El gasto social es invertir en salud, en educación, en proyectos productivos. Desafortunadamente, para el régimen actual el término consiste en repartir dinero.
No alcanzó la magia. No se pudo. Nadie ha logrado la proeza de sobrevivir durante cinco años con solo 200 pesos en la cartera.
Tampoco bastó el montaje del Banco del Bienestar y que sus alegres cuentas alcanzaran para todos. Poco faltó para que dijeran, como lo hiciera anteriormente López Portillo, que “administrarían la riqueza”. Han administrado la pobreza, eso sí, vulnerado —sí, sí se puede estar peor— a cientos de miles de ciudadanos que asisten a sus sucursales. Eso sin contar la sangría realizada a la banca de desarrollo para apoyar a este banco del malestar.
El banco de marras tuvo una visión “social”, sin embargo, ni siquiera en su planteamiento inicial resultó realmente así. Hacer transferencias de efectivo sin darles ningún tipo de seguimiento, bajo el argumento un supuesto apoyo a las pequeñas empresas, mostró lo fatuo del esquema. Le restó, además, recursos a los préstamos que sí impulsarían el desarrollo de las personas y por ende del país. El gobierno ha extraído millones de pesos de instituciones como Nafin o Banobras para dárselos al Banco del Bienestar.
Seamos claros: es un error llamar “programas sociales” solamente por tratarse de transferencias de dinero. El gasto social es invertir en salud, en educación, en proyectos productivos. Desafortunadamente, para el régimen actual el término consiste en repartir dinero.
Increíble que quienes se quejaron del FOBAPROA (y con razón), ahora estén armando otro desfalco de proporción “bienestar” con un banco manejado por el gobierno, esto es, que tendrá que pagar el pueblo de México. Por cierto, hasta el 2025 se sabrán los montos del desastre pues la 4t ya ocultó la información aduciendo “seguridad nacional”.
No hay oportunidad que el régimen deje pasar para presumir que “se presta a quienes más lo necesitan y que se confía en la palabra del pueblo bueno”. Pues bien, ni siquiera al respecto han sido honestos. Para mayo de 2022, el Banco decidió que sus créditos del 2021 NO solventados —de ese año específicamente— serían perdonados.
Pero he aquí la descripción de los créditos otorgados: 128 millones de pesos se repartieron entre 75,425 créditos (expedientes), un promedio de $1,697.05 pesos por crédito. Mientras que 359 millones de pesos correspondían a ocho créditos. Esto es, cada uno de esos ocho créditos alcanzó los 44 millones 875 mil pesos.
Total, que la 4t presume que ‘el amor con amor se paga’, pero vaya que hay diferencias en su amor… Ocho personas obtuvieron más que las otras 75,425 personas juntas. Quienes decían ser diferentes, resultaron iguales cuando se trata de apoyar a sus amistades…
Y sí, en el mundo de los “otros datos” se dirá que el índice de morosidad en el Banco del Bienestar es del 0%, pero lo cierto es que esto se debe a la cancelación y/o exclusión de la cartera vencida. Tan solo de 507 millones de créditos insolutos (hay más sin cobrar, pero de esta cantidad en específico), el Banco solo recuperó 20 millones de pesos.
El resto del dinero NO recuperado fue subsanado con sus reservas (sí, de lo que era BANSEFI) y con ello se ocultó una pésima gestión. En otras palabras: se ocuparon recursos de la banca para cubrir la morosidad, lo que en costos significa que, además, no podrán volver a prestar ese dinero, que tuvieron pérdidas por no recuperarlo y un problema adicional: se termina perdiendo el rastro de esa cartera vencida y de los deudores.
Pero hay más. No son pocos los usuarios que ahora deben hacer colas interminables para poder cobrar su dinero (las sucursales del Banco del Bienestar no manejan suficiente efectivo). Existen grabaciones de diversas partes del país donde el Banco del Bienestar más parece el ‘banco de las colas’…. Sin olvidar que tampoco tienen seguridad.
En Morelia, 1,500 adultos mayores se quedaron sin su pensión pues los amantes de lo ajeno entraron a una sucursal del Banco del Bienestar y se birlaron siete millones de pesos.
Por cierto, siguen sin haber las sucursales prometidas. Operan las que pertenecían a BANSEFI y algunas otras más instaladas durante la presente administración, pero las miles prometidas por la 4t siguen el recorrido parecido a ese del sueño de Dinamarca.
Un banco no debería ser solo un dispersor de recursos y la bancarización implica mucho más —y a un menor costo— que invertir en sucursales, en cajeros automáticos, en personal… Sin embargo, en la 4t poco o nada interesa sacar a los pobres de su pobreza y llevarlos a la plena bancarización y al desarrollo. Se sabe que estos son solo una estrategia electoral, como lo confesó el propio López Obrador.
VERÓNICA MALO GUZMÁN
Fuente: El Heraldo de México