El hecho es que el socialismo populista hizo trizas a Argentina

Algunos le aplaudieron y otros lo rechazaron. Unos consideran que rompió con todo lo que significa Davos.

Algunos le aplaudieron y otros lo rechazaron. Unos consideran que rompió con todo lo que significa Davos, otros que les recordó su razón original de ser. Lo que es cierto es que Javier Milei, el nuevo presidente de Argentina, a nadie dejó indiferente.

Desde que José Mujica —expresidente del Uruguay— viajaba en aerolíneas comerciales, más de un mandatario latinoamericano ha seguido su ejemplo. No voy a comentar el peligro que puede significar esto para el resto de los pasajeros y las desventajas que ello implica para el propio líder. Sólo decir que Milei hizo eso mismo para volar de Argentina a Suiza; tomó un vuelo de más de 15 horas en clase turista.

El presidente despeinado viajó con una comitiva de cuatro personas (dos más ya estaban en Suiza y lo recibieron allá), desmarcándose de sus antecesores (particularmente de Alberto y Cristina Kirchner) quienes no sólo viajaban en aviones privados y/o de las fuerzas armadas de aquel país, sino también con comitivas de más de cien personas. De hecho, Cristina utilizó el avión de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (el Pemex argentino) tal cantidad de veces para viajar de Buenos Aires a la provincia argentina de Santa Cruz, que dejó un boquete de 200 millones de dólares en las cuentas de la paraestatal.

Total, que la participación de Milei en esta edición del Foro de Davos fue una de las que mayor “audiencia” obtuvo (en reproducciones va arriba de los 30 millones). Lo cual indica que está rompiendo paradigmas.

¿Populista de derecha?

Todos los extremos son desastrosos. Tanto el crear programas de índole clientelar y regalar la riqueza de la nación, comenzando por los dineros del erario, como el no concebir y/o aceptar que el Estado debe proveer servicios a la ciudadanía y desempeñar funciones que ninguna empresa realizará. Evidentemente, Milei está en este último extremo. Sin embargo, su presentación recordó que también es necesario voltear a ver a los empresarios, dejar de satanizarlos e invitarlos a invertir.

Su discurso no pasó desapercibido en Palacio Nacional, donde lo tergiversaron diciendo que Milei sugiere pagar la deuda de los empresarios argentinos, cuando que en realidad sólo acotó que ya no se les cobrarán los impuestos que vienen arrastrando desde la primera administración kirchenista. Y con toda razón.

Por ejemplo, a los exportadores el Estado les cobraba tasas impositivas aún antes de exportar (de obtener ganancias). Ese tipo de esquemas hicieron estragos tanto en la industria como en el campo y en la ganadería. De igual forma, las importaciones se volvieron un galimatías debido a las cuotas de productos de importación asignadas dependiendo del país que fuera “amigo” del gobierno en turno…

La inflación de Argentina en el 2023 fue superior al 210% (solamente por debajo de la de Venezuela), la peor del argento país en las últimas tres décadas. Pero no sólo fue ese y en ese año, Argentina lleva al menos 20 años en que su inflación ha erosionado el poder adquisitivo de los argentinos y que su economía hace agua.

¿Podrá Milei frenar la inflación galopante? ¿Podrá coadyuvar a que Argentina vuelva a ser una economía pujante? ¿O será más de lo mismo?

La intervención del mandatario en Davos estuvo llena de claroscuros. Mas hay algo que no debiera pasarse por alto y que es el fundamento de todo lo que ahí dijo: fue a pedir ayuda, a solicitar que los inversionistas regresen a Argentina y, aunque no culpó a gobiernos pasados, quedó claro que las que hundieron a su país fueron las políticas socialistas de corte populista.

Y es que el socialismo populista que durante tanto tiempo y tantos años gobernó a ese país, lo hizo añicos. Creo que al respecto no hay nada que discutir.

VERÓNICA MALO GUZMÁN

Fuente: El Heraldo de México