No hay justicia para los pueblos originarios; mujeres indígenas, las más afectadas

Datos del Inegi detallan que en 2020, la población de 15 años y más hablante de lenguas indígenas tenía, en promedio, menos de la primaria completa.

La Organización de las Naciones Unidas estableció el 9 de agosto de cada año como el Día Internacional de los Pueblos Indígenas. La idea central de esta conmemoración es sensibilizar a la población y a los gobiernos sobre las condiciones generales en que viven y a hacer todo lo necesario para garantizar integralmente sus derechos humanos y sociales.

LA EDUCACIÓN COMO FACTOR DE EXCLUSIÓN

De acuerdo con los datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, en nuestro país, la población de 15 años y más hablante de lenguas indígenas tenía en 2020 un promedio de escolaridad de 6.2 grados, es decir, menos de la primaria completa dado que, la educación obligatoria en el país incluye al menos el tercer grado de preescolar.

En contraste, la población no hablante de lenguas indígenas reportó en ese mismo año un promedio de escolaridad de 10 grados, es decir, de apenas la secundaria. Este último dato permite dimensionar el nivel de rezago educativo de las personas hablantes de lenguas indígenas, pues en un país con tan bajo nivel educativo, el hecho de que haya tan profundas brechas entre grupos de población es muestra de una profunda fractura del sector educativo.

Si se observan además esos datos desagregados por sexo, las condiciones se muestran aún más críticas para las mujeres indígenas, pues entre ellas, el promedio de escolaridad fue de apenas 5.8 grados, frente a un promedio de 9.9 grados de las mujeres no hablantes de lengua indígena.

TERRIBLES OCÉANOS DE POBREZA

De acuerdo con el Coneval, entre 2018 y 2020, las condiciones ya dramáticas en que vivía la población indígena y hablante de lengua indígena empeoraron en ese periodo.

En efecto, mientras que, en 2018, se estimó que el 70.3% de quienes son indígenas estaban en condición de pobreza, mientras que en el año 2020 el porcentaje estimado fue de 73.2%.

En términos absolutos, esos porcentajes implican haber pasado de 8.3 millones de personas a 8.5 millones en el periodo señalado.

Preocupa además que la pobreza que más creció entre este grupo de población fue la pobreza extrema, pues mientras que en la categoría de pobreza moderada el incremento fue de 43.2% a 44% entre 2018 y 2020, en el ámbito de la pobreza extrema el crecimiento en el indicador fue de 27.1% a 29.2%

Así, en la pobreza moderada, el número de personas en esa situación fue de 5.1 millones en ambos años, la cantidad de personas en pobreza extrema es de 3.2 millones a 3.4 millones en el periodo señalado.

MUY POCOS NO SON POBRES

Uno de los indicadores más relevantes que presenta en sus mediciones el Coneval, es el relativo al porcentaje y cantidad de personas que no son pobres ni vulnerables. En ese indicador, en el 2018 había solo 7.2% de la población considerada en condiciones relativamente adecuadas de bienestar.

Por el contrario, en 2020, el porcentaje se redujo a 6.3%. Dicho de otro modo, 94 de cada 100 personas indígenas son pobres o vulnerables, y sus probabilidades de caer en pobreza serían mucho mayores que la de superar esa condición. En números absolutos, frente a 10.9 millones de personas indígenas que eran pobres o vulnerables por carencia social o ingresos en 2020, había únicamente 700 mil que no estaban en alguna de esas circunstancias.

MUY QUERIDOS, PERO MUY POBRES

La visión bucólica sobre la pobreza, que se ha impuesto en la presente administración, como pretendida “respuesta” a las políticas neoliberales, ha romantizado las condiciones de atraso y rezago estructural en que viven los pueblos originarios en el país. Sin embargo, el rasero para la medición del bienestar en nuestro país no debería ser otro, sino el conjunto de derechos humanos reconocidos en nuestra Carta Magna, bajo los principios y criterios del artículo 1º, y sobre todo el 2º en materia de derechos de pueblos indígenas. Esto sin contar a los pueblos afrodescendientes, que han sido igualmente invisibilizados a lo largo de los siglos.

EN RIESGO PERMANENTE

La intensidad y la profundidad de las vulnerabilidades en México, y particularmente entre las personas hablantes de lenguas indígenas, es tal que aquellas que no son pobres, pero que sí son vulnerables por alguna o varias de las carencias sociales, tienen mayores probabilidades de caer en la pobreza que ubicarse entre quienes tienen mejores condiciones de bienestar. La movilidad social es nula, pues entre esta población hay estimaciones en las que se calcula que quien nace en algún pueblo indígena, tendría hasta 85% de probabilidades de continuar a lo largo de su vida en la misma condición.

cva

Mario Luis Fuentes/ México Social

Fuente: Excelsior