Rocha Moya, émulo de Antonio Toledo Corro

Jaziel Trasviña Osorio. 

La historia ocurre dos veces: la primera vez como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa. De nuevo, la Universidad Autónoma de Sinaloa es víctima de una embestida por parte del gobierno estatal en un intento por vulnerar su autonomía y tomar el control de su vida institucional; algunos personajes que llegaron al Poder Estatal y que vivieron en carne propia la época en que se intentó aplastar y humillar a la Casa Rosalina, hoy emulan a los fallidos destructores de la institución de enseñanza superior 

Corría el año de 1981 cuando el entonces gobernador de Sinaloa Antonio Toledo Corro emprendió una férrea acometida gubernamental para eliminar las escuelas preparatorias de la Universidad. Toledo Corro se distinguía por su soberbia e intolerancia; los abusos del poder caracterizaron su mandato constitucional. Ese es el personaje siniestro al que ahora caracteriza o emula el gobernador Rubén Rocha Moya 

El ejercicio memorioso atrae el 26 de noviembre del 1981, año en el que Antonio Toledo Corro usó la fuerza pública para reprimir a un grupo de universitarios que protestaban frente al Congreso del Estado contra el intento del gobierno estatal de quitarle las preparatorias a la UAS, que significaban cerca del 50 por ciento de su matrícula. El gobernador Toledo, quien representaba a las fuerzas más conservadores y retrogradas del país, pretendía apagar por la vía de la represión la efervescencia que se vivía en la universidad donde convergían diversas corrientes de pensamiento político a tono con las tendencias mundiales de la década de los 70. 

De las entrañas de la corriente socialista- izquierdista que en ese entonces era representada por el Partido Comunista Mexicano emergía la figura del entonces secretario general del sindicato de la UAS, Rubén Rocha Moya. El ahora gobernador encabezó, junto con el entonces Rector Jorge Medina Viedas la lucha por la defensa de la autonomía universitaria. 

En aquellos años la corriente socialista había encontrado en los jóvenes universitarios tierra fértil para crear “soldados” socialistas que sirvieran a las causas más radicales de la izquierda. Desde las catacumbas de las Casas del Estudiante, el sindicato y los salones de clases se fraguaban los actos cuasi terroristas que disfrazados de revolución ideológica sembraron el caos en Sinaloa. 

En ese escenario el hoy titular del Poder Ejecutivo Estatal se movía como pez en el agua. Ese grupo radical integrado por alumnos y trabajadores que hoy figuran en el gabinete o en el organigrama gubernamental lo impulsaron a contender por la Rectoría y posteriormente a la candidatura por gobierno estatal bajo las siglas del PRD y PT, la cual sólo sirvió de comparsa para que el priista Juan S. Millán arribara al poder con la complicidad de los socialistas aburguesados que ya para entonces abrevaban del presupuesto gubernamental. 

Como olvidar las vergonzosas historias donde el entonces lumpen y hoy diputado local José Manuel Luque Rojas, junto a sus hermanos, también alumnos universitarios, eran dueños y señores de las Casas del Estudiante y eran los que ordenaban a su antojo y hacían uso de la comida y suministros para financiar sus bacanales a favor de los candidatos socialistas. El rapiñaje se mantuvo por años y siguió a pesar de que estos personajes habían contraído matrimonio con sus respectivas parejas y de ahí mantenían a sus familias ¡un robo descarado! 

En la actualidad, esa camarilla, bajo la falsa imagen de luchadores sociales, demócratas y representantes populares, pretende retornar a la universidad a esos tiempos de anarquía donde el caos imperaba y donde la investigación y la educación de calidad brillaba por su ausencia. El Poder político los enfermó. Y desde el Poder atacan a la UAS y a sus autoridades. 

La consigna contra la UAS es clara: concretar el sueño del pensamiento socialista y convertir a la institución en una universidad partido con las siglas de MORENA, el partido que los cobijó y desde donde planean tomar por asalto y secuestrar a la máxima casa de estudios, usando al Congreso Local y a toda la estructura gubernamental para darle cuerpo a la asonada contra la Casa Rosalina,  

Solo el tiempo dirá si al igual que en 1981 la universidad y la comunidad sinaloense despertarán y saldrán a las calles y defenderán la autonomía de la UAS, dejándole claro al gobernador Rubén Rocha, émulo de Antonio Toledo Corro, paradójicamente contra quien luchó, que no debe de atentar contra la educación de miles de jóvenes sinaloenses que encuentran en la UAS su única opción de cambiar su realidad mediante el estudio. 

 ( https://universitario.mx )