Las encuestas han tomado un papel prominente en las contiendas y se han convertido en herramientas estratégicas de las campañas electorales.
El elector mediano mexicano consume encuestas de manera copiosa. La alternancia y el pluralismo llegaron junto con la necesidad de evaluar, medir y anticipar tendencias de los resultados electorales.
A mediados de los noventa, esfuerzos como el Hándicap Electoral de Luis Enrique Mercado eran una verdadera novedad e implicaban un gran esfuerzo técnico y financiero.
De manera reciente, las encuestas han tomado un papel prominente en las contiendas y se han convertido en herramientas estratégicas de las campañas electorales y una condición necesaria para el triunfo en las urnas.
Hay que ganar primero, a como dé lugar, la guerra de encuestas. Muchas casas encuestadoras se han creado y desarrollado en función de esta lógica y lucran haciendo mediciones ad hoc a los intereses de diferentes proyectos políticos.
Esta semana, El País publicó la encuesta realizada por Enkoll que muestra que un 59% de los encuestados opina que Movimiento Ciudadano debe postular a su propio abanderado y descartar una alianza con el Frente Amplio por México.
También coloca a los candidatos oficialistas al frente de las preferencias ciudadanas por más de 20 puntos y en segundo lugar y adelante de Xóchitl Gálvez, al munícipe de Monterrey: Luis Donaldo Colosio Riojas.
¿Cabe la posibilidad de que esto sea factible? ¿Lo que publica Enkoll es verosímil? En las elecciones que se llevaron a cabo en el 2021 y 2022, la encuestadora Enkoll falló en varias de sus mediciones. Al comparar sus estimaciones con los resultados electorales, Enkoll sale mal librada.
Por ejemplo, en 2021 pronosticó que en la alcaldía Cuauhtémoc Morena ganaría por 33%, sin embargo, la alianza ganó por diez puntos. Así también sucedió en la Magdalena Contreras, Álvaro Obregón y Azcapotzalco.
En Durango establecieron que Morena ganaría por 3 puntos y la alianza ganó por 15. Las encuestadoras se equivocan pero Enkoll ha sumado varios desaciertos en comicios recientes, incluidos Coahuila y Estado de México, que evidencian que sus estudios demoscópicos podrían estar cuchareados a solicitud del oficialismo o del cliente en turno.
Además de las encuestas chocolate, la semana pasada se publicaron también los resultados de la encuesta de latinobarómetro. Son preocupantes porque evidencian que los mexicanos tenemos una gran proclividad por los regímenes autocráticos y por los populismos autoritarios con liderazgos unipersonales.
El apoyo a la democracia ha caído de 63% en 2002, a 35% en 2023 (en el 2020 era de 43%). El 33% de los mexicanos cree que un régimen autoritario puede ser preferible a uno democrático (en 2020 era el 22%) y un 45% apoyaría a un régimen militar.
Sorprende que esta indiferencia al tipo de gobierno prevalezca entre la población más joven y de clase media y alta. El desdén por la democracia liberal será el mayor legado del obradorato. Tomará décadas en cambiar esa percepción.
ALEJANDRO ECHEGARAY
Fuente: El Heraldo de México