Hace unos días dieron formalmente inicio las campañas electorales de este año y en este contexto.
Hace unos días dieron formalmente inicio las campañas electorales de este año y en este contexto ha aparecido con fuerza un actor que, si bien ya estaba presente en múltiples áreas de nuestra vida, la incidencia que tendrá en estos comicios será crucial. Sí, me refiero a la Inteligencia Artificial (IA).
Y ante la falta de instrumentos regulatorios de esta tecnología en nuestro país, los usos y abusos en el proceso electoral estarán a la orden del día.
Siempre que hablamos de la IA, hacemos énfasis en que su uso puede tener fines tanto positivos como negativos, los cuales dependerán de los estándares éticos por parte de quienes dan uso a esta herramienta. El contexto político-electoral no escapa de esta dicotomía. Quisiera referirme algunos ejemplos de ambos extremos:
Por un lado, la IA ha demostrado ser una herramienta útil para procesos de captura de información electoral. El propio INE ha informado que usará una herramienta de reconocimiento de texto con IA para capturar las actas de escrutinio y cómputo de las casillas electorales, lo que permitirá agilizar el Programa de Resultados Electorales Preliminares.
Por otro lado, la IA también puede representar una herramienta que posibilite la mejora de otros aspectos de la organización de las elecciones: la geografía y cartografía electoral, los esquemas de fiscalización o la recopilación y análisis de datos en tiempo real, eficientando procesos y el uso de recursos.
Sin embargo, por otro lado también podrán presentarse abusos de esta tecnología, un ejemplo de ello que ya se ha instalado en el proceso electoral es la creación de videos, fotos o audios que son manipulados con la IA para generar desinformación.
Los bots creados y programados para desarrollar diversas acciones que desvirtúen la actividad orgánica en redes sociales también podría afectar en alguna medida el curso de la elección. Además de la utilización de la IA en estrategias de microsegmentación en redes sociales, ejemplo de ello es el Caso de Cambridge Analytica, en las elecciones de 2016 en Estados Unidos.
Es un hecho que la Inteligencia Artificial ha llegado para quedarse y aunque, como en reiteradas ocasiones lo he dicho, es apremiante la regulación respecto de los efectos potenciales de esta tecnología, el proceso electoral ha iniciado y no podemos quedarnos cruzados de brazos esperando a que llegue la añorada legislación en la materia.
Por ello el reto en este contexto es múltiple: requiere del compromiso de los actores políticos para dar un uso ético y responsable a esta tecnología; de la voluntad de la autoridad electoral por investigar y sancionar cualquier acción que ponga en riesgo los principios que rigen la contienda; y de la determinación de las compañías tecnológicas de reforzar las medidas que prevengan los usos negativos de la IA, que ya han comenzado a implementar.
En todos los casos, atendiendo a los principios y deberes respecto del tratamiento de datos personales que se encuentran establecidos en la normativa en la materia en nuestro país.
Desde luego, este desafío requiere también del compromiso cívico de la ciudadanía: tenemos la responsabilidad de informarnos y contribuir a la información veraz en la medida de nuestras posibilidades. En tiempos donde la tecnología pone en cuestión el funcionamiento de las elecciones como las conocíamos hasta hoy en día, el fortalecimiento de los principios y valores democráticos es tarea de todos.
Con ello, hagamos lo que nos corresponde.
Mtra. Laura Lizette Enríquez Rodríguez
Comisionada Ciudadana del INFO CDMX
Fuente: El Heraldo de México