María Margarita Free del Castillo
En política no solo cuenta ver pa’delante, como el gobernador insiste, sino en el recordar y valorar el camino andado hasta el poder y, en este contexto, analizar el papel que jugaron los medios de comunicación en la campaña electoral y observar sus nuevas “tendencias” hacia el nuevo gobierno de la Cuarta Transformación.
Desde la lujosa y cómoda poltrona de la ultraderecha, Adrián López Ortiz sostiene, que “Sinaloa es gobernado por Morena, una ‘izquierda’ que no es tal, desde la presidencia a la gubernatura, hasta el Congreso Local, las alcaldías y las diputaciones federales”, y adelanta que los compromisos que hizo el gobernador Rubén Rocha con el Presidente “no le alcanzan para transformar Sinaloa”.
En sincronización con Adrián, Ernesto Hernández Norzagaray maximiza en Mazatlán, a toro pasado, una crisis política, echando leña a la hoguera cuando el problema ya está solucionado.
En eso del camino andado es importante el análisis profundo para entender que papel desempeñaron y que papel quieren jugar de cara a la Cuarta Transformación personajes como Adrián López y Ernesto Hernández, que en la pasada contienda electoral participaron en la conspiraron informativa contra el candidato de la alianza Morena-PAS, Rubén Rocha Moya, siguiendo las estrategias de comunicación política-electoral de Mario Zamora Gastélum, abanderado del PRI-PAN-PRD y de poderosos empresarios del país.
El ejercicio de metaperiodismo permite la revisión de los propios principios del periodismo y en su práctica sobresalen los trabajos centrados en la historia, la evolución, y los usos ideológicos, políticos, culturales y comerciales del periodismo; la exploración que sobre sí mismo incluyen los medios de comunicación.
El nuevo periodismo trata con frecuencia de su propia elaboración, con el fin de disipar las dudas acerca de la veracidad o credibilidad del artículo o reportaje, y con ello, también, sobre la honestidad del autor.
El metaperiodismo puso en movimiento la crítica sobre la crítica y el análisis sobre el análisis, ejercicio que tiene que ver con la reivindicación de la subjetividad como vía para llegar a la verdad de las cosas, la cual parte de la premisa de que no hay realidad única, sino tantas realidades como testigos tenga; por lo tanto, es importante saber a través de quién la recibimos o percibimos y las circunstancias en las que el autor las vivió.
Usando la misma retahíla de la campaña del PRI-PAN-PRD, López Ortiz dice que coexisten “polos de poder político” anclados “en el cobijo de del crimen organizado que patrocina (y coopta) candidatos y representantes populares, siempre jugando a ganar y hasta operando abiertamente pistola en mano, como lo hicieron en las elecciones pasadas en las que Morena se impuso en una inmensa mayoría en todos los estados”.
No ha muerto, sigue viva, esa estrategia electoral usada para desacreditar a Rubén Rocha. López Ortiz la mantienen vigente.
En la línea del análisis, ahora resulta que Adrián López Ortiz tiró la sotana de “defensor de oficio” de Quirino Ordaz Coppel al que por 4 años y diez meses calificó como uno de los mejores del país, y lo demuele, con el argumento de que “transformar Sinaloa implica cosas fáciles de prometer, pero difíciles de hacer”.
El ex Fiscal General de Justicia, Juan José Ríos Estavillo, antes jamás criticado, ahora es, “con el visto bueno de su jefe” (Quirino Ordaz Coppel), -bajo la percepción de Adrián López Ortiz- el prototipo de la “corrupción impune”, que viene de una histórica hegemonía priista y que devino – dice- “en un gobierno lleno de frivolidad, corrupción y narcopolítica”, pero al que antes retrataba como uno de los mejores calificados del país.
Sincronizado con Adrián López Ortiz, Ernesto Hernández Norzagaray, ofrece, por su lado, el rostro de un “periodista” mal informado, sin datos de primera mano, que demerita con elucubraciones sus artículos al señalar una crisis de gobernabilidad en Mazatlán, que no fue tal, sino un jaloneo por posiciones, problema que ya fue solucionado desde el viernes en la tarde-noche.
El artículo elaborado para linchar, no para analizar el problema que se dirimía entre el Cabildo y el alcalde Guillermo -El Químico- Benítez, está “fuera de tiempo” y carece de argumentación lógica. Ernesto Hernández señala que una de las partes del conflicto “le apuesta a que, si la crisis institucional llega al Congreso del Estado, la mayoría morenista-pasista podría desaparecer los poderes”.
Quizá por mala fe o por desconocimiento de la teoría jurídica o del derecho, Ernesto Hernández no se dio cabal cuenta de que el problema que ya se solucionó no llegó ni siguiera a las puertas del Tribunal de lo Contencioso Administrativo ni a las del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federal, primeras instancias para dirimir conflictos de esta naturaleza.
El linchar por linchar, el mentir sobre sucesos trascendentes y a elaborar falsos perfiles de personajes políticos es común en Hernández Norzagaray. Destila emociones personajes y amargura en sus artículos.
El gobernador Rubén Rocha Moya fue tajante en torno al “caso Mazatlán”: “el conflicto entre los regidores y el alcalde Luis Guillermo Benítez Torres, ya quedó resuelto. En ningún municipio hay ingobernabilidad. Es que la gente estaba acostumbrada de que todo mundo calladito; se mueve (ahora) la gente. En Mazatlán ya está resuelto”, dijo.
Conclusión: Rocha Moya le tocara enfrentar la práctica del periodismo rupestre, comercial o mercantilista, que, a diferencia del Nuevo Periodismo, contrario al metaperiodismo, trata de “aflojar” al gobierno o a los personajes políticos con la difusión de mentiras y medias verdades, con análisis que no cumplen los requisitos de la argumentación lógica, que es lo clásico también del periodismo de ultraderecha, que se mueve al son de sus propios intereses no los de la ciudadanía.
(MUJERES POR SINALOA).