Fentanilo sin receta médica

La investigación consistió en entrevistas a compradores de estos fármacos, cerca de cuarenta; la adquisición directa en las farmacias mexicanas de dichos fármacos para su análisis en laboratorio.

Resulta interesante como en un sin número de ocasiones a partir de lo que sucede turistas estadounidenses en México, es la única manera en que nos enteramos o se empieza a investigar respecto de diversos asuntos. Ya sea que los asesinen o que obtengan fármacos fácilmente en territorio nacional sin receta médica. La Universidad de California inició una investigación sobre este último, ¿Cómo los turistas estadounidenses podían obtener los fármacos sin receta directamente en las farmacias? Lo anterior sin tener que recurrir a un obscuro dealer.

La investigación consistió en entrevistas a compradores de estos fármacos, cerca de cuarenta; la adquisición directa en las farmacias mexicanas de dichos fármacos para su análisis en laboratorio.  En tres de cada 10 farmacias, compraron fármacos con resultados, que no sorprenden, pero si invitan a una investigación más a fondo.  El 81% de los fármacos que se vendieron por las farmacias como Adderall, realmente contenían metanfetaminas.  En relación al Oxicodin, el 30% contenía fentanilo, la droga peligrosa que tiene en “jaque” a nuestro vecino del norte.

De la investigación de la Universidad, se generó el interés de la investigación periodística, reporteros del diario Los Angeles Times, se introdujeron al país para realizar su trabajo investigativo en diversas ciudades, en especial Los Cabos (San Lucas y San José). Como hijos de vecino, compraron fármacos etiquetados como Oxicodín; de regreso a Estados Unidos fueron enviadas a laboratorios para su análisis, el resultado fue que El 70% de ellas, contenían fentanilo y metanfetamina.

Una vez hecho público esta investigación periodística, alertó a las autoridades de ese país, donde diversos senadores llamarón la atención de la Secretaría de Estado, pidiendo se emitiera una alerta roja advirtiendo a sus connacionales del riesgo y peligro de adquirir medicamentos en farmacias mexicanas.  ¿Y nosotros los mexicanos? Donde está la COFEPRIS que dirige el triste célebre López Gatell? Por lo anterior, no podemos sorprendernos ni sentirnos agraviados por los señalamientos que basaron la petición de presupuesto de la DEA para 2024 justificado en que la “máxima prioridad operativa” de la agencia antidrogas hoy está en México. Son las organizaciones conocidas como el Cártel de Sinaloa y de Jalisco Nueva Generación (CJNG). Esos grupos, dice la DEA, “están sintetizando fentanilo, metanfetamina (…) en ambientes peligrosos ilícitos en México”.

La producción (que dice el gobierno no existe) y el tráfico de fentanilo en y por territorio nacional, es el punto central y sin duda más delicado en la relación con Estados Unidos. El gobierno mexicano ha dicho que en el país no se producen los precursores, la sustancia básica para hacer fentanilo. Mientras, la DEA prioriza investigar, en México, la fabricación de dicho producto, siempre con “otros datos” se debate quien tiene la culpa, se grita que aquí no se produce fentanilo, se le echa la culpa en twiter a los estadounidenses por su política de olvido a los jóvenes, en no atacar el problema de raíz, ellos tienen otros datos sobre esta crisis sanitaria, la situación respecto al fentanilo ha escalado políticamente, y ha tensado las relaciones entre los paises que desde el inicio del sexenio no se han visto más deterioradas en mucho tiempo.

Entre 2021 y 2022, 107 mil personas murieron por sobredosis en Estados Unidos. Siete de cada 10 consumió fentanilo. “La potencia del fentanilo ha llevado a que los cárteles se centren en su producción y distribución”. El negocio radica principalmente en que, al traficar fentanilo en lugar de cocaína o marihuana, los cárteles transportan cantidades menores y obtienen ganancias mayores. Así, reducen costos de empacado, traslados y sobornos, economía 101.

De acuerdo a los informes de la DEA, los cárteles invierten unos 13 centavos de dólar en producir una pastilla de fentanilo, y la pueden vender en unos 10 dólares o más. Las cifras parecen confirmar que el negocio es muy generoso. En 2020, la aduana estadounidense incautó unas 2.4 toneladas de fentanilo. En 2022, 7.4 toneladas, y solo entre enero y febrero de este año, más de 6.2 toneladas.

A todo esto, México y Estados Unidos sostuvieron reuniones de esas que solo anuncian el problema, pero no aportan soluciones, salvo señalamientos de responsabilidad al de enfrente, señalamientos entre quien resulta culpable, si el que demanda la droga o el que la suministra. El resultado:  Un discurso sin hoja de ruta diciendo lo que llevan diciendo desde los años 80 “mejorar la coordinación de inteligencia criminal para apuntar a nodos clave en la cadena de suministro de drogas sintéticas”.  Palabras, solo palabras.  Aquí de la gravedad del problema, nuestra respuesta fue como siempre evadir nuestra responsabilidad, y preparar el camino para llegar a la reunión que se llevará a cabo en Washington para darle seguimiento al tema en un par de meses. La evasión y preparación del terreno a esa reunión, con el  twit de la cuenta del presidente que describe lo anterior:  “Amenazan con invadir, venden armas de alto poder en sus tianguis, no hacen nada por sus jóvenes, padecen lamentablemente de la terrible y mortal pandemia del fentanilo, pero no atienden las causas”. “No les preocupa el bienestar, sólo el dinero, ni fortalecen valores morales, culturales y espirituales; tampoco limitan el consumo de drogas, por el contrario, lo fomentan hasta en el deporte. Es penoso y decadente”.

Desde luego que hay cierta razón en lo que dice el presidente, sin embargo, la realidad radica en que es una corresponsabilidad entre los dos países. Sin embargo, la verdad oculta tras los señalamientos mutuos es que  ningún país quiere terminar y resolver el problema, los hechos y cifras hablan por si mismas.

JOSÉ LAFONTAINE HAMUI

Fuente: El Heraldo de México