridad electoral, cláusulas violatorias de la normatividad de los propios partidos políticos, lo que convierten a este intento en un atentado en contra de la pluralidad democrática de consensos.
Ahora vemos una reforma que lo que pretendía era debilitar al INE como se le conoce para buscar una nueva ruta, se terminan centralizando y atribuyendo funciones al modificar la estructura a los órganos colegiales distritales que se verán mermados en capacidad operativa, que no sólo no generará ahorros como se tenía previsto en el génesis de esta reforma, sino que afectará la capacidad de planear y desarrollar elecciones que den voz a la democracia mexicana.
Azul Etcheverry
Fuente: El Heraldo de México