López-Gatell: ¿por qué creerle?

Desde hace tres años no ha dejado de mentir. Nunca fue confiable. Sigue sin serlo.

Vuelve el reflector que tanto disfruta. El subsecretario de Salud apareció ayer en la mañanera del presidente López Obrador para pedir “no exagerar” ni “sobredimensionar” lo que la UNAM, en un comunicado un día antes pidió: volver al uso de cubrebocas en espacios cerrados cuando se esté durante un periodo superior a los 30 minutos acompañado de un grupo de personas.

La UNAM ha sido radical en el manejo de la pandemia de COVID; fue la última Universidad en volver a las clases presenciales, por ejemplo. Para algunos, sus posiciones son exageradas.

A pesar de que la OMS y el gobierno de México ya declararon el fin de la pandemia por COVID-19, la UNAM recomienda usar cubrebocas otra vez. La recomendación, argumentan, se debe a que se han registrado cambios en el comportamiento de COVID-19 en México lo que revela, según ellos, “que el virus circula ampliamente a nivel comunitario en gran parte del país”. La Universidad envía señales encontradas porque, si bien argumenta eso, asegura que “la situación se encuentra en relativa calma y condiciones generales favorables”. En realidad, ningún dato duro permite afirmar que estamos en un nuevo pico u ola de contagios.

Ni a la UNAM, ni a Hugo López-Gatell habría que hacerles demasiado caso. Sí a la ciencia, y al conocimiento. Sí a la experiencia y a lo vivido.

Claro que, si alguien tiene síntomas, sabe que usar el cubrebocas protege a quienes lo rodean. Desde luego, que quienes tienen síntomas saben ya que hacer: aislarse en la medida de lo posible, monitorearse y mantener cuidados. En más de tres años, hemos aprendido. Ninguna institución o persona tendría que tutelar a los ciudadanos, mucho menos obligar a nada ni prohibir; eso no sirve. La educación, la información y el conocimiento, sí.

Esta película ya la vimos. López-Gatell, un desconocido hace tres años, cuando la pandemia de COVID lo puso bajo el reflector, acumula un record de yerros difícil de igualar.

A partir del 28 de febrero de 2020, cuando se confirmó el primer caso de COVID-19 en México, no dejó de mentir.

Mintió aplanando la curva desde abril de 2020. Mintió asegurando que el “pico” llegaría en mayo de ese mismo año. Mintió hablando del fin de la pandemia en el Valle de México para finales de junio, también de 2020. Mintió sobre que no se necesitarían hospitales especiales para pacientes de COVID. Mintió señalando que el nuevo coronavirus era más leve que la influenza. Lo suyo ha sido siempre la mentira. Vaya, hasta su equipo mintió y ocultó su hospitalización durante su convalecencia en 2021.

“No digo que no sirva, lo que digo es: sirve para lo que sirve y no sirve para lo que desafortunadamente no sirve”, declaró, sobre el cubrebocas y su utilidad, a finales de octubre de 2020. La frase lo retrata.

¿Y para qué sirvió López-Gatell? Para generar caos, desinformar, equivocar en cuanto pronosticó o calculó, repartir culpas, maquillar la realidad… para eso sí salió muy bueno. Sus incontables desatinos, sus incansables errores e inentendibles ligerezas, han sido una oda a la irresponsabilidad.

En su conferencia del 3 de abril de 2020 explicó que usar mascarilla no sirve para quienes buscan tener una defensa contra las partículas del virus Sars-CoV2. El 27 de ese mismo mes, sostuvo que “tiene una pobre utilidad o una nula utilidad”. El 29, insistió que “usar cubrebocas para prevenir COVID-19 no sustituye la medida más importante que es ‘quédate en casa’”. Y el 25 de mayo de 2020 aceptó que “en el tránsito a la nueva normalidad, el cubrebocas será una medida auxiliar para evitar la propagación”.

El subsecretario nunca fue confiable. Sigue sin serlo.

MANUEL LÓPEZ SAN MARTÍN

Fuente: El Heraldo de México