Estas son solo algunas estampas de un desgaste institucional que está viviendo el sistema político mexicano.
Varias crisis se han conjugado en los últimos días y semanas, y el conjunto de ellas retrata el deterioro institucional en el país.
1-El Senado de la República no pudo llegar a consensos para elegir a una integrante de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, por lo que el presidente de la República, al tener la facultad de designar libremente a cualquiera de las personas que incluyó en la segunda terna, enviada al Senado, algo que nunca había ocurrido en el país, designó como nueva ministra de la Corte a Lenia Batres. Qué pena para el país y para la Corte.
2-El otro tribunal constitucional que existe en el país, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), se encuentra lastimado.
Por un lado, está incompleto, pues solo cuenta con cinco magistrados cuando debería tener siete. Y todo indica que el presidente de la República no va a proponer a los dos que faltan. Pero, además, el actual presidente del Tribunal, Reyes Rodríguez, presentó su renuncia con fecha 31 de diciembre, a instancias de tres magistrados, lo que obliga a la designación de un nuevo presidente del Tribunal. Tenemos, por lo pronto, un Tribunal polarizado. Lamentable todo lo que pasó en esta instancia tan relevante para el país.
3-Otro caso a observar es lo que ocurrió en el Congreso de la Ciudad de México, cuando el bloque mayoritario encabezado por Morena, decidió posponer la votación de la ratificación de Ernestina Godoy como fiscal de la Ciudad de México. Señalaron que se votaría en un periodo extraordinario antes de que concluya su mandato el 9 de enero próximo.
Todo indica que, más bien, al no contar con la mayoría calificada requerida, decidieron posponer la votación para tratar de comprar… perdón, conseguir cinco votos en las próximas semanas.
4- El INAI acaba de cambiar de presidente hace pocos días. Salió Blanca Lilia Ibarra y llegó Adrián Alcalá, en medio de una votación complicada que tuvo que ser definida por el voto de calidad de la presidenta saliente. El Instituto tiene solamente 4 comisionados, porque el Senado ha rechazado nombrar a los tres que faltan y han hecho caso omiso de los llamados de la Corte para que realicen los nombramientos. Además, el presidente ha anunciado que mandará una iniciativa para que este organismo desaparezca, lo que lo debilita ante la perspectiva de que en el futuro ya no exista.
5-El gobernador de Nuevo León, Samuel García, declinó usar su licencia de seis meses que le otorgó el Congreso local para contender por la Presidencia, pues no consiguió que se designara a un gobernador interino de su confianza. Todo esto ocurrió en medio de una crisis de ingobernabilidad en Nuevo León. García, al final, abandonó su pretensión de convertirse en candidato presidencial de Movimiento Ciudadano. El efecto fue conseguir el respaldo de MC para que su popular esposa, Mariana Rodríguez, se convierta en candidata a la presidencia municipal de Monterrey, en una cuestionada jugada.
Podemos seguirle, pero estas cinco son solo algunas estampas de un desgaste institucional que está viviendo el sistema político mexicano.
El clima de encono y polarización que se fomenta desde las conferencias mañaneras y que es amplificado también por algunas corrientes de la oposición, ha conducido a que se cierren espacios de negociación.
El problema que tenemos como país es que, si este clima se mantiene y se agudiza en el curso del proceso electoral, podemos llegar al próximo 2 de junio con un país partido por la mitad.
No importa el resultado que se obtenga, el agravamiento de un clima de encono y odio puede ser lo peor que le pueda pasar a México en el 2024 y le dejará a quien gane la elección presidencial del próximo año un problema gigantesco.
¿Cómo salvar los abismos que se han abierto entre nuestra sociedad y conseguir de nueva cuenta que las diferencias que debe haber entre fuerzas políticas den lugar a un proceso de deliberación colectiva en el que todos salgamos ganando?
Allí le dejo la pregunta.
Enrique Quintana
Fuente: El Financiero