La derecha mexicana está acalorada. Le hierve la sangre en las arterias. No ha cejado ni un momento en su empeño de dislocar al gobierno de la Cuarta Transformación (4T), como lo ha hecho desde el 1º de diciembre de 2018. Se reúne el próximo domingo en el Zócalo, con un solo orador de “alto prestigio”, cuyo nombre permanece guardado para crear expectación entre los suyos.
La derecha, a todas luces, no puede aceptar un gobierno que no afecta los intereses de nadie, que quiere derechos reales para todos, pero que no abandona su propósito más alto: por el bien de todos, primero los pobres. Esa oposición de hoy es la vieja “pluralidad”. Antes se componía de “adversarios políticos”, ahora militan en la misma banda y muestran así que no eran tan diversos. Eran parecidos hasta confundirse unos con otros, aunque portaran diferentes cachuchas, que no en mucho más eran distintos: todos robaban al erario, hacían negocios turbios entre capitalistas y políticos, privatizaban los bienes públicos, y muchos se asociaban con el crimen organizado. Por lo bajito. A cuál más. Y ni modo de negarlo.
Los diversos pero iguales creían que se rotarían el poder para siempre, en una patética emulación de los demócratas y republicanos. Así era su democracia. Así los soñó Zedillo, y así creyeron los soñados que eran, porque tenían una coincidencia profunda: todos eran y son neoliberales. Sus privilegios empiezan a ser achicados por la 4T, y eso sí que no se toca.
Venimos del túnel de los horrores. La marca de origen de la democracia mexicana es Vicente Fox de Sahagún, la pareja presidencial de la estulticia y de los negocios familiares turbios desde las riendas del gobierno. Nadie sabe nadie supo dónde quedaron los inmensos recursos que entraron al país por la exportación petrolera con muy altos precios internacionales. Esos, entre muchos otros recursos. Y siguió Felipe Calderón de García Luna, con esa su marca distintiva de la asociación con el narco y el arrojo de la sociedad a las zarpas de la violencia en una ola que no para. Y todo continuó con Enrique Peña Nieto de Videgaray Caso, el mentecato y el listo, acompañados por sus 40 ladrones, en el mayor saqueo de los recursos públicos de la historia. Eso sí que no se toca.
El túnel era un capitalismo neoliberal de compadres, construido por Carlos Salinas, la “inteligencia” al servicio del atraco nacional de los bienes públicos, autor inaugural de los negocios a mansalva en gran escala para los cuates y progenitor de la institucionalización “secreta” de la corrupción como método de gobierno. Y le siguió en el timón de mando Ernesto Zedillo, el presidente Fobaproa, que instaló sobre el capitalismo de compadres, la estructura “democrática”, para la circulación de los cómplices en el poder. Eso sí que no se toca.
El señor Alto Prestigio, orador único el próximo domingo, ¿de qué va a hablar?, ¿qué va a defender de la historia del horror? No es tan difícil prever el discurso favorito: las abstracciones jurídicas que cubren al aparato electoral como sinónimo de democracia y el miedo a este infame gobierno que quiere acabarlas. De la historia real del túnel del horror, pues nada…, eso sí que no se toca. El señor Alto Prestigio, dicen los corrillos, puede ser el ex ministro José Ramón Cossío, ferviente creyente del INE no se toca.
Por cierto, las carpetas de investigación contra algunos corruptos, por peculado, por sus negocios con recursos de procedencia ilícita, al menos de los gobiernos de Calderón y Peña Nieto, están en alguna gaveta del fiscal de la nación Gertz Manero, y nada se sabe sobre qué acciones, ni cuándo empezará a caminar el extraño fiscal, con esas carpetas al hombro, a las casas, ciertamente muy inciertas, donde los jueces dicen que imparten justicia. Tiene Gertz funciones de Ministerio Público y quienes no aceptamos el túnel, seguimos esperando en una espera sin fin. La UIF ha hecho su tarea y, parece, también la propia fiscalía ha hecho el suyo en la investigación de algunos casos. Pero no actúa, ni informa de nada. Ya después vendrán los jueces a decir: eso sí que no se toca.
El movimiento de la 4T debe impedir, con intocables votos en muy alto número, el regreso de los corruptos. Nadie puede evitar que los votos en favor del túnel transiten por las urnas, pero deben ser ahogados en una avalancha de votos populares marcando el rumbo contra la siniestra historia real que acabamos de dejar atrás. Es menester que se vuelva historia consumada e irrepetible.
La transformación tiene que continuar porque los siglos de opresión contra los más, rematados por la reciente historia terrorífica del túnel referido, tienen que ser superados. Las ganancias y los progresos son aún frágiles. La 4T ha avanzado, pero a la luz de la injusticia son apenas unos cuantos pasos. El terreno ganado a la corrupción desaforada debe ser resguardado. Nos hallamos en los prolegómenos de una nueva historia y resulta apremiante dar nuevos pasos, nuevos en el sentido de adicionales, y nuevos considerando el efecto y resultado de los pasos dados.
José Blanco
Fuente: La Jornada