Con el paso de los meses, el porcentaje de protección contra el COVID-19 decrece, por lo que expertos recomiendan una inyección de refuerzo
La brecha por la vacunación se está agudizando. Pese al llamado de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de evitar aplicar una tercera inyección de vacunas contra el COVID-19, los países ricos se encaminan a ello, con el objetivo de amarrar la reapertura de sus economías y proteger a su población ante un virus que no deja de mutar.
Israel, Estados Unidos, Francia, Austria, Bélgica, Hungría, Lituania, Luxemburgo, Eslovaquia, Alemania, incluso Chile, caminan en este sentido. Pero mientras unos van por su tercera dosis, sólo 1.8 por ciento de las personas que viven en países de bajos ingresos ha recibido al menos una dosis contra el coronavirus surgido en Wuhan, China.
Se ha confirmado que con el paso de los meses, el porcentaje de protección contra el COVID-19 decrece, por lo que expertos recomiendan una tercera inyección para disparar la inmunidad. Pero, ¿esto es la solución para acabar con la pandemia? Los datos muestran que no es tan simple.
Israel, ejemplo mundial, el país que más rápido vacunó a su población y el primero en iniciar con la tercera dosis, reporta contagios récord; ni siquiera en 2020, cuando aún no había inmunizaciones, registraba tantos casos como ahora.
En EU, el zar antiCOVID, Anthony Fauci, adelantó que en unas semanas podría iniciar el despliegue oficial de las dosis de refuerzo, sólo esperan el aval de la autoridad sanitaria FDA. Tanto Pfizer como Moderna ya han solicitado que se autorice la aplicación de una inoculación extra, ocho meses después de recibir la segunda.
Por el momento, la FDA ha avalado la dosis de refuerzo para las personas inmunodeprimidas.
El gran problema es la disponibilidad. A escala mundial, se han administrado cinco mil 380 millones de inmunizaciones, con una velocidad promedio de 41 millones de dosis al día, de acuerdo con información de la organización Our World in Data.
Las cifras no son despreciables, pero sí insuficientes: sólo 39.9 por ciento de la población mundial ha recibido al menos una dosis de vacuna; para controlar la pandemia se necesita que al menos 75 por ciento tenga el esquema completo.
Y mientras, nada parece frenar a la poderosa variante Delta que mantiene al planeta de cabeza, su capacidad de contagio trae consigo la posibilidad de mutaciones que podrían ser más agresivas. Esta semana se informó de Mu, una variante detectada en Latinoamérica, que ha sido designada como “de interés” para la OMS, pues tiene “una constelación de mutaciones que podría evadir ciertos anticuerpos”, incluso los inducidos por vacunas.
¿Cuándo terminará la pandemia? Es la pregunta que todos se hacen. La respuesta depende de muchos factores, los más importantes: vacunación, mutaciones y conciencia social.
La comunidad científica advierte que declarar el fin de la pandemia es un asunto a largo plazo, lo que primero debe ocurrir es tenerla bajo control, lo cual es difícil mientras algunos sectores se aferran en hacer del cubrebocas un tema político.
ALEJANDRA MARTÍNEZ
Fuente: El Heraldo de México
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